HOLA MOHALLA



LA TRADICIÓN DE LOS GUERREROS SAGRADOS


Impresionantes demostraciones de tiro con arco, de la destreza con la espada de los jinetes montados a caballo y en definitiva, del estrechamiento de vínculos comunitarios, convierten el Hola Mohalla en un multicolor y llamativo festival, por completo diferente.
Durante tres días del mes de marzo, en las ciudades gemelas de Anandpur Sahib y Kiratpur Sahib, en el estado del Punjab (India), resuenan los alaridos de guerra de los famosos guerreros Nihang (una orden armada de la comunidad sikh).
Continuando una tradición iniciada por Gobind Singh, el décimo gurú sikh, la comunidad se reúne en gran número para presenciar como los Nihangs ofrecen una brillante demostración de batallas simuladas y de sus dotes en el manejo de las armas tradicionales. Denominado Hola Mohalla, el festival incluye el arte del manejo de la espada, el despliegue de tiendas, la equitación sin silla de montar y una variedad de artes marciales para simbolizar el alborozo por el éxito en el sometimiento del agresor.
La celebración del Holla Mohalla se remonta a principios del siglo XVII. El gurú Gobind Singh se dio cuenta por aquel entonces de la importancia de contar con los medios y capacidades para defender a su gente contra la opresión, así como de la constante necesidad de mantener a sus fuerzas de combate bien preparadas y con buen estado de ánimo.
En los campos abiertos que rodean el fuerte de Holgarh, cerca de Anandpur Sahib, se inició la tradición de simular batallas entre grupos de Nihangs. Celebrada después del Holi (popular fiesta hinduista para celebrar la primavera), la tradición mezcla el espíritu de victoria y la alegría implícita a la llegada de la primavera.
Los Nihangs se desplazan en grupos denominados jatthas, conviven juntos en campamentos de tiendas llamados chawannis, llevan consigo sus armas de guerra, e incluso cocinan y comen con utensilios de hierro. Cada jattha está compuesto por guerreros expertos y se especializa en algún método de guerra, exclusivo de cada grupo.
Los Nihangs, vestidos de túnica azul real y luciendo armas de aspecto intimidante, acuden a Anandpur Sahib desde todas partes de la India para participar en el festival. Resuenan alaridos de guerra y puñados de gulal irrumpen en el cielo de azul claro. La camaradería y la unidad entre los sikhs reunidos se subrayan por la sinceridad con la que llevan a cabo el servicio comunitario o kar sewa, por completo al margen de su estatus social o de su poder adquisitivo.
En Anandpur Sahib se levantan cocinas comunitarias llevadas por voluntarios o langars. El tercer gurú sikh, Amar Das, inició este sistema de cocinas comunitarias con el propósito de hacer desaparecer la desigualdad entre sus seguidores, exhortándoles a sentarse juntos en el suelo y a compartir la misma comida.
Al tercer día del festival llega el punto álgido del mismo. Por la mañana bien temprano los Nihangs comienzan el día con un baño y oraciones, seguidas por la preparación de parshada (alimentos ofrecidos a Dios), que se distribuyen a los peregrinos durante el transcurso de la jornada. A continuación se dan recitales del gurú Granth Sahib, seguidos por ardas (búsqueda del perdón por los errores inadvertidos que se haya podido cometer durante el recital sagrado). Y la ceremonia del bhog, durante la cual se ofrece una parte del parshada al gurú Granth Sahib, y el resto se distribuye entre los presentes.
Al mediodía, los Nihangs están listos para su procesión anual, encabezada por Panj Pyaras que representan el espíritu de los cinco Sikhs, dispuestos a sacrificar sus vidas si así lo requiriese el gurú Gobind Singh.
El desfile de los participantes arranca en la gurudwara (templo sikh) de Takht Sri Keshgarh Sahib y pasa por otras gurudwaras importantes, como Qila Anandgarh, Lohgarh Sahib y Mata Jitoji, para luego regresar al Takht desde el punto donde se inició la comitiva, seguida por una demostración en Dhahidi Bagh de las habilidades guerreras de los jatthas participantes.
Las batallas simuladas y las muestras de destreza militar prosiguen hasta la puesta del sol. Se entregan premios y distinciones (saropas) para honrar a los más bravos y diestros. Y el día termina con una nota de jovialidad, buen ánimo y celebración de fiesta por todo lo alto. Por supuesto, se trata de un festival multicolor y de una espectacularidad sin límites.

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