C A N A D A



      UN COLOSO CON MÚLTIPLES ATRACTIVOS


Más que una nación, Canadá es un conjunto de naciones, paisajes, culturas y pueblos unidos bajo el mismo estado, donde se puede encontrar casi cualquier entorno, actividad y espectáculo natural y urbano.
El segundo país más grande del mundo en extensión, con una superficie de casi diez millones de kilómetros cuadrados, desde Terranova y la península de Labrador, en la vertiente atlántica, hasta Vancouver y la Columbia Británica en la costa del Pacífico, y desde el extremo norte de la isla de Ellesmere, en pleno Océano Glaciar Ártico, hasta los límites fronterizos con Estados Unidos, resulta todo un coloso geográfico que alberga infinitos y atractivos contrastes con unas evidentes posibilidades turísticas.
Canadá es un país joven y su historia data de hace apenas seiscientos años, no en balde pese a que se conocía que algunos avezados marinos ya pescaban en las proximidades de Terranova e incluso con anterioridad pioneros procedentes de Escandinavia se habían adentrado por los territorios de la costa este, en Europa no se tuvo constancia hasta que, a partir de finales del siglo XV, ingleses y franceses empezaron a llegar con sus expediciones. Primero Giovanni Caboto, quien reclamó tierras a favor del rey Enrique VII de Inglaterra, después Jacques Cartier al remontar el río San Lorenzo hasta una aldea (en la actualidad la populosa Montreal), y más tarde Henry Hudson quien dio su nombre a la enorme bahía en la región septentrional.
De aquellas incursiones francesas e inglesas se han conservado unas notables influencias que aún hoy perduran y son bien palpables en la sociedad canadiense.
Este país, cuya economía es una de las más avanzadas y diversificadas de todo el mundo, es también un compendio de contrastes para el visitante, dado que tiene un amplio abanico de ofertas a cual de ellas más seductora y en el que tienen cabida las modernas urbes en los márgenes del río San Lorenzo y los grandes lagos, tales como Québec, Montreal, Ottawa y Toronto, las rústicas aldeas de Terranova, las enormes praderas junto al Saskatchewan, la helada isla de Baffin, bosques, montañas, ríos y el entorno salvaje de sus maravillosos parques naturales, sin olvidar las impresionantes Montañas Rocosas. Un paisaje, en definitiva, rico y variado en el que conviven perfectamente los núcleos de desarrollo industrial y comercial con las zonas más vírgenes donde aún es posible la aventura.

OTTAWA Y TORONTO
La región de Ontario no sólo es la provincia más poblada del país (alrededor de nueve millones de habitantes) y su centro financiero y político, sino que en los 1,3 millones de kilómetros cuadrados que tiene, alberga una cuarta parte de las reservas de agua dulce del mundo. Todo un paraíso para las truchas.
Ottawa, que es la capital desde que en el siglo XIX así la eligiera como tal la reina Victoria, fue un antiguo poblado maderero que ha sabido transformarse en una de las ciudades más bellas del Canadá, conservando al mismo tiempo un marcado sabor inglés que viene recordado por el estilo victoriano presente a cada paso.
La colina del Parlamento es un punto de notable interés turístico. Es aquí donde a diario pueden presenciarse las evoluciones de los cadetes de la Policía Montada al efectuar el cambio de guardia. Toda una exhibición multicolor y muy similar a la del Buckingham Palace londinense. Interesante también la panorámica que se disfruta desde la Torre, incluyendo el canal Rideau (utilizado por embarcaciones de recreo en verano y convertido en pista de patinaje en invierno), donde tienen lugar infinidad de actividades deportivas. El Centro Nacional de las Artes, la punta Napean y la basílica de Nôtre Dame, en la esquina de Sussex y Patrick, con un impresionante artesonado en madera. Además, las cascadas de Acudiere, merecen asimismo una detallada visita.
Un rápido vistazo a la costa este no puede cerrarse sin citar a Toronto, el mayor centro financiero de Canadá.
Es el núcleo urbano más grande del país con sus casi cuatro millones de habitantes. Limpio y organizado, el metro y el autobús permiten llegar a todas partes, aunque lo interesante se halla en el centro. Recomendable una escapada hasta las atractivas playas que rodean el lago Ontario o bien circular en tranvía por la periferia.
Moderna y cosmopolita, Toronto ofrece al visitante toda una amalgama de mercados, restaurantes, centros culturales, grandes boutiques de moda y todo un paraíso para ir de compras.
Si el viajero pretende llegar a Ottawa o Toronto en los meses de enero, febrero o marzo, más que aconsejable llegar provisto de buena ropa de abrigo.

CATARATAS DEL NIÁGARA
Situadas a 131 kilómetros al sureste de Toronto, representan  un atractivo más que suficiente como para realizar una escapada.
La parte canadiense de las cataratas tiene 54 metros de altura y forma una curva conocida como Horseshoe Falls. La cascada más pequeña, pero la más bonita, es Bridal Veil, separada de la parte estadounidense del Niágara por la isla de Luna. Las mismas orillas del río están estupendamente acondicionadas para presenciar la mejor visto de este incomparable paraje.
Las autoridades han sabido explotar el tirón turístico de la localidad. No falta un ascensor donde los curiosos sin vértigo pueden subir y presenciar las evoluciones de intrépidos deportistas que navegan río abajo. Curioso ver el impresionante reloj de la estación generadora, decorado con 25.000 flores, se trata de uno de los mayores del mundo.
Popularizadas por la película Niágara protagonizada por la incomparable Marilyn Monroe, acostumbran a ser lugar de visita de muchas parejas en su luna de miel.

QUEBEC
Es la provincia más importante del Canadá francés. Tres veces más grande que Francia, posee la segunda urbe de habla gala en el mundo: Montreal.
Montreal, que adquirió  una extraordinaria popularidad al ser anfitriona de la Expo-67 y los Juegos Olímpicos del 76, disfruta de los mejores centros comerciales, buenos restaurante y confortables hoteles, medios de transporte, así como de cuatro importantes universidades (dos francófonas y dos anglófonas).
A lo largo y ancho de la ciudad se conjugan perfectamente los múltiples contrastes arquitectónicos. Interesante el recorrido que puede efectuarse a través de la ciudad vieja, comenzando a orillas del San Lorenzo, en las inmediaciones de las calles Mc.Gill, Berri y Nôtre Dame, con bellas mansiones de los siglos XVIII y XIX. La basílica, la plaza Cartier, el castillo de Ramezay… o bien subirse al Westmount Summit para contemplar una panorámica de todo Montreal, cerca de donde se encuentra el Oratorio de San José.
Puede aprovecharse una visita a la ciudad para efectuar un crucero por el río y llegarse hasta la isla de Ste. Heléne.
Montreal es el paradigma de ciudad cosmopolita, conjuga a la perfección lo francés con lo inglés, lo viejo con lo nuevo. Incluso los nombres de las calles aparecen señalizados en ambos idiomas.
Hay quien asegura que en Montreal no se duerme por la noche y tiene mucha razón. La oferta en materia de ocio y diversión es amplísima y sobresaliente. No hay perderse, sin duda, el buen ambiente en torno a Ste. Catherine, todo un espectáculo.
Por su parte, la ciudad de Québec, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, aseguran que es la más europea de toda América del Norte, con iglesias, calles empedradas y una agradable tranquilidad.
Siglos atrás fue un importantísimo mercado de pieles, considerando los intercambios que en ella se realizaban con los indígenas.
Un bonito paseo lleva al visitante a través de los más de cuatro kilómetros de fortificaciones construidas en el siglo XVII.
Sorprende de inmediato al visitante la majestuosidad del castillo-hotel de Frontenac en la “ciudad alta”, así como la plaza de las Armas, para seguir deambulando sin prisas por la llamada rue du trèsor donde abundan los artistas y llegar frente a Nôtre Dame. En la “ciudad baja” hay que dejarse llevar a través de las estrechas calles con un singular atractivo, siempre llenas de bullicio y animación.
La Ciudadela, interesante fortificación, y el parque de los Campos de Batalla con su museo, no deben omitirse.
Si se dispone de tiempo, vale la pena una escapada a las cataratas de Montmorency, veinte kilómetros al este de la ciudad, donde el agua cae estrepitosamente desde 83 metros. En invierno el agua se hiela y forma un inmenso cono al que llaman Pan de Azúcar. Tampoco hay que olvidar una visita al puente que cruza la isla de Orleáns. En verano suelen existir mercadillos de frutas y verduras. Son famosas las uvas silvestres, típicas de esta localidad. De regreso a Québec City merece una parada obligatoria el santuario de Sainte Anne de Beaupre.

CAMINO DE LAS MONTAÑAS ROCOSAS
Cruzando el inmenso territorio de las grandes praderas (Los Llanos) se encuentran las provincias de Alberta, Saskatchewan y Manitoba, que es tanto como hablar de Calgary, Edmonton, Regina, Winnipeg … Parques naturales rodeados de montañas y donde se conserva la vida salvaje, zonas pantanosas, aldeas que de inmediato recuerdan las legendarias escenas del Far-West donde pieles rojas y vaqueros dirimían la propiedad de cada palmo de tierra, negociaban con pieles y trataban de convivir de forma ciertamente difícil en la época de los pioneros. Los fuertes de Edmonton y Brandon dan fe de aquel mítico pasado.
La excursión más famosa de Alberta son las Montañas Rocosas, impresionante macizo que se extiende a lo largo del límite con la Columbia Británica. Entre sus muchos atractivos naturales destacan dos parques: Banff y Jasper.
En el parque Banff, para disfrutar al máximo de la naturaleza de todo el entorno, hay que seguir por los senderos señalizados. Imprescindible no olvidar nunca que se está en el “país de los osos”. Y después de un largo paseo, aconsejable un chapuzón en las aguas termales del balneario Upper Hot Springd Pool.
El parque Jasper es el más septentrional de las Rocosas. Puede llegarse en coche desde Edmonton, aunque también funcionan autobuses y trenes. Las vistas desde el funicular son espectaculares, pero también puede navegarse en canoa por el apasionante río Athabasca.
No todo es naturaleza en la región de Alberta. Existen dos núcleos importantes como son Edmonton y Calgary.
Edmonton es una agradable ciudad llena de chopos, arbustos y vegetación. Tiene más zonas verdes que cualquier urbe canadiense. El West Edmonton Mall es un impresionante complejo donde encontrar los mejores restaurantes, tiendas, atracciones y servicios.
Interesante y obligada la visita a la ciudad de Calgary, famosa por sus pistas de esquí (fue escenario de unos Juegos Olímpicos de invierno) y también por su festival de música folk. La Torre Calgary, todo un símbolo de 119 metros, el viajero puede aproximarse hasta Heritage Park y vivir un ambiente colonial.
La región de Saskatchewan es mayor que muchos países europeos y, sin embargo, tiene poco más de un millón de habitantes.
Regina es el núcleo más importante y en él visitar el Wascana Center, su Museo de Historia Natural en el parque, además de fotografiar el Provincial Legislatura Building.
Saskatoon es el otro centro de interés en la región.

COLUMBIA BRITÁNICA Y TERRITORIOS DEL NORTE                                      
Atravesando las Montañas Rocosas, una auténtica maravilla de la naturaleza, se penetra en la denominada Columbia Británica, que junto con Yukón, es la tierra de los buscadores de oro, la más occidental de las regiones canadienses.
Grandes extensiones de bosques, y en la costa, la isla de Vancouver, con un excelente clima, lo que la convierte en idónea para la práctica de todos los deportes náuticos. Bonitas playas y un ambiente en general que rezuma alegría y dinamismo por los cuatro costados.
La Columbia Británica tiene cinco parques nacionales y otros cuatrocientos de menor extensión, todos ellos, por lo general, asentados en áreas naturales como lagos, montañas e incluso islas. En la mayoría se ofrecen programas especiales para turistas y los más recomendables con los de Strathcona, Catedral, Pacífic Rim y Tweedsmuir.
Aunque el clima extremadamente frío en Yukón, los Territorios del Norte y las costas de Terranova, limitan el turismo a los más aventureros, no en balde en estos lugares se viven todas las emociones de los parajes polares, resulta innegable admitir que se trata de zonas con un tipismo muy especial, con aldeas de pescadores en las que parece vivirse al margen del resto del mundo y un entorno natural y salvaje en el que parece haberse detenido el tiempo.
Varios mundos en un solo mapa. Un gigante de vida tranquila y gesto amable. A simple vista, cabría pensar que las distancias y el frío muy acusado son condicionantes insalvables. Pero no es así. El calor humano disimula la lejanía y dulcifica el ambiente de un país donde hasta la tolerancia y la riqueza conviven en paz.
Canadá, resulta un coloso geográfico de tal magnitud que puede englobar en un solo país marcados contrastes a todos los niveles. Para el turista europeo, por lo general, sigue siendo una tierra bastante desconocida que incita a adentrarse en ella y tratar de llevar a cabo el fascinante reto de descubrirla.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)