Se trata de una pequeña
isla rocosa del estuario del río Couesnon, situada en la región de Normandía,
al noroeste de Francia. Debe su nombre a la abadía consagrada al culto del
arcángel San Miguel y cuyo nombre en latín durante la
Edad Media era Mons Sancti Michaeli in Periculo Mari. Esta isla es igualmente el
centro geográfico del pueblo del mismo nombre, perteneciente al cantón de
Pontorson, en el departamento francés de la Mancha.
La arquitectura
prodigiosa del Mont Saint-Michel y su bahía lo convierten en un lugar realmente
espectacular y el más concurrido de Normandía, por lo que lógicamente es un
enclave muy turístico, de hecho todos los años lo visitan más de tres millones
de personas. Una estatua de San Miguel Arcángel colocada en la cumbre de la
iglesia abacial se erige a 170
metros por encima de la orilla. Los numerosos edificios
del lugar están individualmente clasificados como monumentos históricos. El
conjunto está considerado como Grand site
de France.
Declarado monumento histórico
en 1862, el monte Saint-Michel figura desde 1979 en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en cuya declaración
están también la bahía y el antiguo molino de Moldrey, situado a unos cuatro
kilómetros tierra adentro.
EL BOSQUE DE SCISSY Y LA INVASIÓN DEL MAR
Se encuentra bañando su
bahía el océano Atlántico y el islote tiene cerca de 960 metros de
circunferencia. Su superficie es de aproximadamente 97 hectáreas, mientras
que el peñasco se eleva a 92
metros de altitud.
En tiempo de los galos,
este monte, igual que el vecino peñasco de Tomberlaine, se elevaban en medio
del bosque de Scissy, porque en aquella época la orilla rodeaba Chausey, a más
de 48 kilómetros
de distancia. Este bosque de Scissy probablemente fuera un mito y no hay ninguna
prueba de su existencia. El nivel del suelo cercano se hundió engullendo el
bosque de Scissy a partir del siglo III, según un manuscrito del siglo XV, la
marea de equinoccio del año 709 fue muy violenta y dio el golpe de gracia al
bosque.
El monte sufrió luego
por las crecidas de los ríos que inundaban la bahía del monte Saint-Michel,
fueron el Sélune, el Sée y, sobre todo, el Couesnon que, marcando la frontera
entre Normandía y Bretaña, se puso repentinamente en el siglo XV a fluir al
oeste del monte, haciendo así pasar a éste último a Normandía. Todavía esto es
una leyenda que divierte a los habitantes fronterizos; actualmente Couesnon no
define la frontera entre Normandía y Bretaña, la cual se sitúa a algunos
kilómetros al oeste de Couesnon.
Las mareas
espectaculares de la bahía (hasta 14,5 metros de altura, dos veces al día)
contribuyeron mucho a hacer del monte una fortaleza inexpugnable. Durante
siglos únicamente era accesible por vía terrestre en los momentos de marea
baja, y por vía marítima cuando la marea era alta. Actualmente se puede acceder
a la abadía en todo momento gracias a la carretera que lleva a los pies de la
roca.
HISTORIA
Algunas tribus célticas
ocuparon el bosque de Scissy en los alrededores del norte de Saint-Michel y se
acercaban a él para entregarse a sus cultos druídicos. Según el abad Gil Deric,
historiador bretón del siglo XVIII, el peñasco fue dedicado bajo el nombre de Mi vel Tumba Beneni (Monte o Tumba de
Belenus), al dios galo del sol. En estos tiempos ya existía un gran megalito, y
los galos emplazaron un cementerio a su alrededor.
Los romanos lo
denominaron Puerto Hércules y con su
llegada provocaron la construcción de vías romanas que surcaban la Armórica, y una de ellas,
que unía Dolo con Fanarfmers, pasaba al oeste de Mons Belonus, sin embargo,
debió resultar desplazada hacia el este con la invasión del mar, que acabó por
hacerla desaparecer, uniéndose con la vía que pasa por Arranches.
FUNDACIÓN DE LA ABADÍA BENEDICTINA
El cristianismo hizo su
aparición en Armórica hacia el siglo IV. El primer oratorio estuvo dedicado a
San Esteban, fue elevado a media altura en el monte Tumba. Luego el segundo, en
honor a San Sinforiano (el primer mártir de las Varas), se erigió al pie del
peñasco en estilo merovingio. Unos ermitaños velaban sobre los lugares y eran
abastecidos por el cura de Astériac (Beauvoir).
Los orígenes de la
abadía actual deben situarse en torno a los siglos VIII o IX. A petición del
Arcángel Miguel, el obispo de Arranches, San Aubert, construyó y consagró una
primera iglesia en octubre del año 709. En el 966 el duque de Normandía
estableció que una comunidad de benedictinos se estableciera en el peñón.
Durante ocho siglos no pararon de construir y agrandar.
Obra maestra de la
arquitectura, permite al visitante del siglo XXI meditar en la cripta
prerromana, admirar en ella la potencia y majestad del arte romano y dejarse
llevar por la belleza de las partes góticas.
El reinado de Carlomagno
aportó a Neustria una era de estabilidad, que terminó con la muerte del emperador,
dando lugar a un periodo de anarquía y de grandes desórdenes, particularmente
con las invasiones de los normandos, especialmente Rollón, que devastó la
región durante el año 875. El tratado de Saint-Clair-sur-Epte (912) le dio a
Rollón la legitimidad, elevándolo en calidad de conde de Ruan, con la condición
de convertirse al cristianismo. Tras este hecho reparó el mal que había causado
en el momento de sus pillajes y compensó ricamente a los monjes que había
ahuyentado.
Su hijo, Guillermo “Longue. Épee”, le sucedió en el año 917
y fue igual de generoso con los monasterios, hasta su asesinato en el 942. Su
nieto, Ricardo I “Sin Miedo”, se
indignó en el momento de sus peregrinaciones frecuentes al monte por la
pasividad de los canónigos que delegaban su culto a pasantes asalariados.
Obtuvo entonces del Papa Juan XIII un permiso a través del cual se consagró en
la autoridad para poner orden.
En los subterráneos de
la abadía se han encontrado restos megalíticos de los celtas. En el siglo XI
sólo había una cincuentena de monjes, que eran los encargados de construir
albergues para los peregrinos.
EDAD MEDIA Y MODERNA
En 1204, guerreros
bretones dirigidos por Guido de Thouars incendiaron el Mont Saint-Michel. El
rey Felipe II Augusto dio una buena cantidad de dinero para la reconstrucción
del monasterio. El nuevo edificio de la Maravilla fue terminado en 1228 en estilo
normando. En el siglo XIII, las luchas entre bretones, normandos e ingleses
provocaron la destrucción de los albergues, lo que dio lugar a que se
fortificase el enclave para que no volviera a ocurrir. Se mantuvo inexpugnable,
ya que los ingleses no pudieron conquistarlo a pesar de sus continuos ataques.
El estilo gótico flamígero prolifera en las construcciones de ésta época. Hubo
una crisis económica posteriormente y la abadía entró en ruina.
En 1622 los miembros de
la heterodoxa congregación de San Mauro hicieron renacer el enclave gracias a
sus reconstrucciones, que dieron como consecuencia que volviese a haber
peregrinaciones. Los miembros de grupos esotéricos dedicados a la alquimia y a
los avances científicos se reunieron aquí. La casa real francesa volvió a
abandonar el lugar a causa de la recomendación de la Iglesia. Sólo se encontraban
entonces una docena de monjes y muchos edificios que amenazaban ruina.
En 1791, los últimos
benedictinos dejaron la abadía a consecuencia de la Revolución Francesa.
Se hizo entonces una prisión donde fueron encarcelados desde 1793, más de
trescientos sacerdotes que negaban la nueva constitución civil del clero. Un
dispositivo de telégrafo óptico (sistema de Chappe) estuvo instalado sobre la
cumbre del campanario en 1794, haciendo así del Mont Saint-Michel un eslabón de
la línea telegráfica París-Brest.
En 1817, en respuesta a
las numerosas modificaciones efectuadas por la administración penitenciaria, se
procedió a la demolición de la hostería edificada por Robert de Torigni.
Después de la detención de los socialistas (Martin Bernard, Armand Barbés y
Auguste Blanqui), en el Mont Saint-Michel, varios artistas, entre ellos Victor
Hugo, denunciaron la abadía-prisión pidiendo su cierre inmediato, hasta que,
por fin, fue cerrada en 1863 en respuesta a un decreto imperial de Napoleón
III.
IGLESIA ABACIAL Y CAPILLAS ADYACENTES
Por orden de
importancia, fue por supuesto la propia abadía que impuso su orgulloso paso y
su espléndida arquitectura a varias decenas de kilómetros alrededor.
Pero hay otros
monumentos religiosos en la roca:
- Notrê-Dame Sous-Terre. La iglesia abacial original fue cubierta completamente por las múltiples ampliaciones de la abadía y cayó en el olvido durante muchos siglos, hasta ser redescubierta durante unas excavaciones a finales del siglo XIX y principios del XX. Desde entonces ha sido restaurada y ofrece un magnífico ejemplo de la arquitectura prerrománica.
- Iglesia. A medida que aumentaba la llegada de peregrinos al Mont Saint-Michel, se decidió ampliar la abadía con la construcción de una nueva iglesia emplazada en el lugar que ocupaban las habitaciones de los monjes, y éstas se trasladaron al norte de Notrê-Dame Sous-Terre. La nueva iglesia de la abadía tenía tres criptas: la capilla de Trente-Cierges, en la zona norte del brazo del transepto, la cripta del coro, en la zona este, y la capilla de Saint-Martin, en la zona sur del brazo del transepto. El abad Ranulphe inició la construcción de la nave en 1060. Veinte años después se alzaron los edificios monásticos de tres pisos, que se construyeron al norte de Notrê-Dame Sous-Terre, incluyendo la denominada salle de l’Aquilon que cumplía las funciones de acogida a los peregrinos, lugar de encuentro de los monjes y dormitorio comunitario. También se inició en ésta época la construcción de la bodega de vino. En el año 1103 se derrumbaron tres tramos del lado oeste de la nave, por defectos de construcción y consolidación; fueron reconstruidos por el abad Roger II entre 1115 y 1125. En 1421 se derrumbó el coro románico y fue reconstruido en estilo gótico entre los años 1446-1523. Tras un incendio en 1776, se decidió demoler los tres tramos occidentales de la nave y en 1780 se erigió la fachada clásica actual, desafortunadamente, las estructuras en los cimientos necesarios para edificarla dividieron en dos partes a Notrê-Dame Sous-Terre.
- La Marvelle y los edificios monásticos. La abadía de Mont Saint-Michel se divide en dos partes: la iglesia abacial y la Marvelle, es decir la zona donde vivían los monjes. Vista desde el exterior, en su lado norte se observa la fachada, que corresponde a la parte gótica. Tiene tres plantas y su construcción se prolongó durante 25 años. Por su parte la Marvelle se encuentra subdividida en dos partes: la oriental y la occidental. La parte del lado este fue la primera en ser edificada, entre 1211 y 1218, e incluye tres salas: la capellanía, la sala de huéspedes alojados y el refectorio. La zona occidental fue construida siete años más tarde y también alberga tres salas: la bodega, la Sala de los Caballeros y el claustro.
- Los edificios de Robert de Torigni. El abad Robert de Torigni mandó construir, en las zonas oeste y suroeste, una sala para jueces eclesiásticos, un nuevo albergue, una enfermería y la capilla de Saint-Éttienne. También hizo reacondicionar los caminos de acceso a Notrê-Dame Sous-Terre para evitar demasiados contactos entre los peregrinos y los monjes de la abadía.
- El claustro. No se encuentra, como suele ser habitual, en el centro del monasterio ni se comunica con el resto de los edificios. Su función es puramente espiritual: la meditación de los monjes. Tres arcos dan al mar y al vacío, concebidos originalmente como la entrada de la sala capitular que finalmente nunca fue construida. Las columnas, dispuestas en quincunce, se construyeron con piedra caliza importada de Inglaterra, aunque posteriormente fueron restauradas utilizando conglomerado de Lucerna. El claustro alberga en el centro un jardín medieval recreado en 1966 por el monje benedictino Bruno de Senneville, interesado en la botánica. En la zona central, una serie de bojs forman un recuadro rodeado por trece rosas de Damasco. Plantas medicinales, hierbas aromáticas y flores, en parterres encuadrados por cinerarias marítimas, que simbolizan las necesidades cotidianas de los monjes en la Edad Media.
Resulta en verdad muy
interesante una visita al Mont Saint-Michel y contemplar el emplazamiento de su
abadía, tanto por su compleja historia como por la espectacularidad y belleza
del paisaje que lo rodea, asomado al océano Atlántico.
(Ver
interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)