R O M A : CIUDAD ETERNA




A orillas del Tíber, hace siglos se convirtió en la capital del mundo, no en balde en el transcurso de su atormentada historia se erigió como una de las primeras grandes metrópolis de la Humanidad.
Fue el corazón de una de las civilizaciones antiguas más importantes e influenció de forma notoria en la sociedad a través de la cultura, lengua, literatura, arte, arquitectura, filosofía y el derecho, incluso en la forma de vestir de los siglos sucesivos. Cabeza del Imperio Romano, extendió sus dominios sobre toda la cuenca del Mediterráneo y gran parte de Europa y del Estado Pontificio, bajo el poder de los Papas.
Se trata del municipio más poblado de Italia y está entre las principales urbes del continente europeo en cuanto a la grandeza de su territorio. Tres milenios después de su creación, Roma sigue siendo la Ciudad Eterna por excelencia.

UNA CIUDAD DE GRANDES CONTRASTES
La capital italiana tiene la más alta concentración de bienes históricos y arquitectónicos del mundo en su centro delimitado por el perímetro que marcan las murallas aurelianas. El visitante no debe bajo ningún concepto perderse todos los lugares bellos y característicos, como el Coliseo, San Pedro, la Fontana di Trevi, la plaza de España, Villa Borghese…en suma, verlo todo, pero además de caminar por sus calles y observar, hay que mirar también  a la gente, las sombras, los árboles y, sobre todo, la luz de Roma.
Siempre presenta un marcado contraste entre lo bello y lo feo, lo agradable y lo caótico. El resultado es una ciudad con dos aspectos muy diferenciados. Uno espléndido, repleto de magníficas huellas de épocas gloriosas, y otro de metrópoli desordenada, ruidosa y, en cierto modo, decadente. Pero probablemente es ese contraste, esa pacífica convivencia entre los dos aspectos, lo que atrae y seduce al recién llegado
Al mismo tiempo, parte del encanto radica precisamente en la completa armonía que existe entre los propios monumentos, sus estructuras y su temperamento. Es una ciudad que, sin lugar a dudas, hay que recorrer con los ojos bien abiertos para poder emborracharse de arte y cultura.
Cuando se visita por vez primera, resulta fascinante descubrir la historia y evolución de la antigua Roma a través de su cara moderna, constantemente salpicada de restos de un pasado muy lejano. Tal vez lo que más atrae sea investigar y descubrir esos aspectos inéditos, los misterios que albergan sus edificios cargados de historia. Y precisamente lo más atractivo es encontrar esos lugares maravillosos.

UN PASEO POR LA ROMA CLÁSICA
El núcleo de la Roma clásica está en torno al Coliseo, con el Foro al noroeste y las Termas de Caracalla al sur. El embrujo y encanto de los vestigios de un mundo ya desaparecido se muestran con todo su esplendor en esta Ciudad Eterna.
El Coliseo es el monumento más famoso de la antigua Roma. Su construcción por los emperadores de la dinastía Flavia sobre un terreno pantanoso fue una extraordinaria proeza de ingeniería y arquitectura. En este lugar tenían lugar los espectáculos más increíbles con las encarnizadas luchas entre los atléticos gladiadores que peleaban a muerte y que tanto han popularizado el mundo de la literatura y el cine.
Por su parte, en el Circo Maximo, un recinto con una asombrosa capacidad para 300.000 personas, era donde los emperadores romanos organizaban carreras de cuádrigas para satisfacer el entusiasmo de las masas.
Por lo que respecta al antiguo Foro Romano, este extraordinario complejo arquitectónico era el centro cívico de la ciudad republicana. En la actualidad se presenta como un grupo de ruinas: restos de mármol, columnatas aisladas y arcos deteriorados por el paso del tiempo. Con un esfuerzo de imaginación, el visitante se puede trasladar a la magna ciudad imperial, la primera que albergó a un millón de habitantes. El Foro representa un auténtico oasis para el caminante, un lugar donde el tiempo se detuvo hace siglos.
Cualquier recorrido, sin duda, hay que iniciarlo por la piazza Venecia, enclave que está considerado como el centro nervioso de la capital. En ella convergen cuatro arterias principales y, ni que decir tiene, representa todo un espectáculo observar el caótico tráfico que suele moverse a todas horas. A sólo unos pasos se encuentra el monumento a Vitorio Emanuelle, enorme estructura de mármol blanco y otro de los lugares emblemáticos. La mayoría de los romanos le llaman “la tarta”. En torno a él se registran constantes atascos de coches.
Por supuesto, resulta ineludible una visita a San Pietro in Vincoli, dado que en su interior se encuentra el Moisés de Miguel Ángel, famosa escultura que forma parte del mausoleo inconcluso del Papa Julio II. A destacar la extraordinaria vivacidad y fuerza que tiene la mirada de Moisés.
La iglesia de San Clemente guarda una fascinante historia en sus tres niveles sucesivos. Una vieja escalera desciende y lleva por una serie de corredores y laberintos hasta los mismos aposentos de San Clemente, tercer sucesor de San Pedro como Papa. Todavía más abajo se encuentran los restos de un templo pagano.
La catedral de Roma, San Juan de Letrán, fue lugar de residencia de los primeros Papas. Merece una especial visita por la majestuosidad de su imponente fachada y el magnífico claustro.
Al sur de la ciudad, las Termas de Caracalla son el vestigio de los baños más lujosos de Roma, verdadero centro social donde se reunían los aristócratas de la época. En su interior podían llegar a bañarse más de 1.500 personas. Actualmente, una parte de las ruinas se utiliza como escenario para representar óperas al aire libre en los meses de verano.

LA “DOLCE VITA”
Las calles de Roma suelen ser un auténtico espectáculo, un escaparate de gentes diversas y una fiesta multicolor para los sentidos. Son el alma de la urbe. Sabido es que la gran sensibilidad por la estética y la representación, hacen de cada italiano un actor, un poeta o un genio en potencia que se lleva dentro toda la vida.
Además, en pocas ciudades se descubre tanta elegancia en el vestir y tantos lugares donde divertirse, amén de un abanico extraordinario de cafés y restaurantes. Siempre hay un momento para hacer un alto en el camino y saborear un capucchino o una birra a la sombra de los grandes monumentos.
Un fascinante y divertido recorrido a pie por las principales zonas turísticas, para dejarse seducir por el inevitable atractivo de la capital romana, puede iniciarse en la Fontana di Trevi, una de las fuentes más espectaculares de la ciudad. Es una obra de Nicola Salvi (1762) y una composición de dioses, diosas, tritones y caballos que emergen de las rocas entre cascadas de agua. Por la noche, cuando la fuente se ilumina, es el mejor momento para visitarla ya que el juego de luces y la transparencia de sus aguas dan a la plaza una atmósfera embrujada y misteriosa. Según la leyenda, si se arroja una moneda a sus aguas se garantiza el regreso a Roma, motivo por el cual se cuentan por millares los turistas que a diario se agolpan en este lugar. Aunque justo será decir también que buena parte de la fama de la fuente se debe a que en ella se bañó Anita Eckberg durante el rodaje de la película La Dolce Vita de Federico Fellini.
La piazza di Spagna debe su nombre a la proximidad a la Embajada de España ante la Santa Sede y sigue siendo punto de encuentro de jóvenes y bohemios. Tiene una perfecta armonía y cuenta en sus alrededores con un núcleo importante de tiendas de las grandes firmas internacionales. Desde la misma plaza asciende la escalinata de la Trinità del Monti. Sus anchos escalones y tramos son el descanso preferido por quienes frecuentan la zona. En lo alto de la cima se disfruta de una buena panorámica de la ciudad.
Cerca del río Tíber está el mausoleo de Augusto, donde reposan las cenizas de los césares hasta que Adriano edificó el suyo propio en el Castillo de Sant Ángelo. El Palazzo Barberini está situado en la plaza del mismo nombre, entre las calles más elegantes de la ciudad. Alberga la Galería Nacional de Arte antiguo con obras de los maestros Rafael y Caravaggio, y a sólo unos pasos se encuentra también el Museo Nacional.
Edificada en el siglo XVI como residencia del Cardenal Ricci de Montepulciano, Villa Medici fue a donde Napoleón en 1803 transfirió la Academia Francesa en Roma para que los jóvenes franceses contribuyeran a engrandecer la obra del reino. Actualmente se celebran festivales y exhibiciones musicales. Su jardín renacentista, con el templo del amor y otros restos antiguos, está muy bien conservado. Contemplar Villa Medici con sus atardeceres multicolores y cálidos, le confieren al entorno un matiz especial y parece como extraído de los pinceles de un excepcional artista.
Villa Borghese es el parque público más bello de Roma, completamente adornado con jardines repletos de flores y esculturas antiguas. Aseguran que es el lugar perfecto para una pareja enamorada. Las puestas de sol que se contemplan desde aquí, le dan a Roma un tono rojizo muy atractivo y romántico. En el interior del parque se encuentra la Galería Borghese que alberga una importante colección de obras de arte.

EL VATICANO
Roma es la única ciudad del mundo que incluye un estado soberano: el Vaticano. Sus tesoros artísticos y los manuscritos que conserva, son de un valor incalculable.
El camino hacia la basílica de San Pedro hay que iniciarlo en la piazza Navona, uno de los complejos urbanos más típicos y armónicamente diseñados de la ciudad. La plaza de forma elíptica fue construida sobre los restos de un circo romano.
Cruzando el río Tiber se llega al espectacular Castillo de Sant’Angelo. De estructura cilíndrica, en su interior se pueden visitar los apartamentos papales y la loggia.
Al salir del castillo hay que dirigirse por la Via Conciliazione (que mandó construir Mussolini para celebrar la reconciliación entre el Vaticano y el gobierno italiano) hasta llegar a la excepcional plaza de San Pedro. A partir de este punto, para calificar todo cuanto surge ante la visión del viajero hay que hacerlo siempre con adjetivos superlativos.
La espectacular columnata de la plaza de San Pedro, coronada por 140 estatuas, parece desde lo alto como dos grandes brazos que quisieran abrazarla. Es la obra maestra de Bernini y quizá la más teatral. La cuádruple hilera de columnas está pensada, sin duda, para crear un notorio efecto escénico, el cual se ve realzado por la actitud de las estatuas que se hallan en la balaustrada. Aseguran que esta plaza puede albergar cerca de medio millón de personas.
Todo en el Vaticano evoca la figura del apóstol Pedro. La basílica coincide con su lugar de enterramiento. Algunas de sus mejores obras están ligadas a él y una gran estatua del primer Papa preside la escalinata de acceso.

La imponente basílica de San Pedro no sólo es la mayor del mundo, sino que también en ella se dan cita las mejores ideas y obras de los grandes artistas de la época. Es el símbolo del Estado Vaticano.
Sobrecoge la magnitud de todo cuanto se contempla en el interior de la grandiosa basílica. Podría decirse que muy posiblemente por haberse erigido para mayor gloria de Dios, todo en ella tiene unas dimensiones colosales. Este magnífico símbolo de la cristiandad se adorna con las mejores muestras del Barroco y el Renacimiento: las obras más perfectas de Miguel Ángel y Bernini.
Destacan poderosamente la Cátedra de San Pedro, en la que Bernini realizó una especie de trono-relicario que encierra el sitial atribuido a San Pedro. Todo ello rematado con una enorme gloria, apoteosis barroca de la luz, con múltiples figuras de bronce alrededor de la vidriera.
Muy interesante también el Baldaquino de San Pedro que cubre el sacro altar pontificio, en la nave central de la basílica. Diseñado por Bernini, está ubicado sobre la tumba del Apóstol, recordando de alguna forma las palabras de Jesucristo: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Se halla situado debajo de la cúpula proyectada por Miguel Ángel, una de las obras arquitectónicas más majestuosas. Por su gran altura (132 metros) le confiere a toda la basílica una gran luminosidad.
En una capilla lateral se encuentra la magnífica escultura de mármol blanco de La Piedad de Miguel Ángel.
La Capilla Sixtina, también pintada por Miguel Ángel bajo el encargo del Papa Julio II, es otra de las joyas, posiblemente la más valiosa, de San Pedro. Los frescos de la capilla son el resultado de años de sufrimiento mentales y físicos en los que el artista plasmó toda la grandeza de su arte. Las escenas del Juicio Final y La Creación son las más conocidas y reproducidas. Sin exagerar un ápice, pueden pasarse horas enteras extasiados en su contemplación.
Tras la basílica están los jardines del Vaticano. Estanques, senderos sinuosos, bosquecillos y una pequeña casa de verano, aparecen en todo su recóndito esplendor.
Una visita a San Pedro puede completarse con los museos vaticanos, una amplísima serie de galerías y estancias que contienen grandes colecciones de arte antiguo. Los principales apartados son: Museo Gregoriano de arte Egipcio y Etrusco, Pio-Clementino, Tapicería, Estancias de Rafael, Museo Misionero Etnológico y la Pinacoteca Vaticana.  Un recorrido de alrededor de siete kilómetros. A destacar la original escalera helicoidal de los Museos Vaticanos, obra de Giuseppe Momo (1932).

La capital italiana tiene una amplia oferta hotelera que va desde la pensione barata hasta los grandes palacios. Sin embargo, conviene alojarse cerca del centro de la ciudad para poder desplazarse a los lugares de interés. Obviar el moverse en automóvil. Conducir por sus calles es una auténtica pesadilla.
En Roma se puede disfrutar de la excelente cocina italiana, famosa por sus pastas, sopas, mariscos y helados (tienen prestigio a nivel internacional y los hay de infinitas variedades). La mayoría de restaurantes ofrece desde especialidades regionales hasta cocina casera local. También los hay internacionales de excelente calidad.
Otro gran atractivo de Roma es la enorme oferta que tiene para las compras. El brillante y conocido talento italiano para el diseño se hace patente hasta en la forma de exponer los artículos en los escaparates de las tiendas de lujo. Donde se concentran las grandes firmas de moda y las tiendas más elegantes es en la zona de la Plaza de España y Via Condotti, que cuentan con excelente boutiques del mundo como Versace, Valentino, etc. El visitante no debe perderse los anticuarios que hay en el centro. Puede encontrar piezas atractivas, sobre todo grabados, a buenos precios.
Roma tiene una amplia oferta para vivir la noche. Desde opciones culturales como ópera, conciertos, teatros y cines, a desenfadados locales nocturnos y discotecas abiertas casi toda la noche. También hay muchos shows que se montan en plazas y callejas del centro.
La primavera y el otoño son las mejores épocas para visitar la ciudad.
Alguien dijo que Roma es una auténtica mezcla de amor y contrastes. Probablemente nunca antes la historia y el culto a lo divino hayan generado tal cúmulo de tesoros artísticos. Todo puede decirse sobre ella y quizá ahí radica su verdadera eternidad. En cuanto el visitante se adentra en sus calles y se pierde a través de la infinidad de monumentos que hablan de su legado histórico, hasta terminar asomándose a orillas del Tíber, el río más amado de los dioses, siente de forma ineludible todo el peso y la fuerza que esta urbe ha tenido a lo largo de los siglos.

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