EL LEGADO MOGOL

EL LEGADO MOGOL
 

La dominación de la dinastía mogol en la India fue sinónimo de esplendor y opulencia. A lo largo de tres siglos, sus emperadores establecieron poderosos gobiernos que terminaron extendiéndose por todo el subcontinente, desarrollando una gran estructura militar y administrativa, a la vez que propiciaron un extraordinario auge cultural con singular riqueza de ideas en historia y filosofía así como una marcada expresión en las artes.
En torno a la majestuosa y omnipotente figura de los mogoles han surgido infinidad de relatos que hablan sobre su muy arraigado sentido del honor, sus desmesuradas ansias de riqueza, enormes ejércitos, elegantes ritos y ceremonias, esclavas de tez oscura y delicada belleza, hazañas guerreras . . . Un mundo fascinante que ya desapareció, pero las leyendas siguen vivas y no perecerán nunca. Tan sólo los grandes mausoleos, mezquitas y palacios de mármol adornados con piedras preciosas, quedan en pie como mudos testigos de una de las épocas más fastuosas de la India.
El arte ha tenido una indudable importancia en el desarrollo de la historia en todo el mundo, ha permitido conocer mejor a los pueblos y su mensaje ha llegado a lo más profundo, a la auténtica alma de las culturas, siendo un vínculo universal en el culto de la belleza.
Tras establecer su hegemonía sobre el subcontinente indio a partir del siglo X, los musulmanes emprendieron la construcción de suntuosos edificios religiosos y mausoleos, puentes, jardines, grandes palacios y fortalezas, etc…  inspirados en lo que con anterioridad habían creado en la antigua Persia, aunque sabiendo variar las fórmulas, lo que trajo consigo que en cada región se produjera un estilo peculiar.
El arte islámico interrumpió la evolución artística hindú,  hizo desaparecer las tendencias budistas y fue introduciéndose con el transcurso de los siglos, asimilando los arquitectos indios principios fundamentales como el minarete, la cúpula o el arco de medio punto, los cuales enriquecieron con ornamentación floral y arabesca, a la vez que excluían las representaciones humanas o de animales que habían predominado hasta entonces.
Dicha asimilación vino a suponer la fusión de dos culturas diferentes, dando origen al arte indo-musulmán, uno de cuyos primeros ejemplos muy bien podría ser el Qutub Minar de Delhi.
Aun teniendo en cuenta la larga tradición islámica, las mejores obras de la arquitectura indo-musulmana datan del periodo mogol y se hallan esparcidas preferentemente por la región septentrional del país, entre Agra, Delhi, Fatehpur Sikri, Allahabad y Lahore en Pakistán, sede de los soberanos pertenecientes a la dinastía de los “grandes mogoles” y donde los monumentos existentes asombran, tanto por su magnitud como por la fastuosidad y riqueza de los materiales en ellos empleados.
Zahiruddin Mohamed Babur fue el fundador de la dinastía mogol en la India. De espíritu guerrero, siendo aún muy joven ya conquistó Samarcanda tras someterla a un largo asedio. A partir de 1525 decidió penetrar en la India, consiguiendo llegar hasta Delhi y tras derrotar a los rajputs en las inmediaciones de Agra extendió su dominio a través del Rajasthan.
Impresionado por la arquitectura rajput y sintiendo añoranza de sus orígenes en el Asia Central, construyó los bellos jardines de Shalimar y Nishat Bagh en Cachemira, así como la fortaleza de Balahisar en Peshawar (Pakistán).
El primer emperador mogol no disfrutó, sin embargo, de su extraordinario poder. Hombre muy controvertido, de fuerte carácter pero que gustaba consumir de forma descontrolada de las drogas y el alcohol, falleció víctima de unas fiebres cuando tenía 47 años, siendo enterrado en Agra, en los jardines de Ram Bagh a orillas del río Yamuna. Años más tarde y siguiendo sus propios deseos su cuerpo fue trasladado a Kabul (Afganistán).
Tan supersticioso como apasionado por la astrología, la poesía y el opio, Humayun, hijo y sucesor de Babur, vivió su corto reinado bajo un clima de permanente agitación. Con la ayuda de tropas persas recuperó el trono de Delhi, infringiendo una severa derrota a sus enemigos, no obstante, apenas si pudo disfrutar de su victoria dado que en Enero de 1556 cayó por las escaleras de su palacio en Purana Qila, con tan mala fortuna que murió de repente. Curioso final para un bravo guerrero que había librado mil envites en los campos de batalla.
Su esposa Haji Begum mandó construir entonces un fantástico mausoleo, el cual vino a marcar el inicio de una nueva etapa arquitectónica que más adelante culminaría con las obras maestras del arte mogol en Agra y Fatehpur Sikri. Bordeada por un muro y con jardines a su alrededor, la tumba de Humayun está construida con piedra arenisca roja y posee un detallado trabajo de incrustaciones de mármol. Se trata de uno de los monumentos más destacados de la capital india.

AKBAR, EL GRANDE
Cuenta la historia que Akbar fue uno de los más relevantes y poderosos emperadores mogoles, cuyas hazañas se extendieron por todo el Rajasthan, Punjab y Bihar hasta Bengala. Hombre de gran tolerancia religiosa, mantuvo excelentes relaciones con los príncipes rajputs, quienes llegaron a obsequiarle con sus propias hijas para que éstas formasen parte de su harén, en el que se asegura vivían infinidad de esposas y  concubinas. Su inteligente política de alianzas convirtió a sus enemigos en buenos aliados.
Bajo el dominio de Akbar la arquitectura mogol alcanzó uno de sus periodos más álgidos. A partir de 1565 empezó a construir en Agra una impresionante fortificación sobre las ruinas de Badalgarh. Una obra de gran magnitud en cuya ciudadela interior los sucesores de este emperador levantaron mezquitas, palacios y pabellones de singular belleza, convirtiendo todo el recinto en un monumento realmente extraordinario.
Con posterioridad, Akbar prosiguió levantando fortalezas realmente inexpugnables, tanto en Ajmer como en Allahabad y en Lahore (Pakistán), auténticas joyas del arte mogol que años después Jahangir y Shah Jahan completaron con bellos palacios y jardines.
Calificada como la expresión arquitectónica más sublime de la esplendidez y tolerancia que caracterizaron la personalidad de Akbar, llegó a decirse de Fatehpur Sikri que simbolizaba el pensamiento del emperador convertido en piedra, quedando unidos para siempre dos principios arquitectónicos extremos como eran el hindú, siempre figurativo y recargado de adornos, y el islámico, más lineal y geométrico.
En la actualidad, asombra la magnificencia del estilo mogol en todas y cada una de las edificaciones existentes en Fatehpur Sikri, la ciudadela desierta en la que todo permanece intacto y rodeada del más absoluto silencio,
Estudioso de temas místicos y religiosos, fue un gran impulsor de las artes y las letras, favoreciendo a poetas, escritores, pintores e infinidad de artistas. Un singular personaje de su época que se preocupó en potenciar su ejército pero a la vez mejorar la vida de los campesinos, estimulando el progreso en definitiva. Murió en 1605.
En Sikandra, en las inmediaciones de Agra, se ubica la tumba de Akbar. Espectacular monumento construido en piedra arenisca roja y rematado con cuatro minaretes y pequeñas cúpulas de mármol blanco. Digno mausoleo para quien estuvo considerado como el más relevante de los emperadores mogoles.
El hijo de Akbar, Jehangir, fue víctima de las múltiples contradicciones de su inestable carácter. Amante de la justicia, generoso y tolerante, a la vez solía mostrarse despiadado y cruel, apático y triste pero también muy dado a la vida desordenada y la celebración de fiestas en las que el opio y el alcohol causaban estragos considerables, sin olvidar su extraordinaria debilidad por las mujeres.
A pesar de haber construido diferentes palacetes y edificaciones en el interior del fuerte de Agra, concluir la tumba de su padre en Sikandra, su propio mausoleo en Lahore y la tumba de Itmad-Ud-Daulah a la memoria del que fuera su Primer Ministro, durante su reinado se desvió la atención de la arquitectura a las artes puramente decorativas y como fruto de la afición mogol por la simetría y el equilibrio, la jardinería se convirtió en un arte. Las pinturas de los grandes maestros de la corte también se vieron favorecidas por el mecenazgo del emperador.
La débil salud de Jehangir (sufría ataques asmáticos y su estancia en los valles de Cachemira no lograron mejorarle), acabó por matarle en 1627.

ESPLENDOR ARQUITECTÓNICO DEL TAJ
Aunque rico y poderoso, Shah Jahan fue, sin embargo, un hombre muy desdichado. La pérdida de su esposa y gran consejera Mumtaz Mahal, de la que estaba perdidamente enamorado, supuso un cambio radical en su vida. A su memoria erigió el Taj.
Las tendencias persa, musulmana e hindú que se unieron para crear el estilo mogol alcanzaron su máximo apogeo bajo la hegemonía de Shah Jahan, quien se diferenció de sus antecesores al prodigarse en la utilización del mármol en lugar de la piedra arenisca, recurriendo con frecuencia a las piedras preciosas como ornamento.
Lahore (Pakistán), Agra y Delhi fueron las tres ciudades mogoles por excelencia que resultaron enriquecidas por los proyectos de Shah Jahan. Lahore siempre fue la segunda capital de la India musulmana y en ella se desarrolló un estilo bien diferente al de Agra, utilizando el ladrillo en lugar del mármol, recubriendo el frente de las paredes con azulejos de colores brillantes. En Agra fueron destruidas buena parte de las edificaciones realizadas por Akbar y en su lugar se erigieron otras en mármol, aunque ninguna llegó a superar la romántica belleza del sublime Taj, mausoleo transformado en auténtica maravilla arquitectónica.
En Delhi, el Fuerte Rojo y la mezquita de Jama Masjid son dos fantásticos ejemplos del arte mogol, ambos en las inmediaciones de Chadni Chowk, en el mismo corazón de la ciudad entonces llamada Shahanabad.
Con el reinado de Aurangzeb, sucesor de Shah Jahan, se inició la decadencia del Imperio mogol en la India.
A causa de su fanatismo religioso llegó a enfrentarse a la población hindú e incluso encarceló a su propio padre en el Fuerte de Agra. Su intolerancia le arrastró a ser desafiado por el reino de los Marathas y las luchas que mantuvieron causaron profundos da½os al Imperio. El país quedó debilitado y en poder de varios reinos, lo que propició la invasión extranjera.
Fragmentada la situación política del país, las potencias europeas lo tuvieron relativamente fácil y Gran Bretaña estableció su dominio a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. El imperio mogol había tocado a su fin pero su legado, la impresionante riqueza arquitectónica de sus monumentos, con el transcurso de los siglos sigue asombrando a toda la humanidad.