CRISOL
DE CULTURAS
A orillas del río Jalón, Calatayud es
una ciudad convertida a lo largo de los siglos en una auténtica encrucijada de
civilizaciones. Sus orígenes son ibéricos y su etimología indica que se trataba
de un lugar sagrado.
Esta ciudad Ibérica gozó de gran
prosperidad durante la época romana. Con la llegada del Islam, surgió la actual
ciudad, que tomó el nombre del conjunto defensivo, el Qal’at Ayyub (Castillo de
Ayud). A principios del siglo XII (1120) fue ocupada por las tropas cristianas
de Alfonso I “El Batallador”. Parte de la población musulmana permaneció
dedicada a la construcción, hecho éste que daría lugar al florecimiento del
Arte Mudéjar. A lo largo de todo el resto de la Edad Media, Calatayud fue
afianzando su posición de segunda población en importancia del reino. En ella
se celebraron Cortes en repetidas ocasiones.
Los siglos XVII y XVIII fueron la
época de la reconstrucción total de templos como la Colegiata de Santa María y
del Santo Sepulcro, marcando una época de esplendor cultural; y tuvo lugar el
asentamiento de la Compañía de Jesús, destacando como profesor Baltasar
Gracián.
Calatayud fue declarada Conjunto
Histórico y Monumental en 1967 y su arte mudéjar Patrimonio de la Humanidad en
2001.
CONJUNTO
MONUMENTAL
Un paseo por la Calatayud monumental
puede iniciarse visitando la iglesia de San Juan el Real, levantada por la Compañía
de Jesús al instalarse en el siglo XVII, pero su expulsión un siglo después
dejó sin concluir la decoración de retablos, como puede comprobarse en la
actualidad. Es un templo de factura barroca, con elevada torre, de planta en
cruz latina y capillas entre los contrafuertes comunicadas entre sí, sobre las
que descansa una tribuna abierta a la nave central por medio de ventanas. El crucero
se cierra con cúpula con linterna, sobre pechinas que están decoradas por
lienzos de seda pintados por Francisco de Goya, representando los cuatros
Padres de la Iglesia Occidental (San Agustín y San Ambrosio, obispos, San Jerónimo
cardenal, y el papa San Gregorio, el Magno)
Caminando por la avenida de San Juan el Real
se llega hasta el nuevo Museo Arqueológico que fue inaugurado en 2007 y recoge
una interesante colección de materiales arqueológicos que proceden
principalmente de Bílbilis, así como la obra del pintor Francisco García
Torcal.
Abandonando el museo, el visitante se
encuentra con la popular Fuente de los Ocho Caños y la Puerta de Terrer,
atravesándola por su arco para llegar hasta la Colegiata de Santa María la
Mayor, declarada Monumento Nacional y su mudéjar Patrimonio de la Humanidad. Su
fachada es renacentista, labrada en 1528 en alabastro, con puerta de la misma
época. El edificio es protobarroco de principios del siglo XVI, sustituyendo a
otro anterior mudéjar. En el interior pueden contemplarse retablos barrocos y
capillas con yeserías barroco-mudéjares.
Ascendiendo por la calle Amparados se
llega hasta la iglesia de San Andrés, templo que conserva su fisonomía mudéjar.
Cabe resaltar que es una de las parroquias fundadas tras la reconquista por
Alfonso I “El Batallador”. Se trata de una iglesia de tres naves, de distinta
altura, cubiertas con bóvedas de crucería simple de nervios diagonales, con
sección de triple baquetón. En ella destaca muy especialmente su bella torre
mudéjar de planta octogonal.
Continuando el recorrido por la calle
San Miguel se llega hasta el arco que lleva su nombre y a la recoleta plaza del
Olivo. Un lugar donde descansar pues se trata de una zona tranquila y llena de
un peculiar encanto.
Descendiendo por la calle Gotor, donde
pueden contemplarse dos muestras de palacios de estilo aragonés, con galería de
arquerías corrido y gran alero, uno de ellos, el del palacio de los Sesé, con
un magnífico artesonado de madera. Deambulando sin prisa, se llega a la amplia
plaza de España, muestra de plaza porticada, en la que llama la atención la
inclinación de algunas de sus casas, debido a las características del subsuelo.
En este lugar se situaba antiguamente el zoco o núcleo mercantil musulmán, y
aquí permaneció hasta la segunda mitad del siglo XX (año 1976), siguiendo el
plano urbano medieval de las ciudades-mercado.
Durante años fue también utilizada
para la realización de espectáculos taurinos. El edificio de la Casa
Consistorial es del siglo XVI, reformado en el XIX. Algunas de las casas de la
plaza son de los siglos XVII y XVIII.
Entrando por la pequeña calle
peatonal, denominada “la Bodeguilla”, se accede a la iglesia de San Pedro de
los Francos, de tres naves, es la joya gótico-mudéjar más intacta, cargada de
historia y que cuenta con un magnifico órgano. Siempre capta poderosamente la
atención del visitante la inclinación natural de su torre. En su interior se
celebraron las Cortes que en el año 1461 juraron príncipe heredero a Fernando,
al que después se llamaría “el Católico”.
Desde este punto puede llegarse hasta
el museo de “la Dolores”, situado en la Hospedería del mismo nombre, donde
puede comprobarse cómo se ha tratado dicho personaje en el teatro, el cine y la
música a lo largo de los años.
Indispensable una visita a la
Colegiata del Santo Sepulcro, construida en 1156 por los canónigos regulares de
esta orden de Jerusalén. La primitiva fábrica fue arrasada a comienzos del
siglo XVI para construir en el mismo lugar la que ha llegado hasta la
actualidad. En la misma destaca su baldaquino.
JUDERIA
Se inicia el recorrido hacia el barrio
de la judería ascendiendo por la Rúa de Dato, eje urbano principal que aglutina
gran parte del comercio de la ciudad. De camino se encuentra el palacio del
Barón de Warsage, héroe de la guerra de la Independencia y edificio que alberga
el Casino Bilbilitano (frente a la iglesia de San Pedro de los Francos).
Tras rebasar la iglesia de San Andrés
y la plaza del mismo nombre, a partir del teatro Capitol se abren las puertas
de la antigua judería. La configuración fisonómica, orgánica y urbanísticamente
hablando, responde a las medidas segregacionistas adoptadas en la Edad Media.
Los judíos bilbilitanos defendían que su judería era una de las más “lindas y
bellas” de Sefarad.
La judería se encarama en torno al
castillo de doña Martina. Subiendo por la cuesta de Santa Ana, hay que
introducirse en un angosto y zigzagueante entramado de calles que conducen
hasta la Sinagoga Mayor, que conserva su fachada con dos puertas pequeñas de
acceso, una para los hombres y otra para las mujeres. Este lugar era el
epicentro de las reuniones y también tenía un componente docente; en la
actualidad es la ermita de Consolación.
Ascendiendo por el barrio de
Consolación se llega hasta el Santuario de la Virgen de la Peña, patrona de la
ciudad. En 1343 se iniciaron las obras del templo mudéjar sobre el solar del
castillo de la Peña. La importancia de los restos mudéjares de este templo es
capital ya que su fábrica es el arquetipo del grupo de iglesia-fortaleza. El
santuario ha tenido que ser restaurado en varias ocasiones por los efectos
devastadores que dejaron las guerras de los Pedros, las carlistas y un terrible
incendio en el año 1933.
Desde este lugar se obtiene una
magnífica panorámica de la ciudad, incluso se puede ascender hasta la ermita de
San Roque.
MORERÍA
Y CONJUNTO FORTIFICADO ISLÁMICO
Paralelo al barrio de la judería y
separados por el eje vial de la Rúa de Dato, pude accederse al barrio de la
morería, que albergaba a la población musulmana durante la Edad Media y que
permite llegar al Conjunto Fortificado Islámico, realmente interesante de
visitar.
La construcción de la mayor parte de
este sistema defensivo urbano está documentada en el año 862 d.C., durante el
emirato de Muhammad I, lo que le convierte en el más antiguo conservado de
época medieval en toda la península Ibérica. Está formado por cinco castillos
unidos por largos lienzos de murallas con torreones.
Estos cinco castillos son: Castillo
Mayor o “Castillo de Ayub”, Castillo de la Torre Mocha, Castillo de la Peña, de
Doña Martina y del Reloj o Real (una gran campana se hace sonar en las dos
fiestas patronales de San Iñigo y Virgen de la Peña).
Unían estas cinco fortalezas una serie
de murallas formando un recinto de forma irregular, que en la actualidad
corresponde a los barrios de Morería, Barrera, Reloj o Lo Picado, La Paz,
Puerta de Soria, Verde y Consolación.
La muralla fue construida de tapial
con paramentos de piedra de yeso, asentada sobre la roca viva que se talló a
pico, a fin de aumentar artificialmente la altura y resistencia del recinto. Un
foso seco excavado a su alrededor subsiste todavía en algunos puntos.
YACIMIENTO
ARQUEOLÓGICO DE BÍLBILIS
Fuera del casco urbano de Calatayud, a
4,5 kilómetros de la ciudad en dirección a Soria, se encuentra el Municipium Augusta Bílbilis, yacimiento
arqueológico de la antigua ciudad romana.
Nacida como heredera de una ciudad
indígena, Bílbilis era capital de los lusones.
En época de Augusto, mediante unas costosas y complejas obras de adaptación al
terreno, la ciudad se estructuró al modo romano, convirtiéndose en el centro
político, administrativo, económico y social de la región. Para desarrollar sus
funciones de municipium romano, se
dotó a la ciudad de un complejo foro formado por una plaza porticada, templo,
basílica y curia, constituyendo junto al teatro un conjunto unificado al que se
accedía mediante una serie de pasillos, escaleras y estancias de paso o
descanso.
Del templo que formaba parte del foro
apenas quedan restos, pero hay indicios de que se trataba de un edificio de
grandes proporciones y tenía unos doce metros de altura. Estaba rodeado por
columnas de orden corintio, y tenía seis columnas en su portada. Es posible que
estuviese recubierto de mármol y asentado sobre un podio.
También hay que destacar el Teatro de
Bílbilis, de gran magnitud, el cual fue edificado en dos fases. Al estar
construido aprovechando una vaguada, su graderío se apoya directamente en el
terreno natural. Este sigue el modelo del teatro de Pompeyo en Roma. Se
encuentra en fase de recuperación.
Otro de los elementos característicos
del yacimiento es el recinto termal. Se construyeron varias termas y una
compleja red hidráulica a base de cisternas, adaptadas a las curvas de nivel
del terreno que le aseguraban un permanente abastecimiento de agua. Estaban
decorados con unos conjuntos pictóricos de gran calidad. Todo el complejo es
una muestra de las comodidades con las que los habitantes de las provincias
dotaban a sus ciudades, y la capacidad económica que tenían.
Desde Bílbilis se puede disfrutar de
unas panorámicas espectaculares del valle del río Jalón, con las montañas de la
sierra de Vicor al fondo. Sin lugar a dudas, se trata de un lugar único.
La actual ciudad de Calatayud se
encuentra muy bien comunicada, tanto por carretera como por ferrocarril, y
dispone de una notable infraestructura hotelera. Cuenta, además, con unos
alrededores de gran interés paisajístico, muy aptos para la práctica del
senderismo, que merecen atención y disfrute.
(Ver
interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)