EL
EXÓTICO SUR DE NEPAL
El Terai es una región que se encuentra en la zona baja de las montañas que rodean el Himalaya por el sur, especialmente la cordillera Siwalik, formando un cinturón de pantanos, sabanas y bosques que recorren India, Nepal y Bhutan, desde el río Yamuna al oeste hasta el río Brahmaputra al este. Por encima del Terai se encuentra el Bhabhar, en la falda de las montañas, un cinturón boscoso de rocas permeables, gravas y areniscas, que acumulan el agua que cae durante los monzones en capas freáticas de hasta 37 metros de profundidad y la liberan en forma de manantiales sobre los limos y arcillas del Terai, menos permeables.
El Terai se inunda cada año durante los monzones. Por debajo, se encuentran, más al sur, las grandes llanuras aluviales de los ríos Yamuna, Ganges y Brahmaputra, y sus tributarios. Al este del Nepal, en Bengala, Bután y Assam, esta ecorregión se conoce como Dooars.
En Nepal hay que diferenciar entre el Terai exterior y el Terai interior.
El exterior es una zona pantanosa y boscosa en el límite meridional de la cordillera Siwalik que se extiende hasta la frontera con la India e incluye campos abiertos, desecados y de uso agrícola por debajo de los humedales. La población es de origen indio y fue marginada por los reyes de Nepal y por la dinastía Rana, así como por los pueblos de habla pahari.
El Terai interior hace referencia a los alargados valles entre la cordillera Siwalik y la cordillera Mahabharat, más al norte y de mayor altura, pues alcanza los 3.000 metros. Son valles agrícolas habitados por el pueblo tharu.
Los lugares más interesantes para visitar en el Terai nepalés son el el Parque Nacional Chitwan, el Parque Nacional Bardia, la ciudad de Lumbini, donde nació Sidharta Gautama, Buda, y Janakpur, lugar de nacimiento de Sita, donde ésta se casó con Rama, descrito en el Ramayana.
LAS ZONAS PROTEGIDAS DEL TERAI INDIO
La región del Terai ocupa en total unos 49.500 km2, de los cuales 30.000 km2 se encuentran en la India y el resto entre Nepal, Bután y Bangladésh. En India y Nepal, esta región está representada por el TAL (Terai Arc Landscape), que comprende 13 zonas protegidas entre la Reserva de Vida Salvaje Parsa (Parsa Wildlife Reserve), en Nepal, y el Parque Nacional Rajali (Rajaji National Park), en la India, al oeste. En estas zonas se encuentran protegidas tres de las especies más importantes de la fauna asiática, el tigre, el elefante asiático y el rinoceronte de un solo cuerno.
En el oeste, la parte de los parques incluida en el bhabhar está formada sobre todo por sal, una Dipterocarpácea parecida a la teka que domina los bosques, y que en las zonas del Terai comparte espacio con shisham, laurel indio, teka bastarda o dhak, algodonero rojo, kadaya, jambul o jambolán. Se encuentran también en el Terai plantaciones de teka, eucalipto, acacia, chopo, etc. El matorral dominante es el llamado árbol del curry. Los especialistas identifican hasta ocho tipos de comunidades vegetales homogéneas.
En la India, el Terai se extiende a lo largo de 800 km, con una anchura que oscila entre los 50 y los 60 km. a través de los estados de Uttaranchal, Uttar Pradesh y Bihar, de oeste a este. Hay tres reservas de tigres, el Parque Nacional Corbett, el Parque Nacional Dudhwa y el Parque Nacional Valmiki, incluidos en la Reserva de Elefantes de Shivalik (Shivalik Elephant Reserve).
El Corbett N.P. se creó en agosto de 1936 al pie de las montañas de Nainital, en el distrito Pauri de Uttaranchal, y es el más antiguo de la India. El Dudhwa N.P. de 490 km2 contiene 12 especies de mamíferos en peligro, 29 de aves y 5 de reptiles, ha introducido el rinoceronte y junto a la Reserva de Vida Salvaje de Katarniaghat y el Parque Nacional Royal Bardia en Nepal posee una población considerable de delfines del Ganges y dos especies de cocodrilo conocidas como gharial o ghariyal y maggar. En la más reducida Dudhwa Tiger Reserve, dentro del parque, se da la mayor población de ciervos de los pantanos.
CHITTWAN :UN PARAÍSO EN LA SELVA NEPALÍ
Al sur del Nepal, donde la jungla es el límite fronterizo con la India, en uno de los últimos refugios del tigre de Bengala y alejados de la civilización, viven los tharu, la etnia autóctona de la región del Terai.
Ellos no sufren la contaminación ni el estrés, no saben de drogas e inseguridad y ni tan siquiera pueden llegar a imaginar los múltiples problemas que acosan al resto del mundo. Son felices.
Sin lugar a ningún género de dudas, Patlahari, es un lejano poblado donde el entorno, las gentes, sus costumbres y todo el ambiente cotidiano, rezuma sosiego y la más absoluta tranquilidad.
Cuando nos hallamos en pleno siglo XXI, parece poco menos que increíble que aún pueda existir un lugar como éste sobre la faz de la tierra.
Desde los tiempos más remotos, el reino del Nepal ha sido habitado por tribus procedentes de la llanura del Ganges o del Tíbet, al otro lado del inmenso Himalaya, el refugio de los dioses. Más de una treintena de etnias por completo distintas, con su propia lengua, religión, tradiciones y ritos, componen un caleidoscopio humano tan variado como apasionante.
Los newars posiblemente sean los más antiguos pobladores del valle de Kathmandú y quienes han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de todo el país.
Existen también grupos que tienen características físicas y lingüísticas mongoles como los conocidos sherpa, los manangpa o los thakalis que se establecieron durante el siglo XVI, sin olvidar otras etnias más indeterminadas como los gurung, magar o tamang de origen tibetano.
Entre los de raíces indo-arias destacan los procedentes del Rajasthán indio que huyeron del dominio musulmán hace siglos y aquellos que se establecieron en el Terai cuando aún no existían fronteras. Campesinos y ganaderos que ocuparon las tierras deshabitadas, los satars, hangars y los tharu.
LA JUNGLA DE CHITTWAN
Se trata de un lugar excepcional y maravilloso, de difícil acceso y donde los nativos que lo habitan siguen viviendo como hace siglos, fieles a las costumbres de sus ancestros.
Patlahari, el nombre de tan singular reducto, ni siquiera consta en los mapas de la zona. Es pues toda una tentación tratar de llegar hasta él y un reto poder establecer contacto con sus gentes, observar su forma de vida rodeados de un entorno prácticamente virgen y una vez con ellos, sin duda, vivir una experiencia en verdad fascinante.
En la reserva de Chittwan no existen senderos por los que poder internarse, hay que encontrar algún guía que quiera acompañar al viajero a través de la jungla y sólo puede ser a lomos de un elefante.
Junto al graznido de infinidad de aves, el fuerte crujir de arbustos y el chasquido de ramas rotas que produce el paquidermo al avanzar entre la densa floresta, es el único ruido que viene a romper el silencio de la jungla, misteriosa, inquietante y envuelta en una espesa bruma en las primeras horas de la mañana.
Pronto invade una sensación expectante, como de un extraño temor ante lo desconocido y que obliga a moverse con lentitud y la máxima cautela.
Las primeras horas de recorrido en este mar de lujuriosa vegetación, se cubren a través de una zona muy húmeda y en la que la que los rayos solares pugnan con dificultad por abrirse paso entre la densa maraña. Después, unos kilómetros de sabana arbustiva con ramas muy altas aunque sin llegar a cubrir y, más adelante, vuelta a la espesa jungla, posiblemente la más intrincada por la que se haya pasado jamás.
Durante la marcha, hay que permanecer siempre atentos a cuanto surge ante los atónitos ojos y escrutando incluso más allá de la verde densidad. Se pueden observar algunas manadas de búfalos que, lejos de huir, siguen pausadamente su camino por un riachuelo, no sin antes expresar su evidente sorpresa por lo que, sin duda, supone para ellos la presencia humana.
Algún rinoceronte unicornio, de los asiáticos que están protegidos por encontrarse en peligro de extinción, pueden localizarse mientras se dan un auténtico baño de barro, pero los tigres no suelen dar fácil señal de vida por ninguna parte. Los guías ya suelen advertir que el fantástico felino, también protegido en esta reserva de Chittwan, suele esconderse cuando escucha el inconfundible sonido que produce el elefante al avanzar a través de la selva, lo cual para ellos resulta todo un aviso. Sólo cuando tienen hambre, en la estación más seca, antes de los monzones, se atreven a acercarse hasta los límites de la jungla.
Al atardecer, se suele divisar un claro en la espesura y más tarde una pequeña playa de fina arena. Se llega al extremo norte de Chittwan, a orillas del río Rapti, un lugar que en época de lluvias se inunda con facilidad al convertirse el cauce en muy caudaloso.
Una vez cruzado el río, en uno de los bungalows que existen para los viajeros avezados en el mundo de la aventura y que llegan hasta este punto para efectuar algún limitado recorrido por el parque, llega la hora del descanso no sin antes captar fotográficamente la desaparición del rojizo sol en el horizonte y mientras brillan sus últimos destellos sobre las aguas del Rapti.
Se suele permanecer a la espera de ver aparecer al gran felino rayado, hasta que, de forma casi inesperada, suena el berrido de un sambar que pone en alerta a su rebaño.
El guía acostumbra a indicar que hay que permanecer con el máximo silencio pues todo parece indicar que un peligro se aproxima. Desde la otra orilla del Rapti, se viven unos instantes de gran tensión, escudriñando la vista y el oído en la selva frente a los ojos del viajero. Traidoras, las lianas del sotobosque tiñen la penumbra de colores amarillo y anaranjado que siempre ofrecen al tigre un magnífico camuflaje. Se presiente cerca, está en alguna parte, aunque invisible a los ojos.
De improviso, surge ante la vista el magnífico animal. Excitados por el encuentro, en tales ocasiones se olvidan todos los miedos y llega el momento de utilizar la cámara fotográfica. Todo con el máximo silencio y lentitud de movimientos. El tigre avanza indiferente ante la presencia humana, pero con gran majestuosidad. Es un bello ejemplar solitario que a buen seguro va de cacería. Se adentra en el río y por un momento cabe temer lo peor, pero, por fortuna, se limita a darse un refrescante baño en las aguas del Rapti.
Se puede contemplarle a distancia y a la vez obtener unas ansiadas instantáneas. Ni que decir tiene que se viven unos instantes de gran expectación.
Minutos después, el enorme felino regresa a la jungla y desaparece entre la espesa vegetación. Un espectáculo de la naturaleza realmente increíble como sólo puede presenciarse en el Parque de Chitwan.
(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)