EL SUEÑO DEL GRAN MOGOL AKBAR
Pocos países en el mundo tienen una cultura tan antigua y diversa como la India. A lo largo de más de cinco mil años la cultura india se ha ido enriqueciendo con las sucesivas oleadas migratorias que fueron absorbidas por la forma de vida de sus habitantes.
Esta variedad de culturas representa un sello distintivo del país. Su variedad física, religiosa y racial es tan inmensa como su variedad lingüística. Bajo esta diversidad yace la continuidad de la civilización y la estructura social de la India desde los tiempos más remotos hasta el presente.
La India presenta un panorama de unidad en la diversidad sin paralelo en la historia.
La dominación de la dinastía mogol en la India fue sinónimo de esplendor y opulencia. A lo largo de tres siglos, sus emperadores establecieron poderosos gobiernos que terminaron extendiéndose por todo el subcontinente, desarrollando una gran estructura militar y administrativa, a la vez que propiciaron un extraordinario auge cultural con singular riqueza de ideas en historia y filosofía así como una marcada expresión en las artes.
En torno a la majestuosa y omnipotente figura de los mogoles han surgido infinidad de relatos que hablan sobre su muy arraigado sentido del honor, sus desmesuradas ansias de riqueza, enormes ejércitos, elegantes ritos y ceremonias, esclavas de tez oscura y delicada belleza, hazañas guerreras . . . Un mundo fascinante que ya desapareció, pero las leyendas siguen vivas y no perecerán nunca. Tan sólo los grandes mausoleos, mezquitas y palacios de mármol adornados con piedras preciosas, quedan en pie como mudos testigos de una de las épocas más fastuosas de la India.
UNA MEZCLA DE ESTILOS HINDÚ E ISLÁMICO
Fathepur Sikri fue una ciudad erigida por el emperador mogol Akbar entre 1571 y 1585, en el noroeste de la India, en el distrito de Agra y a unos 35 kilómetros de esta ciudad, en el estado de Uttar Pradesh.
Construida en honor del santo sufí Salim Chisti, cuyas bendiciones dieron a Akbar tres hijos, (llamó al primero de ellos Salim en su honor). Fatehpur Sikri fue la capital del imperio mogol durante catorce años, formando un bello ejemplo de la ciudad amurallada mogol, con grandes zonas públicas y privadas. Se cree que tuvo que ser abandonada, al parecer, por falta de suministro de agua. Posteriormente resultó saqueada y robados muchos de sus tesoros.
En la actualidad conserva buena parte de su magnífica arquitectura mezcla de los estilos hindú e islámico.
La ciudad, construida sobre un promontorio de rocas, era más una residencia real que un fuerte estratégico. Contiene amplias terrazas de piedra arenisca roja, pero no hay calles en esta ciudad de palacios. La entrada principal era la Puerta de Agra, que llevaba por el Naubat Khana p Casa del Tambor, a la mezquita y a otros edificios públicos
En ella se pueden diferenciar dos zonas:
La civil, donde se encuentran los palacios y salas de audiencias, y donde destacan los siguientes edificios:
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Diwan-i-Am, magnífico pabellón en un amplio patio que se utilizaba para las audiencias públicas del emperador. Tiene un tejado saliente sobre una columnata, un diseño esencialmente hindú.
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Diwan-i-Khas, o pabellón de las audiencias privadas. Destaca el eje central sobre soportes esculpidos.
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Panch Mahal: Es un palacio-pabellón abierto a cinco alturas que domina el patio Pachisi, donde se cree que las reinas de Akbar y sus sirvientas se reunían para practicar algunos juegos.
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Haramsara, Complejo residencial de las esposas y concubinas, caracterizado por un gran patio rectangular y en el lado oriental hay un templo hindú.
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Haramsara inferior, Alrededor de un patio alargado, con unas anillas de piedras que se cree servían para fijar cortinas y separar los apartamentos de cada una de las 200 sirvientas que llegaron a vivir.
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Casa de Birbal, donde vivía uno de los principales ministros de Akbar. Sus paredes y techos están bellamente labrados.
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Casa de la Sultana Turca, donde los elaborados paneles del zócalo y las paredes bellamente talladas en piedras hace que la arenisca parezca un bello encaje de madera.
En la zona religiosa, además de la gran mezquita Jami Masjid, destacan:
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La gran puerta Buland Darwaza, de 54 metros de altura, que fue construida por Akbar tras la conquista de Gujarat en 1573 y sirvió de inspiración para otras posteriores.
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La tumba de Sheikh Salim Chisti, exquisita construcción en mármol blanco y celosías como bordados que rodean la tumba del santo.
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La Badshahi Darwaza, puerta real por donde subía el emperador para entrar directamente en la mezquita
Debido al espíritu de Akbar, la ciudad tiene una fuerte influencia hindú. Una de sus cualidades es el intenso color rojo de la arenisca extraída en los alrededores. Desafortunadamente, debido a las peleas entre los emperadores mogoles, y la profunda decadencia en la que entró el imperio después de Akbar, la ciudad fue abandonada y se convirtió en una ciudad fantasma. Si se pasea por esta capital, perdida hace largo tiempo, a la hora del crepúsculo, el visitante se puede hacer una idea de la mística que la ciudad encierra.
Fatehpur Sikri es visitada, no sólo para contemplar el esplendor del imperio mogol de Akbar, sino también, porque es quizá el único ejemplo de un monumento que combina elementos de los variados estilos indios y utiliza conceptos arquitectónicos provenientes hasta de Irán y Asia Central. Cada uno de los edificios importantes representa un estilo por sí mismo.
EL GRAN SEÑOR DEL HINDUSTÁN
El emperador Akbar (1556-1605) fue coronado a los 14 años y heredó unos dominios que comprendían la octava parte de la India. Analfabeto por propia voluntad, era amante del riesgo, gustaba de la doma de elefantes y las cacerías de tigres. Victorioso en gran número de sangrientas batallas, terminó convirtiéndose en el gran señor del Hindustán. Fue también un apasionado de la arquitectura. El nieto de Babur fue el emperador que acabó asentando el Imperio Mogol en la India. Se percató de que para conservar la estabilidad de su dinastía tenía que establecer buenas relaciones con los jefes locales y así lo hizo, consiguiendo unificar toda la India del norte y parte del sur bajo su poder. Uno de los medios que utilizó para fundar relaciones sólidas con los rajputs, que constituían una de sus principales amenazas, fue casarse con sus princesas.
Akbar se casó así con las hijas de varias de las familias rajput a las que cedió algunas de las funciones principales del Imperio. Además, respetó siempre las costumbres originales de cada una de sus esposas.
Con esta política de reconciliación consiguió reducir a una minoría a los grupos de oposición del Imperio que incluían a sus propios hermanos mogoles. Cada grupo tuvo que aprender a tolerar a los otros y no sólo política sino también religiosamente. De hecho Akbar fue el primer gobernante laico de la India, el cual comprendió la naturaleza esencialmente religiosa de la sociedad india y la necesidad de mantener a todos los grupos religiosos satisfechos y contentos.
Akbar, no obstante, no era un hombre feliz, pues a pesar de sus numerosas esposas no conseguía un heredero para el trono. A los 26 años perdió los gemelos que le diera una princesa rajput. Temeroso de no engendrar un heredero, fue entonces a visitar a un santón musulmán llamado Salim Chisti, que vivía en las afueras de Agra. El santón le predijo que tendría un hijo con su mujer hindú Jodha Bai. Y así fue.
Agradecido, Akbar llamó a su hijo Salim (que luego sería el emperador Jehangir) y construyó en el lugar donde vivía el santo una ciudad entera en su honor: Fatehpur Sikri (en su interior, la mezquita de mármol blanco está dedicada a Sheikh Salim Chisti).
Dificultades en el abastecimiento de agua le hicieron abandonar Fatehpur Sikri, ciudadela que quedó totalmente abandonada, aunque se conserva intacta, con sus construcciones en arenisca roja, las plazuelas empedradas, palacios, recintos, pasadizos, etc. Lugares donde parece haberse detenido el tiempo.
Aunque Akbar era analfabeto, fue un gran mecenas de la pintura, la música y la literatura. En su corte se traducían e ilustraban textos sánscritos, turcos y latinos. Invitó a su palacio, para que le explicaran sus doctrinas, a estudiosos hindúes, jaínes, parsis, judíos e incluso jesuitas que vinieron de la colonia portuguesa de Goa. Incluso trató de fundar una nueva religión Din-i-Elai, que predicaba la unidad de todas las creencias.
La historia recuerda a Akbar por su sabiduría y tolerancia que le llevaron a entender que en una sociedad como la india es necesario que haya mutuo respeto entre todas las comunidades.
Murió en 1605 y fue enterrado en Sikandra, al noroeste de Agra. Su tumba, construida en 1613, es una regresión arquitectónica, menos elegante que la de Humayun, construida en Delhi mucho antes. Tiene forma de pirámide truncada y se halla en medio de un jardín cuadrado. Su decorativa entrada, con incrustaciones, está coronada por cuatro minaretes de mármol que aparecen aquí por primera vez en la India.
Cuenta la historia que Akbar fue uno de los más relevantes y poderosos emperadores mogoles, cuyas hazañas se extendieron por todo el Rajasthan, Punjab y Bihar hasta Bengala. Hombre de gran tolerancia religiosa, mantuvo excelentes relaciones con los príncipes rajputs, quienes llegaron a obsequiarle con sus propias hijas para que éstas formasen parte de su harén, en el que se asegura vivían infinidad de esposas y concubinas. Su inteligente política de alianzas convirtió a sus enemigos en buenos aliados.
Bajo el dominio de Akbar la arquitectura mogol alcanzó uno de sus periodos más álgidos. A partir de 1565 empezó a construir en Agra una impresionante fortificación sobre las ruinas de Badalgarh. Una obra de gran magnitud en cuya ciudadela interior los sucesores de este emperador levantaron mezquitas, palacios y pabellones de singular belleza, convirtiendo todo el recinto en un monumento realmente extraordinario.
Con posterioridad, Akbar prosiguió levantando fortalezas realmente inexpugnables, tanto en Ajmer como en Allahabad y en Lahore (Pakistán), auténticas joyas del arte mogol que años después Jehangir y Shah Jahan completaron con bellos palacios y jardines.
Calificada como la expresión arquitectónica más sublime de la esplendidez y tolerancia que caracterizaron la personalidad de Akbar, llegó a decirse de Fatehpur Sikri que simbolizaba el pensamiento del emperador convertido en piedra, quedando unidos para siempre dos principios arquitectónicos extremos como eran el hindú, siempre figurativo y recargado de adornos, y el islámico, más lineal y geométrico.
En la actualidad, asombra la magnificencia del estilo mogol en todas y cada una de las edificaciones existentes en Fatehpur Sikri, la ciudadela desierta en la que todo permanece intacto y rodeado del más absoluto silencio.
Estudioso de temas místicos y religiosos, fue un gran impulsor de las artes y las letras, favoreciendo a poetas, escritores, pintores e infinidad de artistas. Un singular personaje de su época que se preocupó en potenciar su ejército pero a la vez mejorar la vida de los campesinos, estimulando el progreso en definitiva.
En Sikandra, en las inmediaciones de Agra, se ubica la tumba de Akbar. Espectacular monumento construido en piedra arenisca roja y rematado con cuatro minaretes y pequeñas cúpulas de mármol blanco. Digno mausoleo para quien la historia llegó a considerar como el más importante de los emperadores mogoles.
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