B R O A D W A Y



          UN ESPECTÁCULO TREPIDANTE


Hay que llegar a Times Square después de las seis de la tarde, cuando los anuncios de neón brillan sobre el fondo oscuro de la noche. Entonces, la magia del entorno es capaz de transportar al visitante al mundo de los sueños. Es el corazón de Broadway, y detrás de cada luminoso hay una historia de amor o pasión que espera hacerse realidad.
Nueva York, la urbe que nunca duerme, se divide en cinco boroughs (distritos): Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island. La isla de Manhattan fue el primer núcleo habitado por los colonos europeos, ejerce como centro urbano y acoge la práctica totalidad de los monumentos, edificios, instituciones, ambientes y, sin lugar a ningún género de dudas, ofrece suficientes posibilidades para satisfacer al visitante más inquieto.
Atravesando diagonalmente Manhattan se encuentra Broadway, la mayor calle del mundo. Siguiendo su camino, la ruta 9 llega hasta la frontera con Canadá.
Broadway, que en inglés significa “calle mayor” es mucho más que una famosa avenida de Manhattan. Su historia corre paralela a la de Nueva York y ha sido testigo de todo lo bueno y lo malo en el desarrollo de esta ciudad.
Ningún paisaje resulta tan conocido como el skyline, el perfil de los rascacielos sobre el horizonte de Manhattan. Su contemplación desde Brooklyn despierta una fascinación que parecía reservada a las grandes maravillas naturales. Este skyline, la silueta de esta ciudad, ha sido incansablemente fotografiado desde hace más de medio siglo en todas sus variantes. La imagen casi brutal de los rascacielos continúa impactando al ser humano, que ve en ellos poderío y riqueza.

EL APASIONANTE MUNDO DE WALL STREET
Hay que iniciar el recorrido en Battery Park City, en el bajo Manhattan y frente a la estatua de la Libertad. Desde aquí se obtienen las mejores vistas de la ciudad y, además, es una de las zonas más modernas y boyantes. Al principio, su trazado circular cumplió una función defensiva con el fin de repeler posibles ataques enemigos y precedió a Ellis Island como lugar de llegada de inmigrantes, ocho millones entre 1855 y 1899. Ahí es nada.
En la actualidad conforma una gran zona verde con un paseo marítimo junto al río Hudson, que comienza en el extremo sur de Tribeca y llega hasta la Terminal de transbordadores de Staten Island.
El barrio de Wall Street, donde los dólares se inyectan en vena, sorprende por ser fantasmagórico a primera hora, cuando aún no se han abierto las oficinas, y también por la masificación casi instantánea que se produce a partir de las 8 de la mañana.
La gente que vive aquí es consciente de que la calle es el hogar de muchas personas. Aunque se trate del distrito financiero por excelencia y sea el cuartel general de infinidad de negocios boyantes, también da cobijo probablemente a los individuos menos afortunados de la sociedad. Pocas personas se dan perfecta cuenta de hasta qué punto Broadway refleja la cultura norteamericana.
Wall Street es la sede de infinidad de empresas de valores bursátiles y de bancos, compañías que tienen su sede central en este distrito y los más grandes almacenes del mundo, de ahí que en este punto sea habitual el vaivén acelerado de la gente que no tiene un solo minuto para entretenerse. Y todo ello curiosamente salpicado con múltiples puestos de frutas, de los tradicionales hot dogs, de prendas deportivas… Las colas en los puestos de comida son dignas de ver durante todo el día, aunque su punto álgido tiene lugar al mediodía. Hay peatones que incluso comen de pie mientras se desplazan de un sitio a otro. Un mundo heterogéneo como en ninguna otra parte en el que se mueven como peces en el agua indios, paquistaníes, árabes o rusos que apenas saben decir en inglés el precio de lo que venden.
Es el único lugar del planeta donde la minoría es mayoritaria. Pero no hay que olvidar que no se trata de una simple ciudad americana, es la capital del mundo. No sólo en sus museos o en el lujo, también en sus gentes, que vinieron a buscarse la vida y acabaron creando el sueño americano. Aquí hay más irlandeses que en Dublín, más italianos que en Roma, una población judía y portorriqueña que son la mitad de Israel y Puerto Rico respectivamente. Y al final uno acaba preguntándose ¿pero hay alguien aquí que sea de Nueva York?

Y en medio de todo este caos, el cementerio de la iglesia de La Trinidad se convierte en un auténtico oasis para quienes, con su bolsa de comida, deciden pasar su hora de almuerzo bajo el sol y rodeados de tumbas.
Esta capital del dinero, donde la bolsa es la vida, resulta ser la urbe más visitada del mundo. Hay quien asegura que la Gran Manzana se está pudriendo, pero lo cierto es que sigue ofreciendo apetitosos bocados.
Más allá de Wall Street se alza el Ayuntamiento, enclave que supone el inicio de los edificios oficiales. Una zona donde tienen sus despachos los abogados especializados en cuestiones de inmigración y delitos criminales.

CHINATOWN Y LITTLE ITALY
Al este, Chinatown y Little Italy, son dos arrabales bulliciosos, dos islas urbanas que se extienden en los alrededores de Mullberry Street. Separadas por Canal Street, el visitante viaja de un país a otro con tan sólo cruzar una calle. Todo ello cerca de la plaza Columbus, el lugar típico de reunión de la comunidad china.
Subiendo por la calle más inconfundible de Nueva York se llega a Canal Street, en el bullicioso barrio chino. De espectacular colorido y agobio importante, en medio del caos considerable de tráfico y transeúntes, aparecen tiendas de electrónica que venden artículos realmente increíbles y a precios más increíbles todavía. Al margen de ello, en Chinatown existen más de trescientos restaurantes, la mayoría de dimensiones diminutas que ofrecen especialidades chinas a precios económicos. En contrapartida, para aquellos que son reacios a los médicos, pueden entrar en cualquier farmacia china y mediante aromas herbáceos y pastillas multicolores solucionar muchos problemas físicos y, porqué no decirlo, también alguno mental.
Se asegura que son más de 300.000 los orientales que viven en Chinatown y la cifra sigue creciendo con los recién llegados de todo el sudeste asiático.
En este barrio, sus bancos, restaurantes, capillas y periódicos (escritos en chino, por supuesto), viven ajenos al vaivén que se genera a su alrededor. Es tan sólo uno de los muchos mundos de esta excepcional isla de Manhattan en donde viven cerca de una treintena de habitantes por metro cuadrado. Uno encima de otro.
Chinatown es el más próspero y colorido de los arrabales étnicos, y al norte se encuentra Little Italy, con menos italianos que nunca, pero donde todos los meses de septiembre se celebra todavía el día de San Genaro en plena calle.

DEL SOHO A TIMES SQUARE
La avenida atraviesa el Soho, el distrito artístico más poblado del país y el de la fotografía, la zona que reúne más fotógrafos de todo el mundo. Se estudia música y ballet en diferentes escuelas a un nivel inigualable en ningún otro lugar de Norteamérica. Existen, además, muchas oficinas de agentes artísticos y productores de espectáculos.
En el Soho, los almacenes y edificios industriales de esta parte de Nueva York se han ido reformando hasta convertirse en espaciosos estudios de artistas. Sin ir más lejos, algún tiempo atrás, el actor y director Robert de Niro, con su afición culinaria, supuso el empujón definitivo al convertirla en meca de los restaurantes más famosos.
El Soho siempre ha estado inevitablemente asociado a la palabra arte. Después de ser el techo de artistas sin poder adquisitivo, se está convirtiendo también en el reino de los galeristas, dado que hasta aquí se han trasladado muchos procedentes de la zona alta de Manhattan. A medida que se han ido afianzando en su nueva ubicación, el Soho ha dejado de ser un lugar donde hallar ropa barata para acabar convirtiéndose en un muestrario artístico con galerías alternativas.
En el número 346  de Broadway se alza el edificio de las Cortes Federales, más conocido como The Clock Tower, que trae a la memoria el cine protagonizado por el genial Harold Lloyd. El lugar no sólo hace funciones de juzgado para delitos menores, sino que en otras plantas del mismo existe un proyecto alternativo que, desde los años setenta, permite a artistas y becados de diferentes países del mundo compartir allí sus estudios.
Midtown es el barrio de las alturas. Entre rascacielos, el visitante se maravilla de todo el entorno. En Bryant Park, grupos de gente aprovecha para hacer taichi después de salir de su trabajo. En este pequeño parque, casi familiar, se programan a diario actividades para combatir el ritmo frenético de la Gran Manzana. En verano incluso hay conciertos por la noche.

La Quinta Avenida, una de las principales arterias del centro de Manhattan, está repleta de apartamentos de lujo y de mansiones históricas. Es el símbolo de la bonanza económica de Nueva York. La sección de la avenida entre la calle 34 y la calle 59, es también una de las zonas de compras.
El Empire State Building es el edificio más alto y otro de los iconos más importantes de esta gran urbe, especialmente después de que en 1933 King Kong saltara a la gran pantalla luchando contra los aviones sobre la antena que corona su cima.  Cerca se encuentra el famoso Madison Square Garden.
Muchos de los edificios más relevantes están situados en la Quinta Avenida, en la Midtown y en el Upper East Side. Junto al Empire State Building, la Biblioteca Pública de Nueva York, la Catedral de San Patricio, el Museo de Arte Moderno, la Grand Central Station y el Rockefeller Center.
Durante el invierno los neoyorquinos acuden a patinar sobre la superficie helada al pie del Rockefeller Center y de las zonas comerciales de la Quinta Avenida. La figura de Prometeo observa sus evoluciones.
Por el contrario, en verano, aunque Manhattan está rodeado por el mar, las playas próximas quedan muy alejadas. Por eso, cualquier terraza en un rascacielos de la Quinta Avenida puede ser el lugar ideal para adquirir el bronceado que tanto se cotiza entre los ejecutivos y secretarias de las empresas que tienen su sede en el centro de la ciudad.
Trepidante la zona de Times Square. Los teatros de Broadway  y la enorme cantidad de letreros luminosos de neón la han convertido en un icono de Nueva York. Por muy abrumador que sea Broadway como representación del mundo de los negocios, resulta igualmente influyente en el campo de las artes. Cualquiera ha oído hablar de las extraordinarias representaciones teatrales que después de triunfar en Broadway recorren su éxito por todo el mundo. La mayoría de las obras teatrales que se representan son musicales y óperas.
Nombres ya míticos en el terreno de los grandes espectáculos como A Chorus Line, Cats, Los Miserables, Evita, Cabaret, My Fair Lady, West Side Story, Chicago, La bella y la bestia, El fantasma de la Opera, Mamma Mia!, El rey león, Hair, Grease, Godspell… Son tantos y tantos los éxitos salidos de Broadway a lo largo de la historia.
Y del mismo modo, infinidad han sido las destacadas figuras del cine y del mundo del espectáculo que han desfilado por los escenarios de Broadway, tal es el caso de Glenn Close, Groucho Marx, Charlton Heston, Audrey Hepburn, Robert Redford, Orson Welles, Katharine Hepburn, Burt Lancaster, Maggie Smith, Woody Allen, Daniel Radcliffe, Marlon Brando, Gene Hackman, Grace Kelly, Lauren Bacall, David Copperfield, Antonio Banderas, Bárbara Streisand y tantas otras estrellas del firmamento de Hollywood.
Paseando por esta zona resulta fácil encontrarse con cualquier banda de músicos interpretando When The Saints go Marchin in, el himno gospel que se hizo popular gracias a Louis Armstrong, en 1930. Los personajes se alternan todo el día y en todas direcciones, aunque de noche es más espectacular.
La muchedumbre se agolpa ante los semáforos, mientras que de alguna tapa del alcantarillado se escapa la clásica humareda de vapor de agua, igual que sucede en las películas. El tráfico resulta pesado y, mientras tanto, los taxis amarillos lo invaden todo.
Times Square debe su nombre a las oficinas del periódico The New York Times que ocuparon uno de sus edificios durante 1904.

CENTRAL PARK: PULMON NEOYORQUINO
Central Park es una desmesura de parque. En la jungla de asfalto cualquier plaza por modesta que sea es una buena brizna verde eclipsada por el todopoderoso hormigón. Situado en medio de Manhattan, este inmenso parque verde con sus lagos, fue creado por las manos del hombre entre 1860 y 1870 reconstruyendo un pantanal.
Los fines de semana se cierran al tráfico todas las calles interiores y sus casi 3,5 kilómetros cuadrados de superficie son invadidos por los neoyorquinos para desfogarse del estrés. Los hay que hacen footing, otros van en bicicleta, otros fotografían animales, se tumban en el césped o simplemente pasean.
Central Park es un auténtico oasis en el corazón de la gran ciudad.
El Central Park separa el sur, donde viven los artistas famosos, del oeste y de la milla de los millonarios y de los museos de arte, al este. Y al norte se encuentra Harlem.

EL GENUINO AMBIENTE DE HARLEM
La vitalidad cultural de la ciudad se evidencia incluso en sus barrios menos prósperos. Harlem sigue siendo aún el laboratorio efervescente donde germinan las ideas artísticas más innovadoras y comprometidas; las que marcarán la pauta en todo Occidente.
Harlem se convierte, por obra y gracia de un renacimiento de las artes y la cultura, en la capital negra del mundo.
Harlem es el antiguo barrio de granjas que dio cobijo en otros tiempos a Duke Ellinton y acogió las primeras actuaciones de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong.
Sigue conservando sus raíces afroamericanas y continúa siendo un lugar tranquilo y multicultural cuyos atractivos siguen girando alrededor de la música.  Su efervescencia creativa es constante. Es el vivero que renueva la cultura neoyorquina. En el ambiente, la memoria de Martín Luther King sigue presente. En este barrio el gospel más espiritual sigue cantándose en las iglesias y todavía quedan algunos clubes donde artistas de todos los lugres se reúnen para reinventar la mejor música.
La cerveza y las bocas de riego son el aire acondicionado en el verano tórrido, mientras apenas hay defensa contra el frío en invierno. Pero Harlem está resucitando por obra y gracia del desarrollo económico de su población. Hoy el turismo vuelve a una zona que, sin el resplandor del pasado, ofrece jazz de alta calidad y algunos de los mejores espectáculos de la ciudad.

LA OTRA CARA DE BROADWAY
En el reverso de la moneda de esta gran avenida hay que dejar constancia de que Broadway tiene también los problemas característicos de un barrio más o menos céntrico; ruidos, polución, drogas, prostitución, desempleo, suciedad en el metro, delincuencia… Existe tanta diversidad durante las primeras doce millas de la avenida y es debido principalmente a la variedad de culturas que comprende, entre otras, la haitiana, china, italiana, hispana, portorriqueña y la africana. Pese a que el impresionante “cartel artístico” minimiza a los vagabundos que duermen en los bancos, todos tienen su propia historia.
No debemos olvidar en ningún momento que la vida callejera es la más elemental, pero no la menor de las atracciones de Nueva York. Los protagonistas son los propios neoyorquinos, que suelen caminar a una velocidad de cien metros por minuto y al mismo tiempo practican sus relaciones públicas en la acera. Además, existen saltimbanquis callejeros que convierten cualquier calle de la ciudad en un circo tan sólo a cambio de unas monedas. Nueva York crece y se multiplica, pero nunca se muere.
Broadway ofrece a diario un espectáculo trepidante. Tiene todos los alicientes de una ciudad occidental elevados a la máxima potencia y sus manzanas son tan enormes que para conocerlas las caminatas son inevitables. ¡Ah! Y lo que el visitante nunca debe olvidar es que, si busca algo en la Gran Manzana y no lo encuentra, es que no existe.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)