TIERRA BÍBLICA
Por
su situación geo-estratégica, entre el Mediterráneo y el Mar Rojo, el reino hashemita de Jordania ha sido a lo largo
de milenios un crisol de las más diferentes culturas.
El
enorme peso de su historia queda reflejado en sus paisajes y en sus gentes,
evocando tiempos de sencillez, amor a la propia tierra y una amable forma de
vida que sigue aferrada a sus venerables tradiciones.
“En Jordania
es casi imposible dar una palada sin encontrarse con algún resto del pasado”
apuntó en cierta ocasión la reina Noor, esposa del desaparecido Hussein, el
hombre que a lo largo de los últimos decenios condujo el país a la modernidad
hasta transformarlo en el más adelantado y liberal de Oriente Medio.
UNA DENSA Y ATORMENTADA HISTORIA
A
través de su geografía, son tantos y tan interesantes los vestigios que revelan
su fastuoso pasado, que adentrarse en sus rutas resulta para el viajero una
experiencia sumamente fascinante.
Jordania
es uno de los lugares habitados más antiguos del mundo, dado que las
excavaciones y estudios realizados muestran que ya existían poblados cuatro
siglos antes de la Era
Cristiana. Históricamente se hallaba en el camino por el que
cruzaban grandes civilizaciones como la egipcia y asiria, siendo objetivo
primordial de los invasores en tiempos antiguos.
Los
nabateos, de naturaleza nómada, establecieron su reino en el sur del país y se
hicieron famosos por su majestuosa arquitectura, como bien puede contemplarse
en los alrededores de la magnífica ciudad de Petra. Por su parte, los romanos
también dejaron su indeleble huella y lo mismo sucedió con los bizantinos. Más
tarde, fueron los ejércitos del Islam procedentes de Arabia los que
establecieron el Califato Omeya a partir de Damasco, manteniendo duras batallas
con los Cruzados defensores del cristianismo.
Después
de una etapa en la que los mamelucos ostentaron el poder, el Imperio otomano
extendió su hegemonía desde el siglo XVI hasta los albores del siglo XX. Al
finalizar la I Guerra
Mundial los ingleses ocuparon Jerusalén y con posterioridad se inició la
revuelta árabe que puso fin al dominio turco. Jordania se independizó de Gran
Bretaña en 1946 y desde entonces ha crecido y progresado hasta nuestros días.
Una
historia extraordinariamente densa y repleta de relevantes protagonistas, desde
Alejandro Magno a Saladino, Faisal o Hussein.
Por
encima de todo, si algo resulta encomiable es el tesón y la vitalidad con la
que los jordanos han conseguido crear un Estado moderno en apenas unas décadas,
aún teniendo que afrontar duros reveses como la pérdida de los territorios
situados al Oeste del Jordán, de gran importancia agrícola, y el
establecimiento de cientos de miles de refugiados palestinos, sin por ello
olvidar que su desarrollo económico tampoco ha resultado fácil.
TIERRA BÍBLICA
Este
reino jordano se hace eco de las historias escritas en la Santa Biblia: de Jesucristo,
Abraham, Job, Moisés, Ruth, Juan el Bautista, Pablo y tantas otras figuras
importantes, cuyas enseñanzas y hazañas han afectado e influido en las vidas de
millones de personas de todo el mundo. A través de las palabras de los profetas
Abraham, Job y Moisés, el Antiguo Testamento afirma que en esta tierra fue
donde Dios se manifestó por primera vez al hombre. Incluso las interpretaciones
bíblicas han situado la historia de Adán y Eva y el Jardín del Edén, en un área
situada en la ribera noroeste del río Jordán conocida como Beysan (Beth-shean).
Tierra
de milagros en la que, tal y como narra la Biblia, Dios se apareció a los profetas; sanó a
los disminuidos de los espíritus malignos, curó a los enfermos en toda
Transjordania, en las regiones de la Decápolis y en Perea, siendo aquí también desde
donde emprendió su último viaje a Jerusalén.
La
mayoría de los lugares sagrados de éste país están perfectamente identificados
y han sufrido excavaciones arqueológicas, y además son de fácil acceso para los
modernos visitantes.
Un
viaje a lo largo y ancho de esta tierra, no sólo representa un recuerdo
imborrable, sino también una experiencia religiosa muy reconfortante.
AMMÁN : PUNTO DE PARTIDA
Ammán,
dinámica capital de este país bíblico que cuenta con infinidad de atractivos,
abre siempre sus brazos para que el visitante nunca se sienta un extraño. Ha
crecido de forma tan espectacular como desordenada, aun así está lejos de ser
como otras grandes urbes del mundo islámico: Istanbul o El Cairo, por citar dos
ejemplos. Los actuales rascacielos y modernos edificios pertenecientes a
bancos, grandes empresas, hoteles y lujosas residencias, son la muestra más
fehaciente del auge experimentado en los últimos años, aunque en ningún momento
le han hecho perder su encanto tradicional.
Es
en el centro de la ciudad donde, como es lógico suponer, se condensa el ruidoso
y saturado tráfico, de ahí que los frecuentes paseos y jardines que se abren
entre bloques de hormigón se conviertan de alguna forma en pequeños oasis que
rompen la monotonía impuesta por el modernismo, con sus tiendas de estilo
occidental dedicadas a la venta de televisores, cámaras fotográficas y todo
tipo de electrodomésticos. Sólo el canto del muezzin llamando a los fieles a la oración desde alguna de las
muchas mezquitas, viene a recordar que se está en un país musulmán.
Deambulando
por la antigua Rabbath Ammon, como era citada en el Antiguo Testamento, muy
posiblemente sea el anfiteatro romano lo más relevante a visitar. Data del
siglo II d.C., fue excavado en la ladera de una colina que sirvió de necrópolis
y llegó a tener capacidad para seis mil espectadores.
Frente
a este singular monumento se hallan los restos de una plaza con columnas que
antaño formaron parte del foro de la ciudad. En la actualidad es un lugar de
esparcimiento en el cual muy ocasionalmente se llevan a cabo representaciones
artísticas de distinta índole.
El
Odeón (usado para eventos musicales de la época) y el Nimphaeum, se
construyeron, según se cree, algo más tarde que el anfiteatro.
Ammán
fue erigida sobre siete jebels o
colinas. En una de ellas se encuentra la ciudadela donde lamentablemente la
mayoría de edificios han desaparecido, pudiendo únicamente apreciarse algunas
ruinas del templo dedicado a Hércules (construido por el emperador Marco
Aurelio en 161-169 d.C.) y un pequeño museo conteniendo objetos de los primeros
asentamientos en la región, aparte de diferentes vestigios de las épocas
romanas, bizantinas e islámicas.
Interesantes
también el Palacio Omeya, la Gran Mezquita
de Husseín, la iglesia Bizantina y el Museo Arqueológico.
Hay
que dejar constancia de que, al margen de algunos clubes nocturnos y discotecas,
en Ammán existe una amplia variedad de restaurantes donde degustar diferentes
tipos de cocina y un amplio abanico de especialidades internacionales.
La
capital jordana no es, sin embargo, un objetivo determinado, sino más bien todo
lo contrario, dado que se trata siempre del punto de partida para un
apasionante viaje hacia otros lugares del país.
POR EL VALLE DEL JORDÁN
Al
norte del país, Gadara, conocida hoy como Umm Qays, fue en su tiempo conocido
centro cultural y lugar de residencia de varios poetas clásicos y filósofos.
Colgada sobre magníficas colinas que dominan el Valle del Jordán y el Mar de
Galilea, esta ciudad despliega una impresionante terraza de columnas y las
ruinas de dos teatros.
Pella,
favorita de arqueólogos por su riqueza en antigüedades, además de las ruinas
excavadas del periodo greco-romano, incluyendo un Teatro Odeón, ofrece a los
visitantes la oportunidad de ver los restos de un asentamiento calcolítico del
cuarto milenio a.C., aparte de restos de asentamientos amurallados, iglesias y
residencias bizantinas, otra islámica de las edades del hierro y bronce y una
pequeña mezquita medieval.
La
antigua ciudad de Anjara está localizada en las colinas de Gilead. Se menciona
en la Biblia
como el lugar por donde Jesús, la Virgen
María y sus discípulos, pasaron y descansaron en una cueva
cercana. Dicha cueva fue elegida en el año 2000 como uno de los cinco puntos de
peregrinaje por las Iglesias Católicas del Medio Oriente.
Jerash,
conocida en la antigüedad como Gerasa, es sin duda la ciudad greco-romana por
excelencia y la mejor conservada de Oriente Medio. En la Biblia se hace referencia a
ella como “la tierra de los gergesenos”. En un gran complejo eclesiástico, la
ciudad tiene una fuente en la que los ciudadanos bizantinos celebraban anualmente
el milagro realizado por Jesús en el que convirtió el agua en vino. En la
actualidad, todo el conjunto de Jerash es un destino muy popular para los
peregrinos modernos que desean revivir los viajes y enseñanzas de Cristo en las
espléndidas ciudades de la
Decápolis durante el siglo I d.C.
Las
calles franqueadas por columnas, las plazas, los templos, caminos pavimentados,
teatros y las iglesias bizantinas, hacen de Jerash la segunda ciudad histórica
más importante después de Petra. Se encuentra a menos de una hora por carretera
de la capital.
BETANIA, MONTE NEBO Y MAR MUERTO
En
ruta hacia el sur, Betania de la Transjordania es el lugar en el que se estableció
Juan el Bautista y donde Jesús fue bautizado, tal y como se conoce por los
textos bíblicos, medievales y bizantinos.
El
lugar real se ha identificado en la actualidad como el sitio que se extiende
desde Tell al-Kharrar y el área de la iglesia de Juan Bautista, en la ribera
este del río Jordán. Es el mismo lugar en el que se cree que Elías ascendió al
cielo en forma de torbellino sobre un carro de fuego.
En
aquella época resultaba apropiado que Juan Bautista iniciara su misión desde el
mismo lugar en el que Elías terminó su vida, dado que estos dos importantes
profetas bíblicos desempeñaron papeles teológicos similares; ambos hicieron
frente a la relajación religiosa de su época, retaban a las autoridades
políticas, anunciaron la llegada del Mesías e impulsaron a la población para
arrepentirse y llevar una vida honrada.
El
Monte Nebo donde se cree que Moisés fue enterrado, es el lugar sagrado más
reverenciado en Jordania. Cuando el visitante se detiene en lo alto de la
colina, puede divisar como lo hizo Moisés, el vasto panorama que abarca el
Valle del río Jordán, el Mar Muerto, Jericó y Jerusalén.
Fue
un lugar de peregrinación para los primeros cristianos y la primera iglesia del
Monte Nebo construida a fines del siglo IV como seña del lugar de la muerte de
Moisés. Seis tumbas de diferentes épocas han sido encontradas excavadas en la
roca debajo del piso de mosaicos de la iglesia. En el presbiterio actual se
pueden ver los restos de mosaicos.
La Cruz y la Serpiente que se
encuentran a la salida del santuario, son el símbolo de la serpiente de bronce
que Moisés llevó al desierto y la cruz en la que Cristo fue crucificado.
Mádaba
es uno de los lugares más memorables de Tierra Santa, también conocida como “la
ciudad de los mosaicos”. Entre ellos el de mayor atracción, es el ubicado en la
iglesia ortodoxa-griega de San Jorge. Un hermoso mosaico bizantino del siglo VI
que muestra la ciudad de Jerusalén y otros lugares santos. Para confeccionarlo
se utilizaron dos millones de piedras (de 25 por 5 metros en su diseño
original), muchas de las cuales aún se conservan en la actualidad. El mapa del
mosaico muestra colinas, valles y ciudades, hasta lugares tan lejanos como el
delta del Nilo. Esta obra maestra no tiene rival en Jordania, pero hay
literalmente docenas de otros mosaicos del siglo V al VII dispersos por todas
las iglesias y casas de Mádaba.
Machaerus
(Mukawir en árabe) fue la fortaleza de Herodes el Grande. Después de su muerte,
fue su hijo Herodes Antipas quien vivió en la fortaleza, siendo en éste lugar
donde mandó la decapitación de Juan el Bautista.
Sin
lugar a dudas, uno de los lugares más asombrosos del mundo, es el hermoso y
dramático paisaje del Mar Muerto cayendo más de 400 metros bajo el nivel
del mar; el punto más bajo en la faz de la Tierra. Esta gran extensión de
agua recibe numerosos ríos, incluyendo el Jordán. Una vez que las aguas llegan
a este Mar Muerto, se encuentran bloqueadas sin poder salir y, por lo tanto, se
evaporan dejando atrás una densa y rica mezcla de sales y minerales que llegan
a la industria, agricultura y medicina con algunos de sus mejores productos.
Se
trata de uno de los paisajes más espectaculares y espirituales del mundo, de
ahí que la orilla este del Jordán se haya convertido en centro turístico
religioso y de bienestar de la región. Una serie de buenos caminos, excelentes
hoteles con balnearios, además de descubrimientos arqueológicos y espirituales,
hacen de este enclave tan atractivo hoy a los visitantes extranjeros, como lo
fueron a reyes, emperadores, profetas y peregrinos en la antigüedad.
CAMINO DE KARAK
Ciudad
amurallada rectangular que se menciona tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento de la Biblia,
Umm Ar-rasas fue fortificada por los romanos, los cristianos de la zona
siguieron adornándola con mosaicos de estilo bizantino hasta cien años después
del dominio musulmán de los omeyas.
En
la actualidad, la mayoría de la ciudad está en ruinas, pero aún hay varios
edificios, como iglesias, un jardín con un pozo, escaleras y un arco de piedra,
donde se han realizado excavaciones arqueológicas y varias restauraciones.
Justo
en el exterior de las murallas de la ciudad se encuentra la recién descubierta
iglesia de San Esteban. A sólo dos kilómetros al norte de Umm Ar-Rasas está
situada la torre antigua de mayor altura de Jordania, que se cree fue utilizada
como lugar de retiro por los primeros monjes cristianos.
Más
al sur, la fortaleza de Karak perteneció a los Cruzados, se alza a unos 900 metros sobre el
nivel del mar, encontrándose en el interior del recinto de la ciudad antigua.
Hoy continúa mostrando un buen número de edificios restaurados, pero resulta
innegable que lo que aglutina mayor interés es la imponente fortaleza.
Referirse
a Jordania es tanto como hacerlo de las impresionantes ruinas nabateas de
Petra. Un objetivo convertido en un fantástico sueño, algo que abre la puerta
de la imaginación y, por supuesto, nunca deja indiferente al viajero. Y
siguiendo en ruta hacia el sur, mientras la inmensa aridez se pierde en el
horizonte, ello supone entrar en contacto con los beduinos, los seminómadas que
habitan en sus tiendas y viven con sus grandes rebaños de cabras, ovejas y
camellos. Es la frontera donde da comienzo la gran aventura del desierto y es
posible extasiarse en el rojizo paisaje de Wadi Rum, tratando de emular al
mítico Lawrence de Arabia o el Príncipe Faisal, para después descansar relajado
bajo la temperatura tropical de Aqaba, a orillas del incomparable Mar Rojo…
pero eso ya forma parte de otra historia.
Ningún
visitante de los lugares bíblicos del reino hashemita
de Jordania quedará indiferente ante esta experiencia.
(Ver
interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)