En
pocos países del mundo se celebran tantas fiestas y festivales como en Nepal. A
la sombra de los dioses, las celebraciones son tan frecuentes que a menudo
coinciden. Hay más de 50 ocasiones festivas al año y 120 días dedicados a
fiestas.
Miles
de deidades, demonios y ogros, espíritus inquietos y familiares muertos deben
ser aplacados y recordados. Hay que festejar las diversas estaciones y existen
ríos apropiados para bendecir las semillas que serán plantadas y las cosechas
recogidas. Como lo dicta el calendario lunar, alegres procesiones y el sombrío
simbolismo del incienso desempeñan un papel importante en la vida del pueblo.
La
mayor parte de las fiestas están relacionadas con las dos religiones dominantes
en el país: el hinduismo y el budismo. Los fieles de una religión participan en
los eventos festivos de la otra, adaptando algunos de los ritos de la otra
creencia a sus propias celebraciones. La comunicación con los dioses pertenece
a la esencia de estas fiestas.
UNA CIUDAD MILENARIA
Nepal se encuentra en el sur de Asia y comparte
fronteras territoriales con la India y China. Es un país conocido por su
exquisita belleza natural, con el Himalaya icónico que atraviesa la parte norte
y occidental del país. Ocho de las diez montañas más altas del mundo,
incluyendo el Everest, se ubican dentro de su territorio. Aunque es un país
relativamente pequeño en comparación con sus vecinos, tiene unos paisajes
asombrosamente diversos, desde el Himalaya en el norte hasta las llanuras de la
región del Terai en el sur. Y precisamente en esta región del Terai es donde se
encuentra Janakpur,
también conocida como Janak Purdham, situada a unos 123 kilómetros de la
capital Kathmandú y a sólo una veintena de la frontera con la India. Una ciudad
histórica y muy religiosa cuyos orígenes son milenarios.
El
texto hinduista Shatápatha-brahmana
(700-500 a.C.) habla sobre que el rey Mathava Videgha, dirigido por su
sacerdote Gotama Rajugana, primero cruzó el río Sadanira (que podría ser el río
Gandaka) y fundó el reino de Videja, cuya capital era Mithila. Dado que Gotama
Rajugana compuso varios himnos del Rig-veda
(el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a.C.) se cree que
estos eventos podrían datar del periodo védico.
La
referencia más importante acerca de Mithila/Yanakpur se encuentra en el texto
épico del Ramayana, donde se dice que
Sita (también llamada Yanaki), la esposa del dios Rama, era la princesa de
Videja. Su padre, el rey Yanaka, la encontró cuando era un bebé en un surco de
un campo y la adoptó como su hija propia. Dado que tanto Rama como Sita son
figuras relevantes en el hinduismo, Yanakpur o Janakpur se ha convertido en un
importante en un centro de peregrinaje para los hinduistas.
Además,
tanto Buda (fundador del budismo) como Mahavira (iniciador del jainismo),
vivieron en Mithila/Yanakpur, de ahí que la región fuera un centro importante
en la historia de la India durante el primer milenio.
HINDUISMO Y
BUDISMO
El
hinduismo no tiene un credo oficial ni una organización universal de gobierno.
Los sacerdotes brahmanes actúan de
consejeros espirituales de las castas superiores, pero la única autoridad real
son los antiguos textos de los Vedas.
Lo más importante es que el individuo obre de acuerdo con su familia y su grupo
social.
Las
diferentes sectas han desarrollado una especie de afinidad con uno y otro dios,
especialmente con el tridente formado por Brahma “el creador”, Vishnú “el
preservador” y Shiva “el destructor”.
La
mayoría de los hindúes nepalíes creen que el papel de Brahma está esencialmente
completo. Habiendo creado el mundo, ahora puede mantenerse alejado de los
asuntos cotidianos. En cambio, son muy importantes Vishnú y Shiva. Según la
tradición, Vishnú, cuyo deber es garantizar la conservación de la vida y del mundo,
visitó la Tierra en diez diferentes avatares o encarnaciones. El arte nepalí le
representa como un pez, una tortuga, un jabalí, un león, un enano y diversos
hombres, entre ellos Narayan, encarnación del amor y conocimiento universal;
Rama, un príncipe; Krishna, un pastor de ganado y conductor de carros, y
Gautama Buda, el que corrompió a los demonios.
Las
historias en torno a los dioses Rama y Krishna son de especial importancia para
los hindúes.
Krishna
es el personaje central del poema épico Mahabharata
y aparece como el conductor del carro del guerrero Arjuna, al que se enfrenta
un ejército. Arjuna se resiste a pelear hasta que Krishna le convence de que
debe ser fiel a su misión en la vida. Arjuna combate y extermina al ejército
opositor.
A
los nepalíes les gustan muy en especial los relatos de aventuras de Krishna
como pastor de ganado. Se cuenta que una vez se apareció a las encantadoras gopis (pastoras) en tantas encarnaciones
como mujeres había e hizo el amor con todas ellas y de la forma que más le
agradaba a cada una.
Sin
embargo, es al dios Shiva a quien se tributa la mayor devoción en Nepal. Los
fieles que le veneran no lo hacen por amor a la destrucción, sino porque
respetan el hecho de que todo tiene un final y de ese final arranca un nuevo
comienzo.
Al
igual que sucede con Vishnú, también Shiva tiene diferentes avatares o
encarnaciones. Es Pashupati, que guía a todas las especies en su desarrollo y
actúa de dios tutelar de Nepal. Es Mahadev, señor del conocimiento y la
procreación, simbolizado por el lingam
o falo. Y también es el terrorífico Bhairav tántrico, representado con enormes
dientes y un collar de calaveras, que trata de destruir todo lo que ve,
incluida la ignorancia.
Uno
de los hijos que Shiva tuvo con su consorte Parvati (también llamada Annapurna,
diosa de la abundancia), es el popular dios con cabeza de elefante, Ganesh.
Responsabilidad de Ganesh es decidir entre el éxito y el fracaso, eliminar
obstáculos o crearlos si es necesario.
En
el caso concreto del dios Rama (encarnación de Vishnú) hay que decir que es el
héroe del Ramayana, uno de los poemas
épicos más relevantes de toda Asia. Simboliza el hombre ideal, valiente, noble
y virtuoso. Su bella esposa, Sita, cuya legendaria casa está en Janakpur, es la
mujer perfecta, leal y devota.
En
el Ramayana se cuenta que, en una
correría por el bosque, el demonio Ravana raptó a Sita y se la llevó a su cubil
en la isla de Lanka (Ceylán). Rama consiguió la ayuda de los monos y de su
general Hanuman, así como del águila mítica Garuda, juntos rescataron a Sita y
mataron a Ravana.
En
Nepal también se venera a Hanuman y Garuda.
El
sacrificio ritual es otro pilar de la religión en Nepal. En una boda, un rito
de iniciación, la fiesta de una divinidad o la bendición para la construcción
de una casa, se llevan a cabo sacrificios con la máxima simplicidad o con la
máxima pompa y ceremonia, desde el Himalaya al norte, hasta el Terai al sur.
LA FIESTA DEL VIVAH PANCHAMI
En
el quinto día de la luna creciente de finales del mes de noviembre o principios
de diciembre, Janakpur estalla con una de las fiestas más populares que se
conocen en todo Oriente. Una auténtica explosión multicolor.
Cada
año la ciudad se llena de peregrinos, hombres y mujeres visten sus mejores
galas y la alegría y el gozo reinan por doquier. La ocasión lo merece pues con
el Vivah Panchami se trata de renovar
anualmente el rito de la boda entre las divinidades Ram y Sita. Sus imágenes
ataviadas de forma brillante y exquisita son llevadas en procesión, rodeados de
la máxima pompa y entre el entusiasmo general.
La
ceremonia principal tiene lugar en el Janaki Mandir o templo de Janaki (el otro
nombre que recibe la divinidad Sita). Un templo que fue construido en 1874 y es
una mezcla de estilo mogol y arquitectura local. Este templo cuenta con tres
plantas y alrededor de sesenta estancias. Es el templo más grande de Nepal y en
su interior alberga una imagen de Sita que fue encontrada cerca de la ciudad
india de Ayodhya, en el reino de Lord Ram.
En
la esquina suroeste del Janaki Mandir se ubica el Vivah Mandap, que ha sido
construida en el mismo lugar donde se dice que tuvo lugar el enlace de Ram y
Sita.
Otro
templo bien conocido es el Ram Mandir construido en estilo pagoda y, por tanto,
es diferente de los demás templos de Janakpur, que por lo general tienen muchas
similitudes con la arquitectura mogol. En su interior existe una estatua que se
asegura pertenece a Yogamaya, la deidad que tiene la reputación de ser una de
las imágenes más bellas de las formas femeninas en todo Nepal.
Otros
lugares sagrados de interés son el templo Laxman, el Sankat Mochan y el templo
dedicado al dios-mono Hanuman.
La
legendaria región de Mithila también es famosa, y se enorgullece de ello, por
tener un gran número de estanques y lagunas con una importancia histórica y
mitológica. Entre los estanques, Ganga Sagar, Parshuram Kunda y Dhanusha Sagar
están considerados sagrados.
Resulta en extremo
difícil poder llegar a comprender el misterio que siempre envuelve a las
religiones, toda la mitología, las creencias y tradiciones del pueblo nepalí.
Es algo que está tan arraigado en sus gentes que se ha convertido en su propia
forma de vida. Budismo e hinduismo, las dos religiones más extendidas, han sido
capaces de dejar a través de los siglos un legado de excepción y no sólo de
carácter espiritual, sino también con obras arquitectónicas que son una muestra
más que fehaciente de la fe y el amor. Por ello, penetrar en el interior de
templos monasterios y estupas, contemplar estas maravillas, permanecer en
silencio y verse rodeado de tal magnificencia, es como sentirse trasladado en
el tiempo y el espacio, vivir intensamente otro mundo en el éxtasis,
aproximándose al conocimiento de las deidades que en ellos se representan,
Buda, Shiva, Vishnú, Ganesh, Parvati, Ram, Sita, Krishna…
Presenciar cualquier
manifestación religiosa como el enlace matrimonial de Ram y Sita en Janakpur es
tanto como asistir asombrado a un espectáculo inverosímil. Una explosión de
colores, líneas y estructuras capaces de revolucionar los sentidos. Una
sinfonía recargada de extraña religiosidad y que a la vez revela un pasado en
verdad enigmático.
Y una vez concluida
esta fiesta excepcional del Vivah
Panchami, deambular sin prisa a través de la vieja Janakpur es tanto como
dejarse llevar a través de un mundo mágico y atractivo para confundirse entre
animadores, bailarines, vendedores de todo, desde exóticas frutas hasta
pañuelos de seda o flautas de bambú. Gentes musitando oraciones o realizando
ofrendas, llevando palmas y flores, haciendo sonar campanillas o simplemente
cantando y bailando acompañados de los más rudimentarios instrumentos, sadhus, mendigos y, sobre todo niños por
todas partes. Todo eso y mucho más puede observarse en esta incomparable ciudad
y siempre con la sonrisa en los labios como expresión permanente de unas gentes
de aspecto sosegado y que resultan encantadoras para cualquier viajero que se
asoma a este rincón apasionante.
Vivir el Vivah
Panchami, el enlace de las divinidades Ram y Sita en Janakpur, es, sin lugar a
ningún género de dudas, una experiencia inolvidable.
(Ver interesante colección gráfica de este
reportaje en GALERIA DE FOTOS)