B E R L Í N



                                        MODERNA, SIN OLVIDAR EL PASADO
 

Ciudad dividida debido a la sinrazón política durante muchos, demasiados años, la que fue un microcosmos de la guerra fría, Berlín, la vieja capital alemana, renace de nuevo y se ha convertido en un crisol donde se funde lo más moderno y elegante con los recuerdos de un atormentado pasado

UN RECORRIDO CULTURAL
Claro ejemplo de ciudad moderna y de nueva concepción, es capaz de ofrecer a sus visitantes una enriquecedora visita que sólo es comparable con la que suelen ofrecer las grandes capitales culturales del mundo.
Puede iniciarse un recorrido por  el Palacio de Charlottenburg, construido en 1701 como residencia de Federico I. Este suntuoso palacio se ha convertido en el orgullo arquitectónico y cultural de la zona oriental de Berlín. Con grandes jardines, bien cuidados casi siempre, un gran número de museos internos y externos, sus escalinatas reales y las verjas que se encuentran en su recinto, este palacio requiere un recorrido tranquilo y exhaustivo.
Situado enfrente se halla el Museo Egipcio, el cual acoge en su primera planta la conocida efigie de Nefertiti, la famosa reina de Egipto.
Junto al museo Egipcio, se ubica el Museo de Antigüedades, en el edificio que fuera antigua residencia de los soldados de guardia del rey. En su interior muestra colecciones de cerámica y bronce de la época romana y griega, así como vasos y utensilios de manejo diario, y una exposición de joyas.
La avenida 17 de Junio es una de las arterias más importantes y representativas de la historia de la ciudad. En ella se levantan diferentes monumentos conmemorativos y el conocido Tiergarten, uno de los parques más extensos del mundo.
La Kurfürstendamm es otra de las avenidas más conocidas que existen en la ciudad. En ella se pueden encontrar desde las más variadas tiendas y centros comerciales hasta locales de ocio y diversión, arquitectura clásica, grandes rascacielos y uno de los símbolos más representativos de esta urbe, la Kaiser Wilhelm Gedächtniskirche o Iglesia Conmemorativa del emperador Guillermo I.
La Columna de la Victoria está emplazada en la conocida rotonda de la Gran Estrella y conmemora famosas campañas militares prusianas. Unos metros más allá se encuentra el Monumento Soviético de la Victoria, un recordatorio a los soldados rusos que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Suele ser costumbre hacerse una fotografía en sus oxidados cañones.
La Puerta de Brandenburgo está ubicada al final de la avenida 17 de Junio, y es el símbolo de la unidad de Alemania. Junto a ella se alzan los restos del famoso muro de Berlín, un monumento que debe verse. Aún perduran algunos tramos de esta construcción que dividió no sólo la ciudad, sino también el mundo en dos ideologías diametralmente opuestas. En Múhlenstrasse se puede ver un tramo de más de un kilómetro de esta ya reliquia del pasado. Asimismo, se conserva en buen estado el Checkpoint Charlie, que fue uno de los puntos de acceso para extranjeros en Berlín Este y de escape clandestino de algunos habitantes de la RDA.
El antiguo Reichstag, desde 1999 es de nuevo la sede del parlamento federal ahora llamada Bundestag. En su reconstrucción sólo se dejaron los muros exteriores; el interior es totalmente nuevo. Su cúpula de cristal es accesible al público y ofrece una magnífica vista panorámica de la ciudad, especialmente por la noche
Unter den Linden es una calle que suele ser calificada como el equivalente a los Campos Elíseos de París. Llena de edificios de la pasada época prusiana, se puede contemplar el Teatro alemán de la Ópera, la catedral de St. Hedwig, la embajada rusa, el Palacio del Príncipe, la llamada “isla de los museos” o el Parlamento de Berlín.
Un paseo por el Berlín cultural puede finalizar en la Alexanderplatz, considerada el centro de la antigua Berlín en la cual se ubica el centro de Telecomunicaciones, una torre en cuyo último piso se puede disfrutar de una maravillosa vista de toda la ciudad. Tiene una altura de 368 metros.

LA RUTA DE LAS IGLESIAS
Más de medio centenar de iglesias rurales proporcionan a los barrios periféricos de Berlín un encanto muy especial a caballo entre el misterio y la religión.
Para iniciar un paseo a través de las iglesias más representativas hay que dirigirse a Tempelhof. Su iglesia, que se encuentra ubicada detrás de un grupo de árboles, en medio de un amplio e idílico parque, cerca del Ayuntamiento y a pocos metros de Tempelhofer Damm, tiene una superficie interior de 235 metros cuadrados, lo que la convierte en la iglesia medieval más grande de todo Berlín. Destruida durante la guerra, se reconstruyó en 1956 manteniendo una ventana de arco redondo.
Cerca del museo de historia local, frente al frecuentado Mariendorfer Damm se encuentra la iglesia construida en el siglo XIII por los templarios. La puerta oeste, de estilo barroco, tiene un montaje de madera coronado por un recubrimiento de planchas de cobre y sigue guardando la vieja campana del año 1480.
Pasando junto al recinto de la exposición de jardinería, con el restaurado molino Stechhan, se llega a la iglesia Alt-Britz, una construcción que data del año 1300. Se encuentra rodeada por un magnifico estanque que hace aún más bello el paraje en el que se halla y es motivo de numerosas visitas turísticas. Muy interesante observar su pila bautismal.
La siguiente parada de esta ruta debe ser la Alt-Buckow, una iglesia de más de 730 años de antigüedad. De estilo gótico antiguo y tejado de dos vertientes, merece la pena fijarse en su Cruz central y en las extraordinarias vidrieras que hay junto al altar. Muy cerca se encuentra un espectacular molino, de estilo holandés que data de 1890.
El recorrido por algunas de las iglesias más representativas de Berlín debe seguir visitando la más antigua en su estilo, la Alt-Marienfelde. El edificio de granito, con una impresionante torre cuadrada de más de 23 metros, fue construido por los templarios hacia el año 1220. Llama poderosamente la atención su emplazamiento: una idílica dehesa que se ubica en medio de la gran ciudad.
Desde Marienfelde se llega en pocos minutos al pueblo rural de Lichtenrade, donde se alza una bonita iglesia del siglo XIV, la cual está situada en un lugar realmente bello, frente a un extenso lago natural. Junto a la fachada sur de la iglesia se alza uno de los robles más viejos de toda la ciudad.

UNA ESCAPADA A POSTDAM
Postdam es un barrio más de Berlín. Situado a una veintena de kilómetros, la mayoría de agencias de viajes suelen ofrecer excursiones de un día a este insólito paraje en el que hay oportunidad de contemplar grandes palacios, templos chinos, ruinas romanas, lagos y bellísimos parques para disfrutar de excelentes paseos.
Situado a sólo unos metros del acceso a Postdam, se encuentra el famoso palacio de Schloss Glienicke, perteneciente al hijo de Guillermo III. Merece la pena dar un paseo por el parque que le rodea y disfrutar con las llamativas fuentes que en él se encuentran. No hay que perder de vista las barandillas de sus habitaciones, todas ellas talladas en oro.
Una mezcla de historia y belleza se une en el llamado Puente de los Espías, antigua puerta de acceso a Postdam. Merece la pena detenerse unos minutos para observar desde su barandilla los impresionantes palacios y extensos bosques que se asientan sobre el río Havel.
Considerado como una ampliación del “Sanssouci”, el Jardín Nuevo es una amplia extensión de árboles y naturaleza salvaje que acoge dos importantes construcciones: por un lado el Palacio de Mármol, decorado en mármol gris de Silesia, y por otro, el Schloss Cecilienhof, un caserío rural construido en madera, con unos jardines espectaculares y con el aliciente de ser el enclave en el que se firmó el famoso Tratado de Postdam en el año 1945. En la actualidad es un atractivo hotel.
Sin lugar a ningún género de dudas, Alexandrowka es uno de los barrios históricos y más curiosos de Berlín. Está formado por diferentes casas que han sido construidas a imagen y semejanza de las que existen en Moscú. Cuidando el más mínimo detalle, tanto en su decoración como en la concepción del espacio, de forma que hasta sus propios habitantes son de origen moscovita, como sus ropas y costumbres también demuestran.
Federico el Grande, auténtico enamorado de Berlín, mandó edificar su propio palacio a orillas del río Havel; le llamó Sanssouci (en francés significa “sin preocupaciones”) y ahora se ha convertido en una de las mayores atracciones de Alemania. Para conocerlo bien se le debe dedicar, al menos, una jornada completa y así disfrutar de sus múltiples palacios, pequeños lagos, impresionantes fuentes, jardines, ruinas romanas, vestigios de culturas milenarias… Mención especial requiere la visita al Schloss Charlottenhof, un palacio que rememora la época clásica romana; a los baños también romanos; a la Pinacoteca, santo y seña del Jardín; al Orangerie, un palacio que rememora la Italia del Renacimiento; el Belvedere, una torre en la que se puede disfrutar de impresionantes vistas de todo el complejo, todo ello sin olvidar la curiosa Casa del Dragón, posteriormente convertida en un popular café.
Una escapada a Postdam vale realmente la pena.
Berlín es, sin duda alguna, uno de los referentes europeos en lo que respecta a modernidad y sofisticación. Es una capital en constante ebullición social y cultural, convertida en la actualidad en un interesante destino turístico.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)