JAMAICA
Este paraíso lejano de aguas transparentes, paisajes de exuberante vegetación tropical y playas llenas de exotismo, dejó atrás su atormentada historia a lo largo de los siglos, para convertirse en las últimas décadas en el auténtico esplendor de las Antillas y un destino turístico por excelencia.
Perteneciente a las Grandes Antillas, Jamaica es una isla con una extensión de unos 240 kilómetros de largo por un máximo de 80 de ancho. Está situada al sur de Cuba y al oeste de la isla La Española en la que se encuentran Haití y la República Dominicana, en pleno corazón del mar Caribe.
La isla fue posesión española después de que Cristóbal Colón llegara a estas tierras en 1494. Este régimen colonialista terminó tras los constantes ataques de piratas, bucaneros y corsarios que desafiaron la Bula Papal en la que se declaraba que todos los territorios del Nuevo Mundo pertenecían a España y Portugal.
Los ingleses atacaron la isla en diferentes ocasiones entre 1596 y 1655. En aquellos años de dominio británico, Jamaica se convirtió en el mayor exportador de azúcar del mundo. Este logro jamás se habría logrado sin la mano de obra de los esclavos traídos de África. Tras una serie de revueltas, la esclavitud fue oficialmente abolida en 1834.
Tras la liberación de los esclavos negros que huyeron hacia las montañas, se iniciaron una serie de conflictos y guerrillas que duraron casi un siglo. Como consecuencia, se lograron ciertos avances constitucionales al filo de 1953, como plena autonomía gubernamental local. Sin embargo, no fue hasta el 6 de agosto de 1962 cuando Jamaica alcanzó su independencia definitiva.
La geografía de la isla se compone principalmente de terreno montañoso, rodeado de una pequeña franja de costa. Por lo general, las ciudades se ubican en esta llanura costera.
Jamaica está dividida en tres condados (Surrey, Middlesex y Cornwall) y 14 parroquias.
El clima es básicamente tropical, suele ser cálido y húmedo, aunque en las zonas de montaña puede ser algo más fresco.
A pesar de su situación, en pleno mar Caribe, no sufre con tanta frecuencia los huracanes como sucede en las islas vecinas y ello es debido a la influencia que ejercen sus montañas.
Aparte de la isla principal, Jamaica incluye varios grupos menores de islas, bancos de arena, cayos y arrecifes.
UNA ECONOMÍA CENTRADA EN EL TURISMO
Sin lugar a dudas, Jamaica es un importante centro turístico, cuyo peso económico creció a partir de los años noventa con la ayuda de sustanciosas inversiones extranjeras. La infraestructura hotelera y dedicada al ocio en general, resulta fundamental para su desarrollo, no obstante, su economía también está centrada en la producción de azúcar y en la extracción de bauxita. Actividades a las que hay que agregar el negocio que se generó alrededor de la imagen de Bob Marley, utilizada tanto para el turismo como para la promoción de la música reggae y todo lo relacionado con ésta.
Por lo que respecta a su riqueza agrícola, muy destacada, básicamente gira en torno al cultivo de productos para la exportación tales como el café, el tabaco, la banana y la caña de azúcar. Además, es un tradicional productor de pimienta. Referente a las actividades industriales predominan la transformación de productos agrarios, la fabricación de cemento, fertilizantes, derivados del petróleo y la industria textil. Sin embargo, hay que aclarar que todas estas riquezas no revierten de forma igualitaria sobre la población, dado que Jamaica está históricamente dominada por unas pocas familias adineradas.
Asimismo, la comercialización de productos relacionados con la marihuana en los que aparece la bandera de Jamaica, genera una amplia fuente de ingresos en el país. Aunque tanto el comercio como el uso de la marihuana están prohibidos.
En la actualidad, la población de la isla ronda los tres millones de habitantes, la mayoría de las cuales (77%) son de raza negra. Existe un 15% que es mulata y zamba y los restantes blancos y asiáticos. Una gran mayoría (84%) de esta población está alfabetizada.
KINGSTONE
Kingston, capital y centro del movimiento rastafari, cuna de Bob Marley, curiosamente es una urbe muy poco afectada por el turismo. Con sus mansiones coloniales y también sus flamantes rascacielos, sorprende al viajero por dos singulares particularidades: su tráfico caótico y los persistentes vendedores ambulantes.
A excepción de la antigua catedral de Santiago de la Vega , poco queda en la Spanish Town de la primera época colonial, allá por el siglo XVI-XVII, ahora predomina el acento inglés, de hecho Jamaica es la más británica de todas las islas del Caribe. Fue capital de la isla durante la colonización inglesa hasta 1872.
Existe un interés sentimental, casi mitológico, por el museo dedicado al compositor y cantante Bob Marley. A él se debe, sin duda, que a todas horas y por todas partes suene música reggae. Jamaica destaca por su rica cultura y especialmente su música, la cual ha hecho famosa a esta isla en el ámbito internacional.
Los géneros musicales ska, reggae, rocksteady, dub, ragga jungle y muchos más, han sido concebidos aquí. La música más popular es el reggae, con sus diferentes estilos y mezclas, dada a conocer por el ídolo Bob Marley, quien mediante su música profundizó e hizo conocida una cultura que repercutió a nivel mundial.
UN RECORRIDO POR LA ISLA
Port Royal, pueblo de pescadores, fue un antiguo reducto de filibusteros y en el decir de muchos, la ciudad más perversa de Occidente. Un rincón ya desaparecido, aunque se siguen contando historias de tesoros hundidos en el mar por parte de algunos nativos que parecen conservar un cierto estilo bucanero, como el de aquellos individuos sin escrúpulos que llenaban las tabernas y se saciaban con el ron. Sólo queda la que aseguran fue la guarida del pirata Henry Morgan.
El Blue Mountain Peak con sus 2.256 metros de altitud domina el parque natural en el que abunda la selva de montaña: helechos, árboles y musgos que traen a la memoria la imagen del eterno jardín del Edén.
Tomarse un café en estas latitudes es, a no dudarlo, hacer aprecio a los enormes cafetales que se extienden por las colinas próximas y del que sale, a tenor de lo que aseguran, el mejor café del mundo.
Siguiendo por la costa hacia el norte es Port Antonio, al otro lado de las Blue Mountains, el enclave más interesante, otro pequeño paraíso libre de la masificación de turistas. Fundada allá por el 1723, se convirtió en un importante centro de cultivo de caña de azúcar. Posteriormente se sustituyó por el cultivo del plátano, adquiriendo su exportación gran fama. Ya en los inicios del siglo XX empezaron a llegar algunas celebridades a este reducto y acabaron enamorándose del lugar.
Los edificios georgianos de Queen Street y la Navy Island atraen al visitante por su espectacular belleza, sin olvidar la playa de Boston Bay.
Llegados a este punto, resulta poco menos que imprescindible aproximarse hasta las Somerset Falls, cascadas de agua cristalina en un magnífico escenario de selva tropical.
Prosiguiendo la ruta por la costa se llega hasta Ocho Ríos, uno de los puntos culminantes del turismo jamaicano, pasando por Firefly y una sucesión de pequeñas y encantadoras bahías que invitan a sumergirse en sus aguas.
St. Ann’s Bay es un pintoresco pueblecito que merece interés de camino a Montego Bay, donde al parecer quedó encallado Colón con sus carabelas en uno de sus viajes. Más tarde, en 1509, los españoles tomaron posesión de la isla de forma oficial y fundaron la primera capital, Sevilla la Nueva , hasta que en 1538 la sede del gobierno acabó por instalarse en la Spanish Town.
A unos pocos kilómetros, en Nine Miles, fue donde recibió sepultura el mítico Bob Marley. Para muchos un lugar casi de obligado peregrinaje.
En algunos rincones de la isla aún es posible ver atravesando los ríos a los nativos haciendo rafting en balsas de bambú, transportando mercancías… y un alud de turistas.
En la multicolor Montego Bay, la segunda en importancia del país con alrededor de 80.000 habitantes, abundan los mercadillos donde se vende absolutamente de todo. Muy curiosas las pinturas jamaicanas.
Cabe destacar que a lo largo de todo el litoral, las playas destacan por la pureza y el color azul turquesa del mar.
En la punta sudoeste, Negril con sus once kilómetros de arenas blancas es la playa más larga de la isla. Sus aguas cristalinas y el entorno rodeado de una exuberante vegetación y arrecifes coralinos, convierten este lugar en realmente extraordinario.
En los años sesenta los hippies abarrotaron esta zona, atraídos por la tranquilidad del ambiente y por su singular belleza. Veinte años después, se marcharon los hippies y su lugar fue ocupado por excéntricos millonarios que pusieron de moda este rincón del Caribe, con lo cual comenzaron a proliferar los hoteles de lujo en la zona.
En los comercios que se extienden a lo largo de la playa se puede encontrar absolutamente de todo. Y en los restaurantes se ofrece excelente langosta y muchos otros frutos del mar. La cocina suele ser excelente en toda la isla.
La manera jamaicana de cocinar es influencia en gran parte por diversas culturas, tales como la africana, británica, china, india y española principalmente. Esta mezcla rica de culturas se inició con los indios tainos que utilizaban la mandioca, el maíz, las guayabas, un amplio abanico de pescados, cangrejos, etc.
Y siempre con música reggae como telón de fondo, de hecho el ritmo caliente parece impregnar a sus gentes y a todas horas. En líneas generales, se respira en cualquier parte un ambiente bohemio que tiene su peculiar encanto.
Contemplar un soleado atardecer, tomar un baño nocturno, pasear a bordo de una pequeña embarcación o saborear una copa de ron mientras se escucha música reggae y la brisa acaricia con suavidad, son placeres que aún son posibles en esta isla de Jamaica, uno de los destinos turísticos más apetecibles del Caribe.