LA
TIERRA DE LOS MOÁIS
Aislada
por completo del resto del mundo y perdida en la inmensidad del océano
Pacífico, Rapa Nui (Isla Grande) en
lengua nativa, se encuentra a 3.700 kilómetros y un vuelo de cinco horas de
la capital de provincia a la que pertenece, Valparaíso (Chile); pero para
encontrar al primer ser humano hay que ir en otra dirección, 2.600 kilómetros
hacia el oeste, hasta el archipiélago de las Pitcairn, donde vive medio
centenar de personas, o a la isla de Mangareva, en la Polinesia Francesa.
Los
europeos tenían conocimiento de esta isla desde el siglo XVII, pero su nombre
se lo dio el navegante holandés Jacob Roggeveen, quien tras un largo viaje por
las costas chilenas, la descubrió el 5 de abril de 1722, fecha correspondiente
al día de Pascua de Resurrección. Otras menciones las hicieron con
posterioridad James Cook en 1774 y Jean François La Pérouse en 1786. La isla
acabó convirtiéndose en un punto de recalada para los marinos que partían de
los puertos sudamericanos en ruta hacia Oceanía. Finalmente, llegó su
divulgación en el siglo XX con las expediciones de Alfred Métraux y Thor
Heyerdahl.
La
isla se ha convertido en los últimos años en un importante destino turístico,
debido a su belleza natural y la misteriosa cultura ancestral de la etnia rapanui, cuyo vestigio más notable
corresponde a las gigantescas esculturas de piedra conocidas como moái, que suelen pesar más de 20
toneladas.
HISTORIA
De
acuerdo a la información del museo antropológico de la isla, existen tres etapas
de población:
·
Población temprana. Entre los años 400 y 800, en que
se construyeron los centros ceremoniales ahu
(con o sin moáis)
·
Fase ahu moái:
Del 800 a
1.680, en que empiezan los conflictos entre linajes y el culto al tangata manu u hombre pájaro.
·
Fase huri moái:
Desde 1.680 hasta el contacto con los navegantes occidentales.
Según
la tradición oral, el pueblo rapanui
habría llegado a esta isla desde una mítica isla llamada Hiva, siendo guiados
por Hotu Matu’a, su primer ariki o
rey, hacia el siglo IV. De acuerdo a las investigaciones arqueológicas, el
origen de esta etnia provendría de la Polinesia, posiblemente de las islas Marquesas.
Teorías recientes postulan que la isla de Rapa Iti sería la mítica Hiva, de la
cual habrían provenido los ancestros de los nativos de isla de Pascua, según la
mitología local.
La
sociedad rapanui, gobernada por el ariki, que reclamaba ascendencia directa
de los dioses, estaba dividida en tribus y con clases muy estratificadas. Cada
tribu ocupaba una zona, siempre con franja costera. La mayor parte de la
población vivía hacia el interior, junto a las áreas de cultivo. En el litoral
establecían centros religiosos, políticos y ceremoniales, y adoraban a los
ancestros casi deificados representados por los moáis. Sobre cómo se realizó la construcción y el desplazamiento de
estas enigmáticas esculturas, aún en la actualidad continúa siendo un auténtico
misterio.
La
isla de Pascua es de origen volcánico y está compuesta por tres volcanes
coalescentes. Se trata de los volcanes Terevaka, Poike y Rano Kau. La
disposición de los mismos y la fuerte erosión que han sufrido a través de los
siglos, le dan a la isla su forma triangular.
La
isla de Pascua e islotes adyacentes como Motu Nui y Motu Iti forman la cima de
una gran cadena submarina que se levanta más de dos mil metros sobre el fondo
del océano.
En
cuanto a la flora se puede encontrar la palma chilena y otras especies de
palmera, ya que la isla posee un clima subtropical apto para el crecimiento de
estas plantas.
La
fauna de la isla y sus islotes es variada. Se pueden encontrar alcatraces,
ratas maoríes, langostas, aparte de gorriones, gaviotas, anémonas de varias
especies y perdices chilenas del sur. La fauna terrestre es muy pobre desde el
punto de vista de su diversidad, lo que la diferencia notablemente de otras
islas polinésicas. La isla de Pascua junto con su vecino más cercano, la
pequeña y deshabitada isla de Sala y Gómez (415 kilómetros hacia
el este), está reconocida por los biólogos como una ecoregión única. La escasez
de precipitaciones ha podido contribuir a la eventual deforestación.
CULTURA Y MITOLOGÍA
En
febrero de cada año se celebra la fiesta de Tapati,
la principal actividad artístico-cultural de Rapa Nui, que comienza la primera semana de febrero y dura
aproximadamente dos semanas. Durante la fiesta se celebran varias ceremonias
ancestrales como la competencia de pintura corporal (Takona), el relato de historias épicas y leyendas (Riu) y el descenso a gran velocidad por
una colina de jóvenes sobre troncos de plátanos (Haka Pei), competiciones de canoas y la elección de la reina de la
isla, que es coronada la primera luna llena del mes. Esta festividad congrega
numerosos visitantes, de ahí que se complete la capacidad hotelera.
La
mitología de la isla presenta características únicas; producto de que esta isla
es la más aislada de las islas polinésicas, que era originalmente transmitidas
en forma oral, y posteriormente registradas en forma escrita después de la
llegada de la expediciones que la visitarían. Entre los mitos más importantes
se encuentra el de la llegada del pueblo rapanui
desde el continente de Hiva, el culto al dios Make-Make, que está representado en Rapa Nui como el creador del mundo, y el posterior culto al Tangata Manu y hombre pájaro.
ENCLAVES MÁS IMPORTANTES
Hanga
Roa ejerce de capital administrativa y alberga la mayoría de habitantes de la
isla, las instalaciones hoteleras y las agencias de viaje. Existe una buena
oferta de actividades turísticas, desde rutas a caballo o a pie, pueden hacerse
recorridos en barca y realizar submarinismo, incluso existe la posibilidad de
escuchar buena música y presenciar danzas tradicionales. Hanga Roa, constituye,
por lo tanto, el lugar ideal de punto de partida para las diversas excursiones
que pueden realizarse y así explorar los atractivos de la isla.
Una
de las rutas más interesantes puede ser la que recorre la costa oeste hasta
llegar al volcán Rano Kau, ya que ofrece el primer contacto con los
extraordinarios gigantes, los moáis.
A escasa distancia de Hanga Roa siete grandes esculturas se erigen alineadas en
sentido equinoccial. Se trata del santuario de Ahu Akivi, donde la tradición
asegura que se alzan los siete exploradores llegados del mítico continente de
Hiva. Curiosamente, los moáis miran
hacia el mar, como si buscaran su lugar de origen.
En
la costa y siguiendo la ruta, surge el complejo Tahai, un excelente escenario
para espectáculos artísticos frente al mar. En este punto existen varios moáis tocados con una especie de
sombrero (pukao) de piedra volcánica.,
además de rocas grabadas con petroglifos. En esta zona existe la
Ana Kai Tangata o “Cueva del hombre que
come carne humana” con unas pinturas rupestres de turbadora belleza.
Ascendiendo
al volcán Rano Kau puede visitarse la ciudadela de Orongo, lugar de culto al
dios Make-Make, situado al mismo
borde del cráter. En este lugar es donde todos los años se realiza la
investidura del hombre pájaro, el Tangata
Manu. Desde las ruinas de Orongo existe una extraordinaria panorámica de
los islotes de los alrededores y de la laguna que ocupa el cráter del Rano Kau.
Un auténtico y singular espectáculo que asemeja un paisaje lunar.
De
regreso a Hanga Roa puede el visitante acercarse a Vinapú, donde se ubica un
altar ceremonial de casi 80
metros de largo.
Otra
ruta puede ser la que conduce hasta el volcán Rano Raraku y su cantera de moáis, discurriendo por la costa sur de
la isla, ofreciendo un paisaje muy vistoso de colores salpicado por bloques de
lava negra de diferentes tamaños. El litoral está plagado de monumentos
pétreos, ahus, moáis y diferentes cuevas donde la tradición asegura que se recluía
a las muchachas jóvenes para blanquear su piel.
Antes
de llegar a los pies del volcán surge Tongariki, en la bahía de Hotu Iti. Un
altar funerario con quince moáis
erigidos sobre una plataforma empedrada. Al margen de su interés arqueológico,
éste lugar ofrece un espectáculo natural y multicolor a la salida del sol.
La
cantera del volcán Rano Raraku aparece a los pies del cerro Poike. Es un
abrupto cono volcánico con una laguna en su interior, de donde procede la
piedra con la que fueron esculpidos todos los moáis de la isla. De los 400 que hay dispersos entre la falda y la
cantera, más de un centenar están sin ojos y con diferentes fases de tallado:
algunos adheridos a la roca madre y otros quedan enterrados hasta medio cuerpo.
Todos son distintos, aunque tienen el mismo rostro anguloso, orejas alargadas,
prominentes maxilares y brazos delgados acabados en manos de cinco dedos
extendidos y el pulgar curvado enmarcando el sexo masculino.
Anakena
es la única zona de la isla donde disfrutar de una playa de arena. El
espectacular Ahu Nau Nau, restaurado hace unas décadas, tiene cuatro moáis que lucen sombreros cilíndricos.
Siguiendo
la pista costera se llega hasta una caleta de arena rosada que cambia de color
según la situación del sol. No muy lejos de este lugar se encuentra uno de los
enigmas que se considera más inquietante de toda la isla. Se trata de Te Pito
Kura (Ombligo Elegido), una enorme bola esférica de piedra lisa y posada sobre
el suelo. Parece realmente como si hubiese caído del más allá. En torno a esta
piedra existen todavía en la actualidad indescifrables arcanos.
La
isla de Pascua es uno de los mejores lugares del mundo para bucear. Sus aguas
permanecen a una temperatura media de 22ºC, no contienen plancton y, por lo tanto, la
visibilidad resulta asombrosa. Aunque carece de barrera coralina, pueden
observarse corales gigantes y tortugas nadando. Debido a su aislamiento, el 26%
de los peces son endémicos con 160 especies que no pueden verse en ningún otro
mar.
La
impresión de zambullirse en otro mundo muy distinto, atrapa al visitante apenas
aterriza en la isla. Volcanes, grandes acantilados, enigmas arqueológicos y una
cultura ancestral muy vinculada a los pueblos de la Polinesia, hacen que
Rapa Nui reúna todos los ingredientes para un viaje, sin duda, inolvidable.
(Ver
interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)