KIOTO – OSAKA



DOS JOYAS DEL PAÍS DEL SOL NACIENTE


Visitar la enorme ciudad de Tokio no es conocer el espíritu que anima el pueblo japonés, pues muy difícilmente se podrá comprender cómo este país tan superpoblado puede sobrevivir sólo con su avanzada tecnología.
Para conocer el verdadero Japón es necesario viajar a ciudades como Kyoto y Osaka, por citar dos ejemplos, auténticas joyas de este inmenso archipiélago esparcido en las aguas del Pacífico Norte en Extremo Oriente.
La isla de Honshu, la mayor del archipiélago, está bañada en su costa occidental por el mar de Japón, y la oriental por el océano Pacífico. Montañosa y volcánica, en ella se ubican la capital y algunas de las ciudades más importantes.
Dejando al margen la capital, auténtico laboratorio efervescente donde se fragua el Japón del futuro, en el sur sobresalen dos enclaves singulares que merecen especial atención para el viajero: Kioto y Osaka.

KIOTO : LA ESENCIA DEL JAPON MILENARIO
Situada a unos 43 kilómetros de Osaka y con una población que no llega a los dos millones de habitantes, Kyoto es una ciudad de primera magnitud en la historia y la leyenda, a la vez que un santuario donde se conservan las reliquias más valiosas de la civilización del viejo Japón. La mejor muestra del esplendor y la gloria de la antigua cultura nipona.
Desde el año 794 hasta el 1868 fue la capital del país y aún hoy está sembrada de templos, palacios y jardines diseñados con un arte exquisito. Además de magníficas Residencias Imperiales, posee alrededor de 270 santuarios sintoístas y 1600 templos budistas repartidos en el tablero de ajedrez formado por sus calles y avenidas milenarias. Los jardines de estilo japonés forman también una parte importante del legado cultural de la ciudad. Kyoto está dotada con más de sesenta maravillosos jardines, donde las rocas, las plantas, la arena y el agua se combinan de forma muy armoniosa, sugiriendo paisajes de una increíble belleza.
Además, es el centro de varias industrias tradicionales que producen artículos refinados de gran calidad, como la seda Nishijin, los kimonos teñidos a mano Yuzen, aparte de bordados, cerámicas, lacas y muñecos, cuya técnica se ha ido transmitiendo de generación en generación a través del tiempo.
Muy cuidada por las autoridades niponas y especialmente por el turismo internacional, esta ciudad cuenta con numerosos atractivos que, con toda seguridad, no defraudan al visitante por muy exigente que quiera ser. Todo lo que Tokio no es capaz de ofrecer por no disponer de monumentos históricos ni de barrios típicos, los encuentra el turista con creces en Kyoto, considerada como la capital artística y cultural.
No es suficiente con una visita convencional. Son necesarios varios días para disfrutar en sus cómodos y modernos hoteles de una estancia realmente singular, aparte de poder gozar de su exótica y variada cocina.
Resulta muy difícil poder resumir en un solo reportaje la infinidad de palacios, templos y santuarios dispersos por la ciudad. Sin embargo, entre los más relevantes pueden citarse:
Palacio Imperial de Kyoto, una joya arquitectónica que fue construida en el año 794, destruido en parte por varios incendios y reconstruido en 1855. Ocupa una extensión de 84 hectáreas y está situado en el interior de un frondoso parque donde la naturaleza reina en el ambiente.
Castillo de Nijo. Construido en 1603, sirvió de residencia a los shogunes Tokugawa cuando permanecieron en la ciudad. Entre sus edificios es digno de admirar el Ninomaru, por su espléndida belleza y su delicada decoración interior. Junto a él se encuentra el jardín del mismo nombre, que vale la pena recorrer.
Villa Imperial Katsura. Situada al borde del río Katsura y con una bella vista de las colinas Arashiyama y Kamayama, esta villa es un hermoso ejemplo de la arquitectura y jardinería tradicional japonesa. Esta obra de arte se construyó en el siglo XVII y fue destinada a un Príncipe Imperial. El jardín está pensado para pasear y descansar en las casitas de té que rodean el estanque central.
Villa Imperial Shugakuin. Fue construida en el siglo XVII fue realizada por el Shogunato Tokugawa como lugar de retiro para un ex-Emperador. Su jardín es uno de los mayores de la ciudad, con una extensión aproximada de veintiocho hectáreas.
Los templos y santuarios, tanto sintoístas como budistas, son tan numerosos que baste con citar que los más destacados son los de Higashi-Honganji, Toji, y Kiyomizu desde el que se domina todo Kyoto y sus alrededores.
Interesantes también los museos, muy especialmente el destinado al traje, el cual ofrece una muestra cronológica de la evolución de la indumentaria japonesa hasta nuestros días.
Para tener una visión rápida de varias artes y tipos de teatro japoneses, resulta muy recomendable una visita al Recinto Masaka Kankan, donde pueden observarse la ceremonia del té, música antigua y los bailes de Kyoto con marionetas.
Son muchas más las cosas que podrían contarse sobre Kyoto, pero es preferible que el viajero se deje subyugar por la tranquilidad de sus ambientes, la belleza de sus paisajes y, por supuesto, por la exquisita cortesía de los japoneses.

OSAKA : ENCLAVE COMERCIAL E INDUSTRIAL
Por contraposición a Kioto en todos los aspectos, a unos 553 kilómetros al sur de Tokio y a menos de una hora de avión de la capital, Osaka es el centro comercial e industrial más destacado de todo el oeste del país y con sus casi tres millones de habitantes la tercera ciudad importante.
El núcleo del área metropolitana Osaka-Kobe-Kioto, tiene una población de casi diecinueve millones de habitantes.
Entre los monumentos de mayor importancia destacan el castillo de Osaka, famoso por sus imponentes dimensiones y las gigantescas piedras de granito de sus muros. A considerar también el Santuario Temmangu dedicado a Sugawara Michizane, distinguido hombre de letras en la literatura china.
Puntos de interés son también el Templo de Shitennoji, fundado por el Príncipe Shotoku y el Santuario Sumiyoshi muy frecuentado por los navegantes, sin olvidar el distrito de compras de Shinsaibashi, el conjunto de edificios municipales de Nakanoshima y la zona subterránea de Umeda con sus comercios y restaurantes. Los centros de diversión se encuentran en Dotombori y Sennichimae.
En el aspecto cultural destacan sus múltiples museos: Muy a tener en cuenta el Museo Nacional de arte; el de Ciencia; el de Cerámica Oriental; el Marítimo y el de Historia Natural. Asimismo, por ser la mayor ciudad en la región de Kansai, Osaka dispone de un buen número de universidades.
Osaka, junto con París y Londres, tiene una de las zonas de influencia más productivas del mundo. Históricamente, la ciudad era el centro del comercio en Japón, especialmente en la Edad Media y pre-moderna. Muchas empresas grandes ya se han trasladado a Tokio. Sin embargo, varias importantes como Panasonic, Sharp y Sanyo, todavía tienen su sede en Osaka.
Curiosamente el aeropuerto internacional de Kansai, está localizado en una isla artificial rectangular construida en la bahía de Osaka.
Las conexiones de los ferries son mucho mejores que las de Tokio por su localización y más cercanas a otras regiones del continente asiático.
Por lo que respecta al ferrocarril subterráneo (metro), su red es muy amplia. Con 880 millones de pasajeros al año, se considera la octava red más utilizada en todo el mundo.

UN RECORRIDO POR EL SUR
Después de visitar Kioto y Osaka, una ruta interesante puede conducir a través de Nara y el monte Koya, con sus complejos monásticos. Kurashiki es una preciosa ciudad y a poca distancia se encuentra el puente Seto Ohashi, que comunica con Shikoku y es el más largo del mundo (tiene diez kilómetros).
Hiroshima alberga el memorial de la bomba atómica y diferentes restos de la II Guerra Mundial-
En la isla de Miyajima, que ha sido venerada desde la antigüedad, hay un notable templo sintoísta que vale la pena visitar. Se encuentra a unos 50 kilómetros de Hiroshima y su arquitectura presenta una relación con su entorno paisajista y natural.
Este recorrido por el sur puede muy bien concluir en Izumo, donde la leyenda establece el nacimiento de Japón.
El archipiélago japonés en pleno océano Pacífico es capaz de fascinar al viajero, mostrando una amplísima diversidad natural y, al mismo tiempo, la gran fortaleza de su cultura más ancestral. Cautiva, extasía en rincones apacibles y sosegados que invitan a la meditación, pero también es capaz de revolucionar los sentidos en algunas urbes que son una paradoja de contrastes y mantienen un equilibrio difícilmente comprensible para cualquier occidental.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)