ENTRE
ORIENTE Y OCCIDENTE
Al
igual que sucediera en la década de los sesenta, la capital del Líbano se ha
convertido en un destino turístico de moda. Sus exclusivos clubs, su foro
romano, el malecón con aire habanero, sus barrios hipster, su gastronomía, sus playas de azul turquesa y su ambiente
cosmopolita… la han convertido en mil ciudades en una sola, cuya visita no hay
que perderse.
Con
una población de alrededor del millón de habitantes, Beirut es el principal
puerto marítimo libanés. La ciudad es una de las más diversas de Oriente
Próximo, dividida entre las diferentes ramas cristianas y musulmanas. Fue
destruida durante la
Guerra Civil y dividida entre el Beirut oriental (cristiano)
y el occidental (musulmán). El país en su totalidad cuenta con una población de
unos cinco millones.
Es
el centro comercial y financiero del país y cuenta con más de una veintena de
universidades, además de ser la sede de importantes organizaciones
internacionales, incluso la
UNESCO tiene oficinas regionales que abarcan al mundo árabe.
GEOGRAFÍA Y CLIMA
Respaldada
por el monte Líbano, la ciudad está situada sobre un espolón en una estrecha
llanura costera del mar Mediterráneo. Su costa es bastante diversa y en ella se
pueden encontrar desde playas rocosas, hasta otras de arena y acantilados.
Beirut
se halla en mitad de la costa libanesa con Byblos y Trípoli al norte y Sidón y
Tiro al sur. Aunque está rodeada de montañas, su ubicación hace que sea de
fácil acceso desde cualquier lugar del país.
Tiene
un clima mediterráneo caracterizado por un verano caluroso y seco, otoño y
primavera suelen ser suaves y los inviernos frescos y lluviosos. Agosto suele
ser el mes más caluroso con una temperatura media de 30º C. siendo enero y
febrero los meses más fríos con 10º C. de temperatura media. Las lluvias suelen
producirse de forma torrencial, concentrándose en pocos días.
UN CRISOL DE CIVILIZACIONES
Originalmente
llamada Beirut (los Pozos) por los fenicios, su historia se remonta a hace más
de cinco mil años. Excavaciones arqueológicas en el centro de la urbe han
descubierto niveles estratigráficos correspondientes a las civilizaciones
fenicia, helenística, romana, árabe y otomana. La primera referencia histórica
a Beirut data del siglo XV a.C. cuando se la menciona en las tablas cuneiformes
de la Cartas de
Amarna, tres cartas que el rey Ammunira de Biruta (Beirut) envió al faraón
de Egipto. Biruta es también citada en las cartas de Rib-Hadda de Byblos. El
más antiguo asentamiento fue una isla en el río que progresivamente los
sedimentos unieron al continente.
En
el año 140 a.C.
la ciudad fue tomada y destruida por Diodoto Trifón en su enfrentamiento con
Antíoco VII Evergetes por el trono seléucida.
Beirut pronto fue reconstruida en un plan helenístico, rebautizando la ciudad
como Laodicea de Fenicia o Laodicea en Canaán. La ciudad moderna está situada
sobre la antigua. Tras la guerra civil grandes lugares devastados en el centro
de la ciudad se han abierto a la exploración arqueológica. En 1994 se descubrió
que una de las más modernas calles, Souk Tawle, sigue todavía la línea de una
antigua calle helenística y romana.
Beirut
pasó a poder de los árabes en el 635. Durante la
Edad Media fue eclipsada por Akka (la
antigua San Juan de Acre, actualmente en Israel) como centro comercial del
Mediterráneo oriental. Desde el 1110 hasta 1291 se encontró en manos de los
cruzados. Más tarde fue gobernada a nivel local por emires drusos. Uno de
ellos, Fakr ed-Din Maan II fortificó la ciudad, pero no impidió que a
principios del siglo XVII volviera a poder de los otomanos. Con la ayuda de
Damasco, Beirut rompió el monopolio de comercio marítimo sobre San Juan de Acre
con éxito y lo suplantó como el principal centro de comercio de la región.
Durante la posterior época otomana, Beirut se redujo a una pequeña ciudad con
una población de alrededor de diez mil habitantes.
En
1911 el censo que realizó la Enciclopedia
Británica mostró que en la ciudad habitaban 36.000
musulmanes, 77.000 cristianos, 2.500 judíos, 400 drusos y más de 4.000
extranjeros. Tras la caída del imperio otomano después de la Primera Guerra Mundial, Beirut
junto con todo el Líbano fue colocado bajo mandato francés.
Líbano
logró la independencia en 1943 y Beirut se convirtió en la capital, siguió
siendo la capital intelectual del mundo árabe y un importante centro comercial
y turístico conocido por muchos años como la Suiza de Oriente Medio por su estabilidad
económica y cultura cosmopolita hasta 1975 cuando el país sucumbió en una
brutal Guerra Civil. Durante la mayor parte del conflicto, la ciudad estuvo
dividida entre el oeste en gran parte musulmán y el este de mayoría cristiana.
El
17 de julio de 1981 la aviación israelí bombardeó Beirut y el sur del Líbano
causando la muerte, sólo en la capital, de más de un centenar de personas y
cerca de cuatrocientos heridos. En 1982, Israel ocupó Beirut y en fechas
posteriores continuaron los bombardeos y las matanzas. Bajo ocupación israelí
se inició la ejecución de cerca de 3.500 refugiados palestinos.
La
ciudad fue bombardeada por Israel con toda clase de proyectiles, incluidas las
prohibidas bombas de racimo, durante el recrudecimiento de las hostilidades
contra Hezbollah, bloqueando el aeropuerto internacional Rafik Hariri, el
puerto de la ciudad y todos los del resto del país durante ocho semanas.
Afortunadamente,
Beirut ha conseguido con el paso de los años dejar atrás la pesadilla de la
guerra y convertirse en la actualidad en una ciudad moderna y cosmopolita
abierta al turismo.
RELIGIÓN
La
ciudad es una de las más diversas de Oriente Medio, dividida casi al 50% entre
cristianos (maronitas, armenios, latinos, coptos), ortodoxos (antioquenos y
ortodoxos griegos) y protestantes al este y musulmanes (sunnies y chiitas) y
drusos localizados al oeste y sur.
Muchas
de estas religiones son minoritarias, por ejemplo, la mayoría de los judíos de
Beirut emigraron a Francia, Israel, Canadá y los Estados Unidos tras la guerra
libanesa. Estimaciones actuales de la población judía calculan que habitan la
ciudad menos de una cuarentena de personas. Los católicos armenios, de rito
latino, todos los coptos y los aún más escasos protestantes tienen una
presencia insignificante en comparación con las otras religiones. A todos los
efectos, Líbano sólo tiene siete grandes religiones (musulmanes sunitas,
musulmanes chiitas, drusos, maronitas católicos, ortodoxos, católicos griegos
–melkitas- y cristianos armenios).
Aunque
el Líbano es un país laico, los asuntos familiares, como el matrimonio, el
divorcio y la herencia siguen siendo tramitados por las autoridades religiosas
en representación de la fe de cada persona. El matrimonio civil se rechazó por
unanimidad por las autoridades religiosas, pero el matrimonio civil celebrado
en el extranjero es reconocido por las autoridades civiles libanesas.
LA
CORNICHE
Es
el paseo marítimo de Beirut y uno de los lugares más populares. Lleno de
palmeras, ofrece a los visitantes una magnifica vista al mar Mediterráneo y de
las cumbres de la cordillera del Líbano hacia el este.
La Corniche
de Beirut tiene su origen en la Avenue des Français y fue construida durante
la época del mandato francés de Siria y Líbano a lo largo de la costa del mar
que rodeaba el centro histórico. Tiene unos 4,8 kilómetros de
longitud, rodea el promontorio de la ciudad desde la bahía de San Jorge en la
costa norte, girando hacia el oeste de en la Place Rafik Hariri, recorriendo posteriormente la Avenue de Paris, el Raouché y finalmente la Avenue General de Gaulle hasta que termina en la Avenue Rafik Hariri
La Corniche
es un lugar con peculiar atractivo para caminantes, corredores y ciclistas. Hay
numerosos vendedores ambulantes que ofrecen una gran variedad de snacks y bebidas locales. Muchos de los
troncos de las palmeras que bordean el paseo están picados con agujeros de bala
de la Guerra Civil.
Hay muchos hoteles frente a la
Corniche como Le Vendôme Intercontinental y el Phoenicia
Intercontinental.
Beirut
es una ciudad con mil caras en la que igual puede encontrar el visitante las
galerías de arte más pujantes del mercado internacional, interesantes tiendas
de tapices y alfombras persas, algún que otro museo como el Arqueológico o el
Sursock de Arte Moderno, músicos callejeros por todas partes, familias enteras
de picnic, ocasionales pescadores… La Corniche de forma inevitable recuerda el malecón
de La Habana. Su
ambiente cubano es muy remarcable.
Y
de repente suena la llamada del muecín de alguna mezquita y el ambiente
recuerda alguna que otra ciudad turca. De hecho aseguran que la mezquita de
Mohamed Al-Amín tiene mucha similitud con la Mezquita Azul de Istanbul.
Pasear
por el histórico barrio de Hamra llama poderosamente la atención por la
alternancia de comercios antiguos y grandes almacenes con bares nocturnos y
salas de cine, que recuerdan la parte más antigua de El Cairo… No faltan
locales vanguardistas donde se da cita la gente joven, excelentes restaurantes
donde degustar la muy apreciada cocina libanesa mientras se alcanzan notables
panorámicas frente al mar.
Y
el turista que ha llegado hasta Beirut bueno será también que realice una visita
a Byblos, la que algunos consideran llegó a ser la ciudad habitada más antigua
del mundo, ubicada en la costa norte del país.
Entre
Oriente y Occidente, Beirut, como asegura el New York Times se trata de una ciudad que hay que visitar de forma
ineludible.
(Ver interesante colección gráfica de
este reportaje en GALERIA DE FOTOS)