A ORILLAS DEL RÍO ISUELA
La comarca del Aranda se encuentra en las estribaciones del Sistema Ibérico, entre la comarca de Calatayud y la provincia de Soria, limitando con el campo de Borja, Somontano de Moncayo y Valdejalón, en el límite occidental de la provincia de Zaragoza.
Aranda de Moncayo, Brea de Aragón, Calcena, Gotor, Illueca, Jarque, Oseja, Pomer, Purujosa, Sestrica, Trasobares, la pedanía de Viver de la Sierra , Mesones de Isuela y Tierga componen un territorio que posee una extensión de 561 kilómetros cuadrados y una población de alrededor de los 7.700 habitantes.
Esta comarca montañosa y rocosa, posee un gran patrimonio natural entre los que destaca la Sierra de la Virgen , los valles fértiles de los ríos Aranda e Isuela, el entorno natural del embalse de Maidevera, el alcornocal de Sestrica, el Parque Natural de la Dehesa del Moncayo y encantadores rincones que el tiempo ha preservado durante épocas. Además, cuenta también con un gran patrimonio cultural edificado a través de los siglos en esta comarca, frontera entre Aragón y Castilla, las diferentes culturas que han habitado en el Aranda, las cuales han aportado construcciones significativas y de gran valor arquitectónico, algunas de ellas bien conservadas debido a los diferentes procesos de restauración y rehabilitación que se han llevado a cabo durante la última década.
El viajero que visita esta comarca puede, sin duda, disfrutar de un entorno natural de excepción y al mismo tiempo admirar el rico patrimonio cultural inigualable de monumentos, iglesias, ermitas, castillos y edificaciones que han legado a través de la historia los pobladores de este singular territorio.
Se trata de una comarca joven, aunque la historia dice lo contrario, a pesar de su pequeña extensión es una de las únicas zonas fronterizas de la península ibérica donde han convivido las cuatro culturas más influyentes en el país: cristiana, celta, hebrea e islámica, creando un mestizaje con su apreciación más factible en nuestros días en el arte, siendo el mudéjar la expresión de mezcla de culturas y una de las señas de identidad de esta comarca.
Al hablar de historia, no puede olvidarse el linaje de la familia Luna, de importancia a nivel mundial y con indudable influencia en sus pueblos. Recae en la figura de Benedicto XIII el mayor peso al ser el único Papa aragonés de la historia, nacido en el castillo-palacio que la familia poseía en Ilueca, junto con otras reliquias del arte que por suerte tienen estas tierras, tales como la colegiata de Nuestra Señora de los Reyes en Calcena, la ermita de la Virgen de Constantin en Purujosa, la torre de Trasobares, las fortalezas de Jarque de Moncayo, Aranda y Sestrica, la ermita de la Virgen del Prado en Viver de la Sierra , el convento de Gotor, el pasado celtíbero de Oseja, el espectacular entorno natural de Pomer o el moderno museo de calzado de Brea.
Esta comarca del Aranda es, sin duda alguna un lugar de confluencias culturales y arquitectónicas, fruto del paso de los años y de los habitares de los hombres que esta tierra han poblado. Dos ejemplos extraordinarios y destacados son: el castillo de Mesones de Isuela y la iglesia de San Juan Bautista en la población de Tierga.
En las inmediaciones de la sierra de Nava Alta y a orillas del río Isuela, a unos 513 metros de altitud aproximadamente, se localiza Mesones. Por su situación, comparte frontera con otros pueblos casi vecinos como Brea Illueca y Tierga y tiene una población de alrededor de 350 habitantes, que suele duplicarse en épocas estivales.
Mesones crea especial interés en el visitante por su impresionante castillo que conserva totalmente su estructura, la iglesia de la Asunción del siglo XVI, con un precioso retablo de la Virgen que representa los quince misterios del Rosario y la ermita de San Vicente.
La historia del pueblo de Mesones se Isuela se remonta a 1175, cuando “Masones” fue donado por Sancha de Aviego a la orden del Temple de Zaragoza. Más tarde dejó sus posesiones a su hermana Toda, y una vez muerta, los heredó su sobrino Pedro Ximénez de Urrea, quien reunió sus tropas en 1398 para combatir con su vecino el señor de Illueca, y desde entonces el castillo de Mesones cayó bien pronto en abandono, algo similar a lo que sucedió con el castillo de Loarre en Huesca.
A pesar de tratarse de una de las fortalezas más importantes de Aragón, de forma incomprensible casi nunca ha gozado de la relevancia que, sin duda, merece.
La fortaleza ocupa una amplia superficie en una loma rocosa, en cuya vertiente sur se asienta el pueblo, al cual parece abrumar con su grandiosidad, dado que su planta es un rectángulo de 80 por 35 metros , y sumando la superficie que ocupan afuera los salientes torreones, alcanza en total más de tres mil metros cuadrados. Orientado por sus lados en la dirección de los cuatro puntos cardinales, tiene seis torreones que adoptan al exterior una forma circular, mientras la inferior es variable. Estos torreones tienen escaleras para subir a su parte superior y están cubiertos también de modo diverso. Así los hay que se cierran por una bóveda anular de paños y otros, por madera sobre arcos de medio punto. En todos ellos, la parte más elevada termina en una terraza rodeada de matacanes.
En la actualidad presenta una altura uniforme; un amplio camino de ronda recorre su adarve, que tendría un parapeto almenado. Únicamente la torre del ángulo NO. supera dicha cota y conserva las ménsulas que soportaban el remate continuo de matacanes. La base de la supuesta torre del Homenaje descansa sobre un plinto tronco-cónico, cimentado a nivel mucho más bajo y revistiendo las rocas, con gran sensación de robustez. En su interior, hay una cámara cuadrada con finos detalles góticos; conserva el arco diagonal que soportaba el techo, y al fondo, un arco apuntado con molduras conduce a una especie de pequeña capilla excavada en el grueso muro, abovedada con crucería e iluminada por una ventana gótica. Resulta evidente su aspecto de oratorio.
En el interior de la fortaleza se advierte de inmediato una división funcional muy determinante. La mitad oriental era el patio de armas, para la tropa y los servicios, y la occidental era la residencia señorial. También existe un amplio espacio subterráneo, abovedado de medio cañón, que probablemente sirvió de caballerizas. La torre NE., de interior cilíndrico y cubierta con una cúpula formada por pequeñas tablas policromadas con figuras de santos; es la única pieza mudéjar y, según aseguran los expertos, uno de los monumentos más hermosos de Europa. En el interior de la capilla destaca su artesonado, la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles del siglo XV y la bella imagen de Cristo Crucificado.
Esta singular fortaleza fue mandada construir por Lope Fernández de Luna, pero a pesar de que en realidad iba a ser un castillo-palacio, la parte palaciega nunca llegó a terminarse. Actualmente, desde sus almenas se dispone de una excelente visión estratégica, como un guardián que protege a su pueblo en caso de peligro, por lo que es fácilmente identificable desde la lejanía. Se trata de una soberbia edificación.
En el pueblo de Mesones de Isuela existen, además, dos fábricas artesanales de productos de la zona: una de aceite y otra de cava.
ESPLENDOR MUDÉJAR EN TIERGA
El río Isuela, afluente del Jalón, nace a los pies del Moncayo en un paraje entre Purujosa y Beratón (Soria), a más de 1.400 metros de altitud. Este río pulcro y de aguas cristalinas es el fiel reflejo de todo el valle que genera. De la nada se levanta el morrón de Purujosa, gigante fortaleza natural que protege el Moncayo, capricho de la naturaleza, vigía desde la altura el paso del río Isuela frontera del parque natural y habitat para rapaces y buitres leonados. Calcena es lugar ideal para descansar, relajarse, orar y “Temed a Dios” como bien indica el escudo de armas de esta localidad.
Si se continúa con el remanso de paz de este río, la ruta se adentra en la localidad de Trasobares. Ya en el siglo XII, doña Toda Ramírez, dama de Petronila de Aragón, fundó un recinto de retiro espiritual para damas nobles, coligado al monasterio de Veruela.
Siguiendo las aguas del Isuela y sobre un pequeño cerro en la margen izquierda del río, el camino llega a Tierga, situada a 633 metros de altitud. Población localizada también entre el cruce de caminos que llevan al puerto de la Chabola (carretera a Tabuenca y Borja) o bien al collado de la Escuadra (atravesado por la carretera de Illueca).
El tiempo ha borrado cualquier resto de la primitiva Tergakom, ciudad celtibérica, pero afortunadamente se ha conservado el aspecto de fortaleza que posee la villa, con sus viviendas perfectamente adaptadas a las escarpadas laderas que rodean el solar del antiguo “opidum” celtíbero, ocupado hoy por las ruinas del castillo medieval. Los primeros datos de existencia de este castillo nos remontan a 1158 que aparece como propiedad del Obispo de Zaragoza. Posteriormente fue desmantelado durante la Guerra de Sucesión en 1706. En la actualidad esta fortificación se encuentra en ruinas, sólo se conservan algunos muros y un paredón de lo que debió ser su torre.
En Tierga destaca poderosamente la iglesia de San Juan Bautista, fusionando dos estilos, el renacentista y el mudéjar de su impresionante torre. El interior de la iglesia es del gótico tardío, destacando su precioso altar mayor, el Cristo también gótico, así como el retablo de San Miguel y la pila bautismal.
Una vez en el exterior vale realmente la pena contemplar desde sus diferentes ángulos la belleza mudéjar de su torre.
A destacar también, junto al río Isuela, la ermita de Santa Rosa de Lima, copatrona de Tierga junto a San Ramón Nonato.
La población de esta localidad suele ser de algo más de doscientos habitantes (en invierno). Como acostumbra a suceder, en la época estival esta cifra puede llegar a triplicarse, dado que existen muchos visitantes que suelen desplazarse para disfrutar de todo el entorno natural y de las numerosas actividades que se programan, aparte de la existencia de interesantes rutas de senderismo. Las fiestas de esta localidad se celebran en honor de Santa Rosa y San Ramón.
Después de este breve recorrido por la comarca del Aranda y siguiendo de forma especial a orillas del río Isuela por dos enclaves tan singulares como Mesones y Tierga, el visitante que hasta aquí se acerca nunca queda defraudado. Puede admirar su rico patrimonio cultural, los bellos parajes que brinda una naturaleza generosa y disfrutar de los diferentes rincones preservados por el tiempo, aparte de encontrar la hospitalidad de una gente afable y una gastronomía rural y muy variada. Se trata, sin duda, de unos lugares de los más pintorescos de Aragón.
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UN CELO MAL ENTENDIDO
Completando este reportaje, hubiésemos querido publicar algunas fotografías del bello interior de la iglesia de San Juan Bautista de Tierga, pero lamentablemente no es posible. Al parecer, el señor cura párroco de dicha población no autoriza la entrada de ninguna cámara fotográfica en la iglesia, salvo si se trata de la televisión aragonesa o de algún acontecimiento social de alguien oriundo de dicha población.
La riqueza artística de Tierga no se merece este celo mal entendido que, sin duda alguna, le perjudica de forma ostensible. Una verdadera lástima que con tal actitud quede coartada una mayor promoción cultural de esta bella población.