KUMBHA MELA



LA MAYOR CEREMONIA DE PURIFICACIÓN
En el marco del hinduismo, el Khumba Mela es un peregrinaje que se realiza cuatro veces cada doce años y tiene lugar, por turnos, en los siguientes lugares santos: Prayag (Allahabad) en el estado de Uttar Pradesh; Haridwar en el estado de Uttarakhand; Ujjain en el estado de Madhya Pradesh y finalmente Nasik en el estado de Maharashtra.
Cuando los dioses y los antidioses (asura) sacudieron el océano de leche para extraer más fácilmente los tesoros en él ocultos, apareció finalmente el ansiado cáliz (kumbha) que contenía la ambrosía (amrita) de la inmortalidad. Naturalmente, los antidioses habían participado en la cósmica iniciativa para beber también ellos de ese néctar de eternidad: se desencadena así una lucha universal por la posesión del vaso y, en la disputa, cuatro gotas del precioso líquido caen al suelo. En cada uno de los puntos donde se deposita, surge una de las cuatro ciudades más santas de la India, cuyos nombres actuales son Nasik, Ujjain, Haridwar y Allahabad (antes Prayag).
En estas ciudades se celebra la fiesta quizá más importante para el hinduismo, el Kumbha Mela o “el Festival del Cáliz”. Cuenta el mito que la batalla entre dioses y antidioses o demonios duró doce días, pero cada día divino equivale a un año humano; así, el ciclo completo, repartido en turnos de tres años entre las cuatro ciudades, dura doce años y culmina en el gran Kumbha Mela de Allahabad.

MILLONES DE PEREGRINOS
El día considerado más sagrado, el de la luna nueva, la participación llega a su punto álgido, con diez o más millones de peregrinos que acuden de todos los rincones de la India para sumergirse en las sagradas aguas donde se funde el curso del Ganges con el Yamuna y, según el mito, con la corriente subterránea de otro antiquísimo río sagrado, el Sarasvati.
Las estructuras organizadas por el Gobierno para acoger a tanta gente son formidables: campamentos que cubren un área de 40 kilómetros cuadrados, con los correspondientes servicios, pistas de tierra batida creadas para la ocasión e itinerarios cercados para canalizar el océano de gentes hacia el vado sagrado. Los primeros en descender hasta la corriente purificadora, en virtud de la veneración que los rodea, son los sadhu, y de éstos los naga, los ascetas desnudos, vértice de la santidad de la Tierra.
En el presente año de 2015 el Kumbha Mela se celebrará en Nasik, en el estado del Maharashtra y se llevará a cabo del 14 de julio hasta el 25 de septiembre.
Un total de 14 akharas (sectas de sadhus) participarán en este Kumbha Mela, 11 de ellos (incluyendo los famosos sadhus naga desnudos) se dedican al dios Shiva y los tres restantes están dedicados al dios Vishnú.

OTROS LUGARES DE PEREGRINACIÓN
El término tirtha, literalmente “vado sagrado” designa en general cualquier lugar santo de la India. Se cree que dichos lugares tienen un extraordinario poder de salvación, ya que permiten “cruzar” la existencia mundana y alcanzar “la otra orilla”, es decir la liberación o moksha del doloroso ciclo de las reencarnaciones o samsara. Así, a propósito de la santidad de la ciudad de Benarés (Varanasi), en el texto épico del Mahabharata y después también en los Puranas se dice: “Habiéndose roto los pies con una piedra, el hombre debe residir en Benarés”.
El agua santa de los tirtha se considera el instrumento de purificación por excelencia, capaz de borrar todos los pecados. Los tirtha geográficos o “inmóviles” se cuentan por millares, distribuidos por todo el subcontinente y en particular a lo largo de los ríos y en sus confluencias. Aparte de los grandes centros espirituales de Prayag y Gaya. Merecen ser recordadas aquí las “siete ciudades santas” glorificadas en los Puranas: Ayodhya, Mathura, Varanasi, Haridwar, Kanchi, Ujjain y Dvaraka. Una antigua clasificación identifica además otros dos tipos de tirtha: los “móviles” o jangama, que coinciden con los maestros religiosos (guru, sadhu y acarya) y los “espirituales” o manasa, que comprenden todas las virtudes (veracidad, moderación, compañía de los buenos, compasión, paciencia, etc).
En el Mahabharata la visita a los vados sagrados (tirtha-yatra) halla su modelo en las peregrinaciones realizadas por los héroes Pandava en los años de su exilio. En época medieval y en la literatura de los Puranas, dichas visitas adquieren el máximo mérito religioso (punya), comparable al de los sacrificios védicos solemnes, como por ejemplo el del caballo (asvamedha).

UN DEBER DE TODOS LOS HINDÚES
El tirtha-yatra es un deber de todos los hindúes sin distinción de sexo ni casta. El único requisito es la devoción o pureza de intención (samkalpa). Según la tradición, el viaje ha de realizarse siempre a pie (está permitido el uso de embarcaciones allí donde sea necesario). El peregrino se somete a penitencias corporales más o menos severas; por ejemplo puede realizar parte del trayecto postrándose varias veces hasta tocar la tierra con la frente; la persona ha de ayunar, rendir culto a los antepasados y al dios “que elimina los obstáculos”, Ghanesh, y presentar ofrendas a los sacerdotes. Tras haber dado una vuelta a su aldea, el peregrino (que lleva tradicionalmente ropas raídas o muy humildes) puede ponerse en camino. Durante el viaje debe observar continencia sexual, ayuno, evitar el uso de calzado y no dormir en camas blandas.
Una vez que ha llegado al tirtha, el devoto ha de someterse a la tonsura de la cabeza y realizar el baño ritual acompañado de votos, oraciones y ofrendas. Después, tiene lugar la visita a los templos, según un itinerario que en general requiere una vuelta en sentido horario (pradakshina) alrededor del sagrado edificio.

PEREGRINACIONES POR LOS MONTES
Entre los lugares sagrados, meta de peregrinación, se encuentra Kailasa, cima montañosa que forma parte de la cordillera del Himalaya, la “morada de las nieves”, con cerca de 7.800 kilómetros de longitud y hasta 5.000 de anchura, que delimita el norte del subcontinente indio. El nombre de Kailasa significa “cristalino” o ”helado” y deriva de kelasa que significa “cristal”. El monte, con 6.714 metros de altitud, está situado en el Tíbet suroccidental y domina el célebre lago Manasa-sarovar. También recibe el nombre de Gana-parvata o “la montaña de los ejércitos de semidioses”, aquellos que forman la corte de Shiva, al mando de la cual se encuentra el hijo del dios, Ganesh.
En la poesía épica del Mahabharata se cuenta que en la cima se alza un gran árbol de jujube, de cuyas raíces brota el Ganges. Este monte es una importante meta de peregrinos, tanto para los hindúes como para los budistas tibetanos, quienes están llamados a realizar el recorrido ritual de circunvalación, que requiere alrededor de cuatro días de camino.
En la mitología hindú, esta cima se imagina situada al sur del mítico monte Meru y aparece definida como paraíso de los dioses. Concretamente el Kailasa se considera la morada estable de Shiva y su consorte Parvati, la “hija del monte” o del Himalaya. De Shiva, en calidad de “señor del yoga” (yogesvara) o “Gran yogui” (mahayogin) se dice que mora en las cumbres del Kailasa, absorto de forma perenne en la meditación y rodeado de miríadas de yoguiis. De sobras es conocida la imagen del asceta desnudo y sentado en la posición del loto (padamsana) sobre la nieve, que se funde a su alrededor gracias al poder de su extraordinario calor ascético.

ASCETAS INMORTALES
Los hindúes comparan la cima nevada del Kailasa con el sagrado linga de Shiva y la consideran un “país de las maravillas” desde el punto de vista yóguico-cósmico. Se considera que los yoghis inmortales que rodean a Shiva han alcanzado la “transustanciación” o inmortalidad corporal a través de una larga y trabajosa ascesis. Así, una leyenda dice que el gran asceta Gorakshanatha no murió nunca, sino que vive todavía en la actualidad como ser inmortal en las cumbres del Kailasa.
Según la tradición, este monte es también la morada del dios de las riquezas Kubera, guardián de la dirección norte y señor de los Yaksha, una clase de seres semidivinos; los mitos cuentan que Kubera fue consagrado precisamente aquí como “dispensador de bienes”.

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