C A L C U T A

L A    R E I N A    D E     B E N G A L A



El estado de Bengala Occidental se extiende desde las cumbres del Himalaya hasta el golfo del mismo nombre. Un maravilloso rincón del océano Indico en el que confluyen dos ríos tan caudalosos e importantes como el Ganges y el Brahmaputra, formando ambos el delta más extenso que existe en el mundo.
Antes de la partición del subcontinente indio, la provincia de Bengala englobaba también a la actual Bangladesh, con la que comparte una lengua, una cultura y una historia comunes.
Es uno de los estados más significativos de la India. Un paraíso de lujuriosa vegetación en el que después de haber dejado atrás los meses de insoportable y húmedo calor, las lluvias monzónicas resultan portadoras de vida y regeneración.
En pleno corazón de Bengala se alza una ciudad nada convencional, considerada el mayor exceso de la India y una explosión que aturde los sentidos, su capital: Calcuta.

Victoriana de apariencia pero bengalí de corazón y con alrededor de veinte millones de habitantes, Calcuta es una de las ciudades más abigarradas y prodigiosas que existen. Un caos que asombra y enloquece, capaz de despertar fuertes pasiones y duras controversias al mismo tiempo. Un inmenso calidoscopio humano como no puede encontrarse en otro lugar de nuestro planeta.
Conocer su historia y cultura, sus gentes y extraordinario ambiente, supone adentrarse en un mundo apasionante. Vivir de cerca su auténtica realidad es todo un reto que hay que plantearse para ir descubriéndola con intensidad.

Aun considerando que son las abigarradas urbes indias las que suelen erigirse como el compendio de la diversidad, Calcuta, por sí sola es más, muchísimo más, algo realmente enloquecedor y apasionante, una ciudad única en el mundo.

Para tener un referente histórico sobre ella hay que remontarse a 1614, año en torno al cual surgieron los primeros datos importantes con la aparición de los padres de la Compañía de Jesús y el establecimiento de algunos mercaderes ingleses en Hooghly, junto al río del mismo nombre, uno de los afluentes más caudalosos del mítico Ganges.
Después, la llegada del inglés Job Charnock, agente de la Compañía de las Indias Orientales, iba a resultar decisiva dado que fue él quien organizó diferentes negocios comerciales entre Sutanati, Govindpur y Kalikata, población esta última ubicada en una zona pantanosa cubierta por densa vegetación con clima húmedo y malsano, refugio de tigres y serpientes venenosas, la cual se consideraba sagrada por los nativos al creer que en ella había vivido la diosa Kali, pero cuyo emplazamiento ofrecía grandes ventajas por tener un puerto fluvial próximo al golfo de Bengala.
En Agosto de 1690, Charnock abrió oficialmente la primera agencia de su Compañía en Kalikata y a renglón seguido comerciantes y mercaderes afluyeron a este enclave con la esperanza de encontrar buenas perspectivas para sus negocios.
Acababa de nacer la ciudad de Calcuta.

A partir de aquel momento fue ganando en importancia y los británicos la convirtieron en el centro de sus actividades económicas en toda la India.
Después de sobrevivir a infinidad de vicisitudes, fue a finales del siglo XIX cuando Calcuta inició su época de mayor desarrollo.
Poco a poco fue creciendo la gran urbe, aunque quizá lo hizo de forma desordenada y llena de contradicciones sociales ya que, mientras los británicos ocupaban zonas residenciales distinguidas, había otra Calcuta en la que no existía ningún vestigio de la fastuosidad victoriana, con barrios saturados de gentes humildes que progresivamente se iban hundiendo en el propio lodo de su miseria. Fue en esa Calcuta íntegramente india, pobre pero india, donde comenzaron a surgir movimientos de jóvenes llenos de inquietudes, el lugar del que nacieron hombres relevantes, intelectuales, artistas, poetas, literatos, etc. que luego asombrarían al país y al mundo entero.
Aquella especie de renacimiento cultural, de auténtica revolución soterrada pero vibrante de entusiasmo, hizo que la ciudad se convirtiera en las décadas siguientes en uno de los principales focos en los cuales brotó el espíritu nacionalista, el que en definitiva acabaría por expulsar a los ingleses.

Por motivos de funcionalidad administrativa, en el año 1911 el Raj británico trasladó la capital a Nueva Delhi.
Bien pocos estados de la India han sido tan castigados por la adversidad como esta tierra de Bengala, en la que el hambre, las epidemias, las inundaciones y las secuelas del conflicto bélico con Pakistán, han dejado una implacable huella. Las oleadas de refugiados que llegaban a territorio indio vinieron a complicar aún más el eterno problema de la superpoblación, algo que todavía perdura en nuestros días.

LA TIERRA DE TAGORE
La difusión de la cultura por medio de la lengua inglesa ha afectado la vida bengalí
de manera profunda. En 1857 se creó oficialmente la Universidad que hoy en día, con sus numerosos colegios y gran cantidad de estudiantes matriculados, constituye uno de los mayores centros culturales del mundo entero.
La figura, sin duda, más importante del renacimiento bengalí fue Rabindranath Tagore quien fue galardonado en 1913 con el Premio Nobel de literatura.
Según dicen los propios indios, y especialmente los bengalíes, lo que hoy se piensa en Calcuta, lo pensará mañana toda la India.
Esta afirmación, aunque no está totalmente alejada de la verdad, tampoco puede decirse que contribuya a hacer más simpática la imagen de los bengalíes a los ojos de los demás habitantes del país, menos afortunados que ellos.
Los aristócratas europeizados de Bengala, los babu, que tanto disfrutan con las disputas filosóficas más esotéricas, miran a sus vecinos de los otros estados indios con abierta indiferencia.
Los bengalíes adoptan el aire de esos aristócratas arruinados que, sin embargo, están convencidos de que su superioridad terminará por triunfar. A semejanza de los ingleses, pueblo del que los bengalíes heredaron algunos rasgos del carácter, no les importa analizar profundamente sus propios fallos, pero se niegan a que los demás lo hagan por ellos.
Socialmente progresistas y brillantes en lo intelectual, los bengalíes tienen, además, un sentido innato para lo artístico.
Calcuta se asegura que es la patria del sitar. La fabricación de este instrumento musical es una verdadera obra de artesanía que se realiza en talleres muy especializados. Los mejores músicos que tocan este instrumento son bengalíes. El famoso Ravi Shankar es un claro ejemplo.
Además de numerosas librerías y galerías de arte, existen en Calcuta auditorios y lugares muy concretos donde a diario puede escucharse música y danzas tradicionales.
Uno de los grandes logros de la ciudad fue el ferrocarril subterráneo. Considerado como uno de los grandes milagros de Calcuta, fue el primero que se puso en funcionamiento en una ciudad de Oriente, con todas las ventajas que el mismo supone.
Posteriormente también se construyó un segundo puente sobre el río Hooghly, para de esta forma aliviar el saturado tráfico de gentes y vehículos que habitualmente circula sobre el conocido puente de Howrah, la enorme estructura metálica que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad. Se calcula que alrededor de dos millones de personas lo cruzan a diario.
Calcuta, una de las grandes damas de la India, es una ciudad ante la que es imposible permanecer indiferente, está llena de vida, de cultura, pero también es donde se dan cita los más desconcertantes contrastes.
       
PASEANDO POR LA CIUDAD
El parque Maidan constituye, sin lugar a ningún género de dudas, un auténtico punto y aparte, un apacible oasis donde olvidarse del ritmo frenético que se vive en las calles. Es el pulmón a través del cual respira la ciudad, un excepcional parque de aproximadamente cinco kilómetros cuadrados de superficie que se extiende desde la Strand Road, en la orilla del río Hooghly, hasta el popular barrio de Chowringhee.
Los jardines de Maidan suelen ser lugar de cita para jóvenes enamorados, de recreo y ocio para las familias que pretenden escapar del bullicio de la ciudad, así como punto de ineludible reunión para los muchos foráneos que se aproximan a contemplar el excepcional monumento que frente a la puerta principal se erigió a la Maharani Victoria, como la denominaban los bengalíes, antaño Emperatriz de la India. Maidan ha sido y es también frecuentemente escenario en el que se celebran grandes manifestaciones de tipo cultural, social y político.
Tanto en el interior del parque de Maidan como en sus alrededores se ubican algunos de los monumentos más emblemáticos de esta gran urbe y de la época del Raj británico. Tal es el caso del Victoria Memorial, edificio de estilo renacentista que fue construido entre 1906 y 1921 enteramente en mármol blanco traído de Jodhpur (Rajasthan), por iniciativa del entonces Virrey Lord Curzon.
Justo detrás se ubica el hospital donde Sir Ronald Ross descubrió la transmisión de la malaria, identificando a la hembra del mosquito Anópheles.
Al sur del inmenso parque, la catedral de St. Paul es otro de los monumentos notables que vale la pena visitar. Se trata de un destacado ejemplo de arquitectura neogótica con bóvedas en abanico y en cuyas paredes diferentes mosaicos de piedra recuerdan a los ingleses caídos durante los enfrentamientos registrados en la época colonial.
Abandonar Maidan supone dejar la placidez y el encanto del paseo para regresar al caos más absoluto, y cruzar la amplia Jawaharlal Nehru Road poco menos que una aventura. Tras sortear toda clase de vehículos, desde autobuses hasta rickshaws, y llegar a la acera de enfrente, la frontera del barrio de Chowringhee, la confusión termina por invadir.            
Resulta imposible no dejarse impresionar por el ambiente enloquecedor y suele incluso entusiasmar a quien arde en deseos de descubrir a la auténtica Calcuta y vivirla intensamente.
En apenas unos segundos el viajero suele perderse a través de la que se acostumbra a catalogar como la zona más comercial y popular de la ciudad, donde late el verdadero corazón de Calcuta. Un lugar capaz de infringir un duro impacto en el occidental que se asoma a su ambiente cotidiano.
Edificios decrépitos, aceras plagadas de mendigos, bailarines, santones, mercaderes, bazares que exponen los más increíbles artilugios, y en las empedradas y sucias callejuelas de los alrededores, por donde dificultosamente circulan los desvencijados aunque típicos tranvías que siempre transportan más del doble del personal aconsejable. Un desorden que aturde pero excita al mismo tiempo, por ello es preciso no andar deprisa, sino todo lo contrario, hacerlo con detenimiento y aunque sea bajo el calor denso y húmedo que en según que época del año suele superar fácilmente los 45º grados de temperatura.
 Un recorrido a través de la zona norte de Maidan, conduce a lugares realmente interesantes como la iglesia de St. John's, de la que se dice posee los mejores órganos de todo el país y donde fue enterrado Job Charnock, auténtico pionero en estas tierras.
A destacar el majestuoso edificio del Writter's Building, erigido a finales del siglo XIX sobre el viejo emplazamiento donde trabajaban los funcionarios de la Compañía de las Indias. Es un palacio que por su belleza arquitectónica resulta muy admirado y en las últimas décadas se ha convertido en un indudable objetivo turístico.
A través del nuevo puente de Hastings en apenas unos minutos el visitante tiene la oportunidad de aislarse del bullicio de la ciudad, pudiendo caminar por senderos y bosques, disfrutar con plenitud de la naturaleza y, sobre todo, poner un poco de orden en las ideas y tranquilizar el espíritu. Se trata del maravilloso Jardín Botánico.
El monumento erigido a la memoria de Mahatma Gandhi, cerca del parque Maidan, es un punto habitual de encuentro para muchas manifestaciones, especialmente de tipo político y social.
En un extremo del parque y tras cruzar la vía del ferrocarril, pueden observarse detenidamente algunos de los ghats o escalinatas a orillas del Hooghly, donde habitualmente muchos fieles hinduistas realizan sus abluciones.
Calcuta es una ciudad a la que muy posiblemente no puede aplicarse la lógica de la historia ni de la geografía dado que su encanto y fascinación desafían cualquier tipo de análisis.
Esta “reina de Bengala” es un hábito, una forma de vida, un asunto de la mente y el corazón. Vivirla con intensidad supone, sin duda alguna, la más apasionante de las experiencias.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)