TAORMINA



UN ENCLAVE CON ESPECIAL ENCANTO

A escasa distancia del estrecho que separa la isla de Sicilia de la península italiana y sobre una terraza natural asomada al mar Jónico, surge la espléndida Taormina, la vieja Tauromenion. Con su característico aspecto de burgo medieval, su antigua alma griega, y los colores y perfumes de la vegetación mediterránea, está considerada como uno de los lugares más bellos del mundo. Además, el clima hace de ella un destino perfecto en cualquier época del año.
El visitante de inmediato queda fascinado al conocerla, como le sucedió a Johann Wolfgang Goethe, cuando durante su viaje por Italia visitó el famoso Teatro Griego (siglo III a.C.), símbolo de la ciudad. En medio de los cipreses y las higueras, este enclave, transformado en arena por los romanos (lugar donde se desarrollaban los espectáculos de lucha), ofrece un espectacular panorama del mar azul turquesa hasta las costas de Calabria, de la ciudad de Siracusa y de la humeante cima del volcán Etna.
Taormina se extiende por el monte Tauro. Uno de los últimos picos de los montes Peloritanos, a 200 metros de altitud y se halla en un balcón sobre el mar, habiéndose convertido desde el siglo XIX en un centro turístico muy importante.
Posee magníficas playas accesibles mediante teleférico y un patrimonio artístico muy rico. Al margen de ello conserva un castillo árabe, que ocupa el lugar de la antigua ciudadela o Arx.

ENTRE LA LEYENDA Y LA HISTORIA
La ciudad fue fundada por los griegos en el año 735 a.C. con el nombre de Naxos.
Cuentan las leyendas tan frecuentes aquí que los marinos griegos que pasaban por la costa oriental de Sicilia olvidaron realizar sacrificios en honor del dios Poseidón, y él, encolerizado, les hizo naufragar. El único superviviente, Teocles, llegó al cabo Schico, próximo a Naxos, y volvió a Grecia para contar las maravillas de Sicilia, convenciendo a sus compatriotas para instalarse en la isla.
Después de la destrucción de Naxos por Dionisio I de Siracusa, en el 403 a.C., su territorio fue entregado a los sículos, quienes construyeron al norte de la antigua ciudad un campamento en el monte Tauro. Más tarde fue convertida en fortaleza con el nombre de Tauromenio, hacia el 396 a.C.
Dionisio intentó ocuparla, pero fue rechazado al menos dos veces. En el 392 a.C. se firmó la paz, por la que la ciudad fue entregada a Dionisio, que expulsó a los sículos y estableció allí a sus propios mercenarios.
En el 358 a.C. fue Andrómaco, padre del historiador Timeo, quien reunió a los antiguos habitantes de Naxos que estaban dispersos en Sicilia y, bajo su dirección, se establecieron en Tauromenio, que pronto creció.
En el 345 a.C. desembarcó allí Timoleón eludiendo la persecución de los cartagineses. Como era gobernada por Andrómaco, con un sistema justo y democrático, fue respetada por Timoleón.
Más tarde pasó a manos de Agatocles, que envió al historiador Timeo al exilio. Después se apoderó de Taormina un tirano llamado Tindarión, contemporáneo de Hicetas de Siracusa y de Fintias de Agrigento. Tindarión fue uno de los que llamó al rey Pirro de Epiro a Sicilia en el 278 a.C. Pirro desembarcó en Tauromenio y junto con Tindarión marchó contra Siracusa.
Sólo unos años más tarde, Hierón II de Siracusa dominó la ciudad y la utilizó de base contra los mamertinos. Hierón conservó la ciudad después del tratado de Roma del 263 a.C.
Durante la segunda guerra púnica, se cree que predominó el partido romano. Pasó a Roma junto con el resto de la isla, pero recibió un trato de favor por parte de Marcelo Taormina, de quien obtuvo el estatus de ciudad federada y aliada (una de las tres de la isla), conservando así una independencia nominal; no tenía ninguna obligación como, por ejemplo, proveer de barcos a la flota romana, como en el caso de otras ciudades de la isla de Sicilia.
Durante la guerra social, desde el 134 a.C. al 132 a.C. fue ocupada por los esclavos rebelados. A lo largo de los años desafiaron al cónsul Publio Rupilio, hasta que fue reducida por hambre y el jefe local, Sarapión, junto a otros jefes destacados fueron ejecutados.
En el año 36 a.C. fue ocupada por Sexto Pompeyo en la guerra contra Octaviano y fue el escenario de un combate naval entre las flotas de ambos, con la victoria final de Pompeyo.
Después de la guerra, Octaviano se estableció allí una colonia romana, expulsando a los antiguos habitantes.
Subsistió durante el Imperio Romano, y producía un vino de buena calidad, siendo muy valorado también el mármol de sus canteras.
Aliada de Roma, se convirtió en la capital de la Sicilia bizantina tras la caída del Imperio Romano. Fue posesión bizantina hasta el 906 en que la ocuparon los árabes tras dos años de asedio, quedando totalmente destruida.
El normando Roger de Hauteville la dominó y reconstruyó en el 1079, de modo que la ciudad alcanzó a partir de entonces un largo periodo de prosperidad.

DEL TEATRO GRIEGO AL ODEÓN
El teatro de Taormina, también conocido como Teatro Griego o Greco-Romano,  se encuentra instalado en una zona privilegiada, ya que desde ella se puede contemplar de manera espectacular la localidad de Giardini di Naxos y el volcán Etna.
Se construyó en la época helenística y fue reconstruido casi en su totalidad en tiempos de la dominación romana. Fue en ésa época cuando el recinto se utilizó para la práctica de la lucha de gladiadores.
El teatro consta de nueve secciones, y está rodeado por un doble pórtico. Originalmente tenía una capacidad para unos 5.000 espectadores, y 109 metros de diámetro. Todavía se mantienen en pie algunas de las columnas de estilo corintio que se alzaban en el muro situado tras el escenario principal.
En este teatro es donde se celebra actualmente el Festival de Cine de Taormina junto con diferentes actuaciones artísticas y musicales.
Si al viajero le interesa la Edad Media, vale la pena que no se pierda una visita al hermoso Palacio Corvaia, de estilo siciliano-medieval que fue construido en el siglo X.
Este palacio medieval fue construido originalmente por los árabes cuando gobernaban Taormina, pues habían conquistado la villa en el año 902. Está ubicado justo al lado de la iglesia de Santa Catalina de Alejandría y en la plaza Badia. Una vez que los árabes dejaron la ciudad, la estructura original fue sufriendo modificaciones y se le agregaron distintas partes, especialmente durante el siglo XV. La parte principal de la estructura sigue siendo árabe, es la torre, pero además hay un patio interno de influencia árabe con ventanas y puertas arqueadas. En el siglo XIII se le sumó una escalinata que asciende al primer piso y un balcón ornamental con vistas directamente al patio.
Al Palacio de Corvaia también se le conoce como el Edificio del Parlamento porque albergó al Parlamento siciliano en 1410 y siempre ha sido una de las joyas más preciadas de Taormina. Se llama Corvaia por una noble y rica familia de la ciudad y fue restaurado en los años 40 del siglo XX. En la actualidad es sede de la Oficina de Turismo, pero también funciona en él un museo que abierto al público.
No muy lejos del Teatro y en las inmediaciones del antiguo foro (ahora plaza Vittorio Emanuele), se levanta con orgullo y solitaria la gran muralla de la llamada Naumachia (siglo I a.C.), según el prestigioso excedente de romana, después del teatro en Taormina. Un total de 122 metros de longitud y unos cinco de altura, en cuya pared se alternan dieciocho grandes nichos absidales y otros tantos pequeños nichos rectangulares. La muralla corre paralela a la actual Corso Humberto, calle principal de la antigua ciudad. Actuando como una antigua terraza, rodeada de aguas abajo por un gran espacio rectangular mucho más amplio que el actual.
Se cree que a este espacio se le denominó Naumachia, debido a los juegos de guerra romanos que se llevaron a cabo en aquel lugar. O quizás un lugar que fue utilizado como gimnasio, a causa de un torso masculino sin cabeza de tipo Praxíteles que fue encontrado en el lugar y ahora puede contemplarse en el museo arqueológico de la antigua abadía.
No hay que olvidar la catedral de Taormina, Il Duomo es una iglesia medieval dedicada a San Nicolás de Bari que se encuentra a lo largo del Corso Umberto, cerca de Porta Catania.
El Odeón (siglo I a.C.) de Taormina data de la época imperial romana, concretamente de la época de César Augusto Octaviano y en cuanto a estructura se asemeja bastante al Teatro Griego, aunque de dimensiones bastante menores ya que estaba pensado para albergar a unas 200 personas, por tanto, a un público más selecto. Se encuentra situado detrás de la colina de Santa Catalina de Alejandría, junto al Palacio Corvaia, y fue descubierto en 1892 durante las obras de construcción del nuevo teatro de la ciudad.
El Odeón reproduce la estructura del Teatro Griego. Consta de tres partes bien diferenciadas: los graderíos, el lugar destinado al coro y los músicos y el escenario. Ésta última aprovechando los restos del antiguo templo de Afrodita que afloró durante las excavaciones. Normalmente eran edificios destinados a espectáculos musicales, aunque también resultaba frecuente que fuesen utilizados para pequeñas representaciones y lugares de debate.

ISOLA BELLA
Isula Bedda en siciliano, es una pequeña isla situada dentro del municipio de Taormina, en la provincia de Mesina. En ocasiones, la pequeña distancia que la separa de la costa desaparece a causa de la marea, convirtiéndose entonces en una península. Se trata de un paradisíaco rincón.
El nombre fue acuñado por el barón Wilhelm von Gloeden, que difundió en todo el mundo el valor artístico de la isla.
Donada en 1806 por Fernando I de las Dos Sicilias a Pancrazio Ciprioti, alcalde de Taormina, fue adquirida en 1890 por Lady Florence Trevelyan, sobrina de la reina Victoria I del Reino Unido y mujer del filántropo alcalde de Taormina, profesor Salvatore Cacciola, que construyó una pintoresca caseta. Posteriormente fue heredada por su único sobrino varón, el abogado Césare Acrosso.
En 1954 fue adquirida por los hermanos Busurgi, que construyeron una espléndida residencia con una minúscula piscina camuflada entre rocas y la vegetación de la zona.
Treinta años después, en 1984, tras una petición del Ayuntamiento de Taormina, la Consejería regional de Bienes Culturales declaró la Isola Bella como lugar de interés histórico artístico de especial valor, sometiéndola a vínculos de tutela. El decreto consideraba la isla como un “monumento natural”.
En 1990 la isla fue puesta a subasta y adquirida por el Assessorato del Beni Culturali. En 1998 fue instituida como reserva natural, gestionada por el Fondo Mundial para la Naturaleza. Recientemente la gestión ha pasado a manos de la provincia de Mesina.
Otro de los puntos de ineludible visita en Taormina es el Jardín Público. De una belleza poco común, este jardín de la Villa Comunale siempre resulta capaz de ofrecer momentos de inolvidable relajación. Es una parada obligada para cualquier persona que pasea sin prisas por Taormina. Este jardín es un lugar ideal para deambular tranquilo rodeado de naturaleza virgen que, entre otras cosas, permite disfrutar de unas panorámicas maravillosas del mar o bien gozar de una lectura agradable una vez sentado en cualquier banco. Plantas hermosas y edificios conocidos como las locuras victorianas, rodean este rincón inigualable que aguarda siempre a los visitantes para proporcionarles horas de sosiego. Ideal para un paseo fresco al resguardo del calor del verano.
En verano, en Taormina hace un calor húmedo con temperaturas que llegan hasta los 40ºC y, en raras ocasiones se superan estos 40ºC. Las lluvias son más bien escasas durante el estío, aunque no se trata de un clima especialmente árido.
En primavera y otoño el clima es suave y con temperaturas muy agradables. En invierno es fresco con temperaturas en torno a los 15ºC.

UNA VISITA A LOS ALREDEDORES
No se puede dejar de dar un paseo a lo largo del Corso Humberto I, la vía principal de la ciudad, ideal para los que quieren ir de compras; aquí se encuentran numerosas tiendas de artesanía en las que se vende absolutamente de todo: desde cerámicas hasta joyas pasando por la ropa y los típicos souvenirs. Para disfrutar de un poco de tranquilidad se pueden recorrer las pintorescas callejuelas y los patios de la parte más antigua de la ciudad.
Taormina, sin lugar a ningún género de dudas, también presume de mar y playas. Durante el verano es una tentación darse un baño refrescante en las aguas transparentes de Giardini di Naxos o en las playas de Mazzaro, a las que se llega con un teleférico desde Mazzeo y Lido Spisone, donde por la noche se puede ir a la discoteca.
Por lo que se refiere a los alrededores y considerada como una de las más bella localidades marítimas de la costa este, Giardini di Naxos se encuentra muy cerca de Taormina y es uno de los lugares predilectos de los sicilianos por el esplendor de sus aguas. El paseo marítimo, muy amplio, alterna playas abiertas al público y lidos equipados, y está lleno de hoteles, restaurantes, pizzerías y discotecas. En Giardini di Naxos existe un puerto en el que atracan incluso barcos de grandes dimensiones.
Taormina es lo más similar a un oasis natural que regala rincones incomparables y muy acogedores. Los amantes de la historia y del arte encuentran en ella el lugar ideal que visitar.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)