JORDANIA: CASTILLOS DEL DESIERTO

EL ÚLTIMO REFUGIO DE LOS CRUZADOS

Esparcidos a lo largo y ancho del semiárido y estepario terreno de Jordania oriental, así como en la zona montañosa central, se encuentran numerosas ruinas históricas, cargadas de misterios y leyendas: fortalezas, lugares de descanso de caravanas, palacios fortificados y todo ello conocido tradicionalmente como castillos del desierto.

Como si las maravillas de la naturaleza no fueran suficientes, el desierto de Jordania posee antiguas edificaciones, tierras cultivadas, fuertes y pabellones de caza. Estas construcciones con diferentes elementos decorativos pertenecen a la primera mitad de siglo VIII, durante la época de los príncipes Omeyas. Algunos de ellos han sido declarados patrimonio mundial de la Humanidad por la UNESCO.

LOS CRUZADOS: HISTORIA Y LEYENDA

Para los viajeros fascinados por la historia y las leyendas de los Cruzados no pueden faltar en esta tierra la presencia de los innumerables y fantásticos castillos.

El pintoresco Camino de los Reyes, una ruta histórica que va desde Ammán hasta Aqaba, está llena de ruinas y fortalezas de las que las más importantes son Kerak y Shobak. La distancia tomada para la construcción de estas fortificaciones era la de un día de camino entre un fuerte y otro. Durante la noche se encendía un fuego sobre cada baluarte con el fin de informar a Jerusalén de que todo estaba en orden.

KERAK

De camino a esta fortaleza se halla una de las vistas panorámicas más espectaculares de la ruta, se trata del Wadi al-Mujib, a unos 50 kilómetros al norte de Kerak. Un cañón que tiene más de mil metros de profundidad y la carretera serpentea precariamente bajando por un lado y subiendo por el otro. Este cañón es el Arnon de la Biblia y formó una frontera natural entre los moabitas del sur y los amoritas del norte.

La mayor parte de la ciudad de Kerak está dentro de las murallas de la antigua ciudad de los Cruzados y está dominada por el fuerte.

Kerak está en las rutas de las antiguas caravanas que solían viajar de Egipto a Siria en tiempo de los reyes bíblicos, y que también fueron utilizadas por los griegos y los romanos.

La llegada de los Cruzados volvió a relanzar la ciudad y el rey cruzado Balduino I de Jerusalén hizo construir el castillo en el año 1132. El lugar fue escogido por estar estratégicamente situado a medio camino entre Shobak y Jerusalén, y por ser un buen punto de observación. Con los impuestos recaudados a las caravanas y los alimentos cultivados en la zona contribuyó a la prosperidad de Jerusalén.

Después de resistir durante años los ataques de los ejércitos árabes, finalmente cayó ante las tropas de Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, conocido en Occidente como Saladino, en el año 1188 d.C. El entonces gobernador de la fortaleza, Reinaldo de Chatillon, quería dominar la región, rompió la tregua con los árabes y se ganó muy mala fama porque en su castillo de Kerak se torturaba a los prisioneros, hasta el punto de que Saladino prometió matarlo con sus propias manos. Poco después de la derrota de los Cruzados en la batalla de Hittin lo asesinó sin piedad.

El líder árabe tenía la costumbre de arrojar a sus enemigos por las almenas del castillo (450 metros más abajo), incluso se tomaba la molestia de colocarles una caja de madera en la cabeza para que no perdieran la conciencia antes de chocar contra el suelo.

El sultán mameluco Baibars reforzó la fortaleza a finales del siglo XIII, pero más tarde se desplomaron tres de las torres en un terremoto. En los años 1880, las luchas internas obligaron a los cristianos de Kerak a huir hacia el norte, hacia Mádaba y Maan, y la paz sólo volvió a reinar después de que se apostaran militares de tropas turcas en la ciudad. Su mayor importancia, sin embargo, se alcanzó durante las Cruzadas y bajo la dinastía ayubí, iniciada con Saladino.

En las últimas décadas la fortaleza ha sido parcialmente restaurada y es un laberinto de salas y pasillos abovedados. Todavía es posible ver las cisternas donde se almacenaba el agua, pero poca cosa más.

El edificio de varios pisos del extremo sur era el donjon (calabozo). La construcción más notable de la arquitectura de los Cruzados se realizó en el norte, donde hay todavía una inmensa sala con arcos de dos pisos de altura, usada como establo y residencia pero también como refugio ante los ataques con máquinas de guerra.

El castillo es un notable ejemplo de arquitectura de los Cruzados, con una mezcla de estilos europeo, bizantino y árabe.

Durante el periodo otomano, jugó un importante papel por su situación estratégica en el cruce de caminos entre Arabia, Egipto y la Gran Siria.

En épocas posteriores, la ciudad fue a menudo refugio de rebeldes y el castillo se usó como centro de celebración de consejos de tribus. La firme administración turca se implantó después de 1894 y el palacio mameluco del interior del castillo se usó como prisión. La Gran Revolución Árabe dio el golpe de gracia al dominio turco, que terminó en 1918.

Como curiosidad y en el apartado de la gastronomía cabe citar que, en la ciudad de Kerak se puede disfrutar del plato nacional de Jordania, el mansaf. Sus principales ingredientes son el cordero y el arroz, amén de un yogur seco denominado jameed. Es un plato exquisito de origen beduino.

En los alrededores de Kerak puede visitarse el Mar Muerto y a unos 20 kilómetros al norte se halla Ar-Rabba, ciudad que presume de templo romano y de otras ruinas romanas y bizantinas.

Y a unos 25 kilómetros al sur se ubica Dhat Ras, las desmoronadas ruinas de un poblado nabateo y romano. Los restos de un muro y de una columna pertenecen a un templo del siglo II, se inclinan en un extraño ángulo y parece que estén a punto de caerse.

Más allá del Wadi al-Mujib, a unos 32 kilómetros se encuentra Tafila, bullicioso centro comercial donde los campesinos de los alrededores que cultivan frutales y olivos, acuden para vender sus productos.

Tafila formaba parte de la línea de bases de los Cruzados.

SHOBAK

Se trata de otro fuerte de los Cruzados y tiene una posición privilegiada sobre un territorio increíblemente desolado. A unos 25 kilómetros al norte de Petra, este imponente castillo corona una roca, en forma de cono, que se eleva sobre un paisaje agreste y escarpado. Hoy en día recibe el mismo nombre de la localidad colindante, Shobak, aunque en época de las Cruzadas se denominaba Krak de Montreal: la fortaleza de la montaña real. Se construyó en 1115 durante el reinado de Balduino I de Jerusalén; y supone el primero de los muchos castillos de la zona.

Sufrió varios ataques por parte de Saladino antes de caer finalmente en sus manos en 1189.

Debe mucho de su forma actual a la restauración mameluca del siglo XIV.

Los ayubíes mantuvieron el castillo bajo su poder hasta 1260, año en que el nuevo Sultán mameluco egipcio, Baibars, consiguió el poder de la región al completo. Sin contar una iglesia y una capilla pertenecientes a los Cruzados, así como un palacio ayubí, la mayoría de lo que puede apreciarse en la actualidad corresponde a la restauración que llevó a cabo el mameluco a finales del siglo XIII, entre las que se incluye un precioso friso con caligrafía árabe ubicado en los muros exteriores. El poder otomano sobre la zona pasó a manos de algunos sheijs de la zona (expertos en diferentes materias) hasta finales del siglo XIX. El castillo estuvo habitado por un par de familias de la zona hasta los años 50 del siglo XX.

Actualmente el lugar parece más impresionante desde fuera, porque está construido sobre un montículo en el mismo borde de la meseta. El interior es bastante decrépito, aunque está siendo restaurado. En el castillo hay dos iglesias. Hay también restos de baños, cisternas y canalizaciones de aguas de lluvia. Las inscripciones en las paredes de la fortaleza fueron dejadas por el propio Saladino.

Al pie de la colina pueden verse unas casas beduinas abandonadas.

AL AZRAK

Este castillo o la "fortaleza azul" en árabe, está situado a un centenar de kilómetros al este de Ammán, en las afueras de la ciudad de Azraq.

Su valor estratégico se debe a un cercano oasis, la única fuente de agua en esta desértica región. Los romanos militarizaron este lugar por primera vez, y más tarde se construyó una mezquita. La construcción definitiva fue realizada por los mamelucos en el siglo XIII, explotando las canteras de basalto de la zona, con lo que el castillo tiene un aspecto mucho más oscuro que el resto de edificios cercanos.

El castillo, de basalto, tiene una estructura cuadrada de 80 metros de lado. En el interior hay un gran patio, en cuyo centro se sitúa una mezquita de la época omeya. En cada esquina hay una torre oblonga. En la entrada principal hay una losa de granito a modo de puerta que se abre a un vestíbulo en el que pueden verse aún el grabado en el pavimento de un viejo juego romano. Cada una de las losas de la puerta pesa una tonelada, pero las hojas se abren con facilidad gracias a las bisagras untadas con aceite de palma. La razón es que no hay madera en las cercanías, salvo las palmeras.

AQUÍ SE ESTABLECIÓ LAWRENCE DE ARABIA

La importancia de este lugar se halla en el oasis de Azraq, la única fuente de agua permanente en unos 12.000 kilómetros cuadrados de desierto.

Se cree que los primeros habitantes de este lugar fueron los nabateos, hasta que en el año 300 cayó en poder de los romanos, bajo el gobierno de Diocleciano. Los romanos construyeron una estructura de piedra basáltica que serviría de base a futuras construcciones. Probablemente, los bizantinos y los omeyas ocuparon este lugar, pero finalmente fueron los mamelucos quienes levantaron en torno a 1237 la fortaleza tal y como se conoce en la actualidad.

En el siglo XVI, los turcos otomanos se establecieron en el castillo, y durante el invierno de 1917, Thomas Edward. Lawrence estableció aquí su cuartel general para organizar la lucha contra el Imperio otomano. La sala que ocupaba durante su estancia aún puede verse encima de la puerta de entrada.

 

AL KHARANAH

Qasr Al Kharanah es otro de los llamados castillos del desierto que hay al este de Ammán, en Jordania.

Se encuentra a unos 60 kilómetros al sudeste de la capital, en medio de una llanura desértica, sobre una pequeña loma de 15 metros de altura, cerca del camino que une Ammán con Azraq. Es uno de los primeros castillos construidos por los omeyas en esta región, y aun así se encuentra muy bien conservado, destacando en medio de la estepa desértica con su forma cúbica, de cuatro lados y torres en las esquinas que no superan la altura de las paredes, además de torres semicirculares en el centro de cada fachada y una entrada única. Está hecho con piedras de arenisca unidas con mortero.

La planta, cuadrada, tiene unos 35 metros de lado (1.225 metros cuadrados) y en su interior hay un patio rodeado por dos pisos con sesenta dependencias, la mayoría rectangulares, con techos abovedados y formados por semicúpulas sobre pilastras adosadas. La decoración es limitada, sólo sobre la puerta de entrada hay estuco y se aprecian dientes de sierra en los arcos. Un dibujo en una de las habitaciones superiores muestra influencias sasánidas.

CONSTRUCCIÓN EN DOS FASES

Al parecer se construyó en dos fases; la primera entre los años 661 y 684, y la segunda en torno al 710, época del grafito que hay en las escaleras superiores, por el califa omeya Walid I. Es probable que en este lugar hubiera una construcción anterior griega o bizantina.

A pesar de denominarse castillo, sus funciones no están claras, ya que no parece haber tenido uso militar y las rendijas que existen en las paredes de muchas habitaciones no son aspilleras (aberturas verticales estrechas y profundas para permitir lanzar flechas) sino que sirven para ventilación. Parece más bien un palacete y podría haberse usado como caravasar para descanso de los viajeros peregrinos, pero no hay fuentes de agua corriente y no se encuentra en ninguna ruta conocida.

En los últimos siglos el castillo fue abandonado y dañado por diversos terremotos. Fue redescubierto por el explorador austro-checo Alois Musil en 1901 y reconstruido a partir de 1970 bajo la supervisión del arqueólogo Stephen Urice.

QASR AMRA

Es uno de los más célebres castillos del desierto ubicados en lo que hoy es el este de Jordania. Fue construido a principios de siglo VIII, en algún momento entre los años 723 y 743, por Walid Ibn Yazid, el futuro califa omeya Walid II, en la época de expansión de la dominación islámica en esta región. Es uno de los ejemplos más notables del primer arte omeya y de la arquitectura islámica.

El edificio es en realidad el resto de un complejo más grande que incluía un verdadero castillo, del que sólo quedan los cimientos. Lo que queda hoy es una pequeña cabaña de campo, que pretendía ser un retiro real, sin ninguna función militar. Destaca sobre todo por los frescos que quedan en los techos interiores, que representan, entre otros, a un grupo de gobernantes, caza, mujeres desnudas y, sobre una habitación de baño, una representación precisa del zodiaco. Esto ha llevado a la UNESCO a declararlo Patrimonio de la Humanidad, uno de los cinco del país. Esta calificación, y su ubicación relativamente cerca de Ammán, hacen de este lugar uno de los principales lugares turísticos del país.

El castillo fue utilizado como lugar de veraneo por el califa o por sus príncipes, para el deporte y el placer. Se recubrió por frescos que describen escenas de caza (de mamíferos ya extintos en Oriente Próximo por el exceso de caza), frutos y mujeres. También contiene un sistema termal dividido en tres partes, que testimonia una influencia romana.

Restos de paredes de piedra usadas como cierre del sitio sugieren que era parte de un complejo de 25 hectáreas, con restos de un castillo que pudo haber albergado temporalmente una guarnición de soldados. Justo al sudeste del edificio hay un pozo de 40 metros de profundidad, y se han encontrado también trazas de un mecanismo de elevación a través de fuerza animal y una presa.

IMPORTANTES FRESCOS

Qasr Amra destaca sobre todo por los frescos en las paredes interiores. La bóveda de la entrada principal tiene escenas de caza, consumo de vino y frutas, y mujeres desnudas. Algunos de los animales representados no abundan en la región pero se encontraban con frecuencia en Persia, sugiriendo alguna influencia procedente de esa región. Una superficie representa la construcción del edificio.

En la sala de la audiencia, encontramos uno de los frescos más interesantes, llamado los "seis reyes" o "la familia de los reyes", que representa a los gobernantes de potencias vecinas. Con fundamento en detalles e inscripciones en la imagen, cuatro de los reyes representados son identificados como el rey visigodo Don Rodrigo, el emperador bizantino, el sasánidas Sha de Persia y el Negus de Etiopía. Los otros dos son más difíciles de identificar, habiéndose especulado con la posibilidad de que sean gobernantes turcos, o chinos, o de la India.

Su propósito no está claro. Se presiente que tiene una finalidad diferente al resto de frescos, siendo esta, quizás, la afirmación de poder del soberano musulmán frente a sus rivales.

El apodyterium, o vestuario, está decorado con escenas de animales en actividades humanas, particularmente interpretando música. Una imagen ambigua tiene un ángel mirando hacia abajo a una forma humana envuelta en un velo o sudario. A menudo se ha pensado que era una escena de muerte, pero otras interpretaciones han sugerido que el velo cubre a una pareja de amantes. Tres rostros oscurecidos en el techo se cree que representan las etapas de la vida. Los cristianos de la zona creen que la figura de en medio es Jesucristo.

En las paredes y en el techo del tepidarium, o baño cálido, hay escenas de plantas y árboles similares a los del mosaico en la mezquita de los Omeyas de Damasco. Están entremezclados con figuras femeninas desnudas en diversas poses, algunas bañando a un niño. La cúpula semiesférica del caldarium o baño caliente tiene una representación de los cielos en la que se representa el zodiaco, entre 35 constelaciones separadas identificables.

Los frescos en todas las habitaciones salvo el caldarium reflejan el consejo de los médicos árabes contemporáneos. Creían que los baños secaban los espíritus de los bañistas, y que para revivir "los tres principios vitales en el cuerpo, el animal, el espiritual y lo natural", las paredes del baño debían estar cubiertas con pinturas de actividades como la caza, de amantes, y de jardines y palmeras.

CASTILLO DE AJLUN

También llamado Qala'at Ajlun, es un castillo islámico situado en la gobernación de Ajlun, a unos 76 kilómetros al noroeste de Ammán, y a unos 15 kilómetros de Jerash.

La maciza fortaleza fue construida por Izz al-Din Usama, comandante y sobrino de Saladino entre los años 1184 y 1185. Al parecer, se erigió por varias razones. En primer lugar, para proteger la región de los ataques realizados por los Cruzados desde las fortalezas de Al Kerak, al sur, y Beisan, actualmente en Israel, al oeste. En segundo lugar, para proteger las comunicaciones entre el sur de Jordania y Siria, ya que, por su situación, domina un estrecho paso del norte del valle del Jordán y tres valles, los wadis Kufranjah, Rajeb y Al-Yabes. En tercer lugar, para contener el avance del Reino de Jerusalén y como una réplica de la fortaleza Cruzada de Belvoir, en el lago Tiberíades (Israel). Y por último, para proteger las minas de hierro de la región.

El castillo original tenía cuatro torres. Más tarde se añadieron las aspilleras en los muros más delgados y se rodeó de un foso de 16 metros de ancho y 12 metros de profundidad.

Con la caída de la plaza de Al-Kerak en 1187, el castillo perdió importancia militar. Tras la muerte de Usama, el gobernador mameluco, se amplió el castillo en 1214-1215, añadiendo una torre en la esquina sudeste y una puerta. A mediados del siglo XIII, Yousef ibn Ayoub, rey de Alepo y Damasco, restauró la torre nordeste y usó el castillo como centro administrativo. En la torre sudoeste hay una inscripción que menciona una renovación durante el mandato del sultán mameluco Aybak, que gobernó entre 1250 y 1257.

En 1260, los mongoles destruyeron varias secciones, y tras la victoria de los mamelucos sobre los mongoles en la batalla de Ain Yalut ese mismo año, el sultán Baibars I restauró el castillo y limpió la fosa.

Durante el periodo otomano, un contingente de cincuenta soldados permaneció en el castillo. Durante el primer cuarto del siglo XVII, el príncipe Fakhr-al-Din II del Líbano lo usó durante su lucha contra el príncipe Ahmad ibn Tarbay. Y, por último, en 1812, el viajero suizo Johann Ludwig Burckhardt (descubridor de las ruinas de Petra) encontró el castillo habitado por cuarenta personas.

Dos terremotos sacudieron el castillo en 1837 y 1927, y actualmente se encuentra en proceso de restauración, aunque su visita se realiza sin problemas desde la ciudad de Ajlun.

En torno a la figura de los Cruzados han surgido infinidad de relatos que hablan sobre su muy arraigado sentido del honor, sus desmesuradas ansias de poder, enormes ejércitos, elegantes ritos y ceremonias, hazañas guerreras… Un mundo fascinante que ya desapareció, pero las leyendas siguen vivas y no perecerán nunca. Tan sólo los castillos en el desierto quedan en pie como mudos testigos de una de las épocas más excitantes por las luchas constantes que se vivieron entre cristianos y musulmanes en el Medio Oriente.



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