CAPILLA SIXTINA



LA MARAVILLA DEL VATICANO

Originalmente servía como capilla de la fortaleza vaticana, era conocida anteriormente como Cappella Magna y tomó su nombre del papa Sixto IV, quien ordenó su restauración entre 1473 y 1481. Desde entonces, la capilla ha servido para celebrar diversos actos y ceremonias papales. Actualmente es la sede del cónclave, la reunión en la que los cardenales electores del Colegio Cardenalicio eligen a un nuevo papa. Su fama se debe principalmente a su decoración al fresco, y especialmente a la bóveda, y el testero con el Juicio Final, ambas obras de Miguel Ángel.
Durante el pontificado de Sixto IV, un grupo de pintores renacentistas que incluía a Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Doménico Ghuirlandaio, Cósimo Rosselli y Luca Signorelli, realizó dos series de paneles al fresco sobre la vida de Moisés (a la izquierda del altar, mirando hacia El Juicio Final) y la de Jesucristo (a la derecha del altar), acompañadas por retratos de los papas que habían gobernado la iglesia hasta entonces en la zona superior y por cortinas pintadas con trampantojo en la zona inferior.
Las pinturas fueron concluidas en 1482 y el 15 de agosto de 1483, con motivo de la Asunción, Sixto IV celebró la primera misa en la capilla y la consagró a la Virgen María.
Entre 1508 y 1512, por encargo del papa Julio II, Miguel Ángel decoró la bóveda, creando una obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental. Años después pintó también El Juicio Final en la pared del altar entre 1536 y 1541 para los papas Clemente VII y Pablo III.

HISTORIA
La  función principal de la Capilla Sextina es la de servir de sede de la Capilla Pontificia, uno de los dos órganos de la Casa Pontificia, llamada Corte Pontificia (Pontificalis Aula) hasta 1968. En la época de Sixto IV, a finales del siglo XV, este órgano estaba formado por unas 200 personas, incluyendo clérigos, oficiales de la Santa Sede y laicos distinguidos. Había 50 ocasiones a lo largo del año establecidas por el calendario papal en las que la Capilla Pontificia al completo debía reunirse. De estas ocasiones, 35 eran misas, de las cuales ocho eran celebradas en basílicas, generalmente en San Pedro, y a ellas asistían numerosos fieles. Estas misas incluían la de Navidad y la de Pascua, en las que el propio papa era el celebrante. Las otras 27 misas podían ser celebradas en un espacio más pequeño e íntimo, para lo cual era usada la Cappella Maggiore
La Capilla Sixtina ha mantenido sus funciones hasta el día del hoy, y continua siendo la sede de los eventos importantes del calendario papal, a menos que el papa esté ausente, de viaje. Por ejemplo, en ella se celebra cada año una misa con motivo de la fiesta del Bautismo del Señor, durante la cual el Santo Padre imparte el bautismo a los recién nacidos. En algunas ocasiones especiales, también allí se celebra la misa papal con el Colegio Cardenalicio o la Casa Pontificia reunidos en pleno, y en otras ocasiones se cantan vísperas solemnes con la presencia del pontífice.
Hay un coro permanente, la Capilla Musical Pontificia, schola cantorum o escolanía de la Capilla Sixtina, para el que se han compuesto algunas piezas originales, siendo la más famosa el Miserere de Gregorio Allegri.

CÓNCLAVE PAPAL
Una de las funciones principales de la Capilla Sextina es la de sede del cónclave del Colegio Cardenalicio, en el que se elige al papa. Durante el cónclave se instala una chimenea en el tejado de la capilla y el humo, al ser visto desde la plaza de San Pedro, actúa como una señal. Si sale humo blanco (fumata bianca), formado al quemarse en una estufa las papeletas de la elección, significa que el cónclave ha finalizado y que se ha elegido a un nuevo papa.
Si ningún candidato obtiene la mayoría (dos tercios de los votos), sale humo negro (fumata nera), formado al quemarse las papeletas junto con la paja húmeda y algunos productos químicos, que indica que todavía no ha habido una elección satisfactoria.
El cónclave también proporciona a los cardenales un lugar en el que pueden oír misa, comer, dormir y pasar el tiempo asistidos por los sirvientes. Los cónclaves han sido celebrados en el Vaticano desde 1455 (en la Capilla Sixtina a partir de 1878). Hasta el Cisma de Oriente se celebraban en la basílica dominica de Santa María sopra Minerva.
Desde 1996, la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II estableció que los cardenales se alojasen en la Domus Sanctae Marthae durante el cónclave, pero que las votaciones se realizasen en la Capilla Sixtina.

ARQUITECTURA
La capilla es un edificio alto y rectangular, y sus medidas exactas son difíciles de determinar, ya que solo se conocen las del interior: 40,9 metros de largo por 13,4 metros de ancho, las dimensiones del Templo de Salomón según el Antiguo Testamento.
El exterior no tiene adornos arquitectónicos ni escultóricos, como es común en muchas iglesias medievales y renacentistas de Italia. No tiene fachada principal ni entradas exteriores; sólo se puede acceder a través del interior del Palacio Apostólico, y el exterior sólo es visible desde las ventanas de alrededor y desde patios interiores del palacio. El hundimiento y agrietamiento de la mampostería también ha afectado al edificio, y ha requerido la construcción de grandes contrafuertes que refuercen las paredes exteriores. La construcción de otros edificios contiguos también ha alterado el aspecto original del exterior.
Las proporciones del interior de la capilla utilizan la longitud como medida de referencia, dividida por tres de ancho y dos de altura. Para mantener la proporción, había seis ventanas a cada lado y dos en cada extremo. Las proporciones claramente definidas fueron una característica de la arquitectura renacentista y reflejaban el creciente interés en la herencia clásica de Grecia y Roma.
El techo de la capilla es una bóveda de cañón rebajada, con lunetos que rodean los arcos de las ventanas. La bóveda está cortada en sentido transversal por pequeñas bóvedas formadas sobre cada ventana, que la dividen en su nivel inferior en una serie de pechinas elevadas sobre pilastras situadas entre las ventanas. La bóveda de cañón estaba pintada originalmente de color azul brillante con estrellas doradas, según un diseño de Piermatteo da Amelia. El pavimento es de cosmatesco, un estilo decorativo que usa mármol y piedra coloreada en un diseño que refleja la proporción que existía antiguamente en la división del interior y también marca el camino procesional desde la puerta principal, utilizado por el papa en ocasiones importantes, como el Domingo de Ramos.
En 1515, Rafael recibió el encargo de León X de diseñar una serie de diez tapices para colgar en la zona inferior de las paredes. Los tapices representan episodios de la Vida de San Pedro y la Vida de San Pablo tal y como las describen los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles. El trabajo comenzó a mediados de 1515. Debido a su gran tamaño, los tapices fueron fabricados en Bruselas a lo largo de cuatro años, por los tejedores del taller de Pieter van Aelst. Los tapices de Rafael fueron expoliados durante el Saco de Roma de 1527 y quemados por el metal precioso que contenían, o distribuidos por Europa. A finales del siglo XX se reunió una colección a partir de varias series que fueron realizadas después de la primera y fueron usados de nuevo en la Capilla Sixtina en 1983. Los tapices continúan utilizándose ocasionalmente en ceremonias de particular importancia.
En este punto, toda la decoración seguía un programa iconográfico consistente. En el diseño para la bóveda ideado por Julio II, los retratos de los papas hubieran quedado bajo los de los apóstoles, simbolizando la sucesión apostólica. Existe la teoría de que el diseño de la decoración fusionaba los dos Testamentos bíblicos, con el Antiguo profetizando el Nuevo, sintetizando de esta manera la lógica de la Biblia cristiana. Sin embargo, esto fue alterado cuando posteriormente, Miguel Ángel recibió el encargo de decorar la pared del altar con El Juicio Final, que realizó entre 1536 y 1541. Pintar este mural exigió que se eliminaran dos escenas de las Vidas (que representaban La Natividad y el Hallazgo de Moisés) varios de los Papas y dos lunetos de Ancestros.

FRESCOS LATERALES
PARED SUR
La pared sur está decorada con los frescos de La vida de Moisés, pintados entre 1481 y 1482. Partiendo desde el altar son.
  • Vuelta de Moisés a Egipto y Circuncisión de Eliécer, de Pietro Perugino y ayudantes.
  • Pruebas de Moisés, de Sandro Botticelli y ayudantes.
  • Paso del Mar Rojo de Cosimo Rosselli, Domenico Ghirlandaio o Biagio d’Antonio.
  • Descenso del Sinaí, de Cosimo Rosselli y ayudantes.
  • Castigo de los Rebeldes, de Sandro Botticelli.
  • Testamento y Muerte de Moisés, de Luca Signorelli y Bartolomeo Della Gatta.
PARED NORTE
La pared norte alberga los frescos de La Vida de Cristo, también pintados entre 1481 y 1482 e incluyen:
  • Bautismo de Cristo, de Pietro Perugino y ayudantes.
  • Tentaciones de Cristo, de Sandro Botticelli.
  • Vocación de los Apóstoles, de Domenico Ghirlandaio y ayudantes.
  • Sermón de la montaña, atribuido a Cosimo Rosselli.
  • Entrega de las llaves a San Pedro, de Pietro Perusino.
  • Última Cena, de Cosimo Rosselli.
PARED OESTE
En la pared oeste hay dos frescos que sustituyen a los originales pintados por Ghirlandao y Luca Signorelli respectivamente, que fueron destruidos por el hundimiento del arquitrabe de la puerta en 1522.
  • Resurrección de Cristo, de Hendrick van der Broeck (1572), sobre el original de Ghirlandaio.
  • Disputa sobre el cuerpo de Moisés, de Mateo Pérez de Alesio (1574) sobre el original de Luca Signorelli.

FRESCOS DE MIGUEL ÁNGEL
En 1508, Miguel Ángel recibió el encargo de Julio II de repintar el techo de la capilla. Originalmente estaba pintado como un cielo azul con estrellas doradas. El trabajo comenzó el 10 de mayo de 1508 y se prolongó hasta el 31 de octubre de 1512. Años más tarde, Miguel Ángel pintó también El Juicio Final sobre la pared del altar, entre 1536 y 1541, por encargo de Paulo III.
Miguel Ángel quedó intimidado por las dimensiones del encargo y dejó claro desde el principio que prefería rechazarlo. El se consideraba escultor antes que pintor, y sospechaba que algunos de sus rivales habían aconsejado al papa que le encargase un proyecto de tan gran escala para verle fracasar. Para Miguel Ángel, el proyecto era solo una distracción de su trabajo como escultor de mármol, que le había mantenido ocupado durante los años previos.
Las fuentes de inspiración de Miguel Ángel no están fácilmente determinadas; teólogos joaquinistas y agustinianos estaban entre las influencias de Julio II. Tampoco se sabe en qué grado contribuyó su mano a la elaboración de cada una de las imágenes.

BÓVEDA
Para alcanzar el techo, Miguel Ángel necesitaba un soporte que fuera fácil de desmontar para no entorpecer las celebraciones en la capilla. La primera idea fue del arquitecto del papa, Donato Bramante, que diseñó un andamio colgado del techo con cuerdas. Miguel Ángel consideró esta idea totalmente inadecuada, ya que dejaría el techo agujereado una vez terminado el trabajo, y decidió diseñar el andamio él mismo.
El problema fue presentado al Papa, que autorizó a Miguel Ángel que construyera su propio andamio. Miguel Ángel creó una plataforma de tablas de madera sujetas sobre soportes creados a partir de agujeros de las paredes, a la altura de las ventanas. Al contrario de lo que se cree, no tenía que tumbarse sobre el andamio para pintar, sino que pintaba de pie.
Miguel Ángel usó colores vivos, fácilmente visibles desde el suelo. En los lunetos situados sobre las ventanas pintó a los antepasados de Cristo. Sobre ellos, en las pechinas, pintó por orden alternativo a los profetas y a las sibilas, con Jonás sobre el altar y Zacarías en el otro extremo. En la parte central pintó nueve escenas del Génesis. Originalmente solo se le encargó pintar doce figuras, los Apóstoles. Rechazó el trabajo porque él se consideraba escultor, no pintor. El papa le dio permiso para pintar escenas y figuras bíblicas que él eligiera como compensación, Cuando terminó el trabajo, había pintado más de 300 figuras, que mostraban la Creación, Adán y Eva en el jardín del Edén y el Diluvio Universal.
La bóveda tiene unas dimensiones de 40 metros de largo por 13 de ancho, lo que significa que la superficie pintada por Miguel Ángel ocupa unos 400 metros cuadrados.

EL JUICIO FINAL
Fue pintado por Miguel Ángel entre 1536 y 1541, tras el Saqueo de Roma de 1527 por las fuerzas mercenarias del Sacro Imperio Romano Germánico, que terminaron con el Renacimiento romano, poco antes del Concilio de Trento. El trabajo fue hecho en una gran escala y ocupa toda la pared este, situada tras el altar de la capilla. El Juicio Final es una representación de la segunda venida de Cristo y el Apocalipsis. Las almas de la humanidad se elevan o descienden, juzgadas por Cristo. La pared en la que El Juicio Final está pintado se inclina ligeramente sobre el espectador en su parte alta y está pensado así para que el fresco infunda temor y respeto al poder de Dios. A diferencia de los otros frescos de la capilla, las figuras son muy musculosas y parecen algo torturadas, incluso la Virgen María, en el centro junto a Cristo, parece estar encogida.
El Juicio Final fue objeto de disputa entre el cardenal Gian Pietro Carafa y Miguel Ángel. Como representó figuras desnudas, el artista fue acusado de inmoralidad y obscenidad. Carafa y Monseñor Sernini (embajador de Mantua) organizaron una campaña de censura (conocida como la campaña de la hoja de parra) para borrar los frescos. Cuando el maestro de ceremonias del papa Biagio da Cesena, dijo que era vergonzoso que en un lugar tan santo se hubieran representado todas estas figuras desnudas, y que era una decoración propia de un baño público o de una taberna, pero no de una capilla papal. Miguel Ángel le representó en el fresco como Minos, el juez del infierno. Se dice que cuando Cesena se quejó al Papa, el pontífice respondió que su jurisdicción no incluía el infierno, por lo que el retrato se mantendría.
Ante esta colosal maravilla, Johann Wolfgang Goethe exclamó: “Sin haber visto la Capilla SIxtina, uno no puede formarse una idea apreciable de lo que el ser humano es capaz de lograr”.
Más de cinco siglos después, los frescos de Miguel Ángel siguen atrayendo a multitud de visitantes a la capilla y son considerados una de las obras cumbre de la historia de la pintura.

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