Madrid de los Austrias es el nombre que se da al Madrid de la época en que la dinastía de los Habsburgo reinó en España. Este reinado se inició con Carlos I, el cual enriqueció la ciudad con palacios y monumentos. Posteriormente, cuando Felipe II la convirtió en capital de España la ciudad creció notablemente. El recorrido por los edificios renacentistas y barrocos de esta época es quizás uno de los más pintorescos y madrileños.
En términos turísticos, el Madrid de los Austrias es una zona que abarca algunos puntos claves del centro histórico de la ciudad. La Plaza Mayor, la Plaza de Oriente y la Plaza de la Villa son sus núcleos centrales.
Es cierto que Madrid en los siglos XVI y XVII abarcaba mucho más. Por el norte, hasta la plaza de Santa Bárbara, y por el este hasta el Paseo del Prado (el Parque del Retiro era el límite por este lado). Pero quedaban un poco a las afueras y conocieron épocas de esplendor en tiempos posteriores. Por donde en la actualidad está la Gran Vía, por ejemplo, discurría una calle estrecha llamada San Miguel, de escasa importancia, y no fue hasta principios de siglo XX que se convirtió en la gran avenida que es hoy.
Plaza Mayor
Empezamos nuestro recorrido por el Madrid de los Austrias en la Plaza Mayor, la gran obra madrileña de los Habsburgo. Este espacio fue protagonista de nuestro Siglo de Oro como centro de comercio y lugar de reunión popular. En los primeros tiempos de los Austrias esta plaza era más pequeña, de fisonomía irregular, y además se llamaba diferente, plaza del Arrabal. Su nombre se debía precisamente a haber nacido en lo que antes fue uno de los arrabales de la Villa, es decir, en un barrio periférico. A medida que la ciudad creció alrededor de este barrio, la plaza ganó en importancia. A finales del siglo XVI se decidió ampliarla y dotarla de una forma cuadrada, aunque no llegaría a terminarse hasta 1617.
En la Plaza Mayor, que los domingos se llena de puestos dedicados principalmente a la numismática y la filatelia, se encuentran varios elementos dignos de mención. La Casa de la Panadería es el único edificio con pinturas murales en su fachada. Data de 1590 y sirvió de referencia para dar altura al resto del conjunto. La Casa de la Carnicería, enfrente de la anterior, también está delimitada por torres angulares pero es más sobria. En el centro está la estatua ecuestre de Felipe III, monarca que inauguró la plaza, que data de 1616. El Arco de Cuchilleros, en el rincón suroeste, es el más monumental de sus accesos, diseñado por el arquitecto Gómez de Mora.
Palacio de Santa Cruz
Si se sale de la plaza por el lado este, bajo la puerta de la calle Gerona, enseguida se llega a la Plaza de la Provincia, donde se encuentra el Palacio de Santa Cruz. Este edificio construido en el siglo XVII bajo el reinado de Felipe IV, que se parece mucho a la Casa de la Villa, sirvió inicialmente para albergar la cárcel de la ciudad, así como la sala de los Alcaldes de Casa y Corte del Madrid de los Austrias. Actualmente es sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. En la misma plaza encontramos la Fuente de Orfeo, réplica de finales de siglo XX de otra fuente del siglo XVII que fue diseñada por Juan Gómez de Mora (autor también del Palacio de Santa Cruz), ya retirada pero cuya escultura de Orfeo ahora se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional.
Desde este punto se toma hacia el norte por la calle de la Fresa para adentrarse en ese núcleo de calles estrechas y tortuosas que han conservado el mismo trazado de su origen y donde se encuentra la legendaria Posada del Peine. Siguiendo por la calle San Cristóbal y cruzando la Calle Mayor se llega a la calle Arenal. Estamos ahora en otra de las arterias principales del Madrid de los Austrias.
Iglesia de San Ginés
Enfilando por Arenal hacia el oeste no se tarda nada en llegar a la Iglesia de San Ginés. Este es un templo del siglo XVII plagado de obras de arte y con una larga historia de edificaciones y reconstrucciones. Declarada monumento histórico-artístico nacional. Detrás de este histórico templo abre sus puertas la Chocolatería San Ginés, que sigue ofreciendo sus populares churros con chocolate desde 1894.
Plaza de Isabel II
Al final de la calle Arenal se abre la Plaza de Isabel II que, con el nombre de Caños del Peral, fue muy importante en la época de los Habsburgo. En el siglo XVI existía aquí una fuente muy grande y vistosa llamada así, de los Caños del Peral. Tenía siete pilas y siete caños, donde acudían los vecinos a lavar ropa y los aguadores a llenar sus cántaros. Bajo la superficie de la plaza, entrando por la boca de metro, se puede acceder al Museo de los Caños del Peral donde se conserva un trozo de esta fuente. A su lado se instaló una compañía de cómicos italianos, y años después se levantó el Teatro de los Caños. Esto fue el germen del Teatro Real, ya del siglo XIX.
Plaza de Oriente
Al otro lado del Teatro tenemos la imprescindible Plaza de Oriente. Aquí se puede decir que está el origen de Madrid, el embrión a partir del cual fue creciendo la ciudad. A causa de su posición elevada, este lugar sirvió a los árabes para situar una de sus torres de vigilancia para defenderse de las incursiones cristianas del norte. Esta torre dio lugar a una fortaleza que más tarde se convertiría en alcázar. La ciudad creció hacia el este, y en la época de los Austrias esta zona tenía un aspecto muy diferente al actual. En lo que hoy son jardines había varios edificios, algunos de los cuales servían para dar soporte al alcázar, como la casa del Tesoro.
El pequeño museo situado bajo la superficie de la plaza ofrece documentación de cómo era el lugar en el Madrid de los Austrias. En la actualidad, la Plaza de Oriente es uno de los lugares más interesantes de ver en Madrid. Tanto por su historia como por la cantidad de elementos de primer orden que acoge. Aquí están el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, los Jardines de Sabatini, el Monasterio de la Encarnación, el Teatro Real y la estatua de Felipe IV, además de las esculturas del Cabo Noval y el Capitán Melgar. En dos de sus paseos vemos una buena cantidad de esculturas de reyes españoles.
Plaza de Ramales
A pocos pasos, en el lado sur, está la Plaza de Ramales. Sobre su enlosado encontramos una simulación de la que fue antigua iglesia parroquial de San Juan Bautista. Esta iglesia se derribó a principios de siglo XIX y en su lugar el ayuntamiento ha colocado recientemente unos elementos que parecen bancos para sentarse pero que en realidad sirven para recordar la disposición del templo. En la misma plaza se dedica un pequeño monumento a Diego Velázquez, que fue enterrado en 1660 en la Iglesia de San Juan. Cuando se buscaron, los restos del que fuera pintor de cámara de Felipe IV no fueron hallados, pero se tiene la firme creencia de que se encuentran en algún lugar bajo la superficie de la plaza.
En la misma Plaza de Ramales se encuentra la casa palacio de Ricardo Angustias, construida en 1922. Llama la atención por un sorprendente torreón superior y unas pinturas murales que decoran las plantas más altas. Al lado de la plaza, por la calle de Santiago, se puede ver el lateral de la Iglesia de Santiago, con entrada por la plaza de Santiago. Es uno de los templos más viejos de Madrid que, sin embargo, fue derribado en tiempos de José Bonaparte y vuelto a levantar con el aspecto actual. Su nombre completo es de Santiago y San Juan, aunando así las dos iglesias eliminadas para dar amplitud al lugar.
Iglesia de San Nicolás de Bari
Desde la Plaza de Ramales hay que internarse en el viejo barrio de Santiago por la calle San Nicolás, estrecha y umbría como lo son las de alrededor. Por la cercanía al antiguo alcázar, estas calles (Factor, Señores de Luzón, Biombo, Calderón de la Barca) fueron las más antiguas de Madrid, las primeras que se crearon para ensanchar la población. Pronto llegamos a la iglesia más antigua que se conserva en la capital, San Nicolás de Bari, que se cree del siglo XII. De hecho, ya se menciona en el Fuero de 1202 como una de las diez ermitas que existían en el Madrid amurallado. Se trata de una iglesia pequeña que contiene restos decorativos de distintas épocas.
Palacio de los Duques de Uceda
Al final de la calle de San Nicolás se llega a la Calle Mayor, eje principal que, junto con la calle Arenal, vertebró el crecimiento de la ciudad en tiempos anteriores a los Austrias. Un poco a la derecha se encuentra el Palacio de los Duques de Uceda, levantado en pleno siglo XVII. Se dice que su propietario quiso emular y aún superar la grandeza del viejo Alcázar, por lo que sirve para hacerse una idea de cómo era el antiguo edificio de la monarquía de los Habsburgo antes de su destrucción.
Junto al Palacio de los Duques de Uceda está la Iglesia del Sacramento o Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas. Su origen se remonta a la fundación del Convento de Monjas Bernardas en 1616, a cargo del Duque de Uceda. Declarada Monumento Artístico Nacional en 1982, su interior tiene una decoración extraordinaria, con su formidable cúpula. Es muy recomendable su visita por sus columnas altas y rematadas con capiteles complejos, el curioso color de la luz que entra por la linterna y otros elementos peculiares.
Fuente de la Cruz Verde
Hay que bordear la iglesia por la derecha, bajando por Pretil de los Consejos y enlazando con la calle de la Villa. De esta forma desembocamos en la calle Segovia a la altura de la plaza de la Cruz Verde. Aquí encontramos la Fuente de la Cruz Verde, de considerables dimensiones, levantada en el siglo XIX. Sin embargo, está coronada con la escultura de Diana ejecutada por Ludovico Turqui en 1620. Enfrente, al otro lado de la calle Segovia, se halla la tapia del Jardín del Príncipe de Anglona y la plaza de la Paja, por donde se accede al barrio de La Latina.
Siguiendo el recorrido del Madrid de los Austrias, subiendo la calle Segovia, y dejando a la derecha la iglesia de San Pedro el Viejo (otra de las iglesias antiguas de Madrid, ésta del siglo XIV). Y si se gira a la izquierda por la calle del Doctor Letamendi para encontrar de cara con la Basílica de San Miguel. O si se quiere evitar el tráfico de la calle Segovia, se puede ir mejor por la calle del Conde, pasar por la plaza de San Javier y la plaza del Cordón y girar a la derecha por la calle San Justo. Todas estas calles y plazas son muy tranquilas y tienen el sabor del viejo Madrid.
Basílica de San Miguel
Donde hoy está la Basílica de San Miguel hubo otra iglesia muy antigua, que aparece en el fuero de 1202 con el nombre de San Justo. Derribada en el siglo XVIII y vuelta a levantar con su apariencia presente, adoptó el nombre de San Miguel debido a que se fusionó con la que se encontraba más arriba, también derribada, donde hoy está el Mercado de San Miguel. Merece la pena entrar unos minutos para contemplar su espléndida decoración interior.
Bordeando la basílica por el lado izquierdo y subiendo por la calle Puñonrostro, se atraviesa la tranquila plaza del Conde de Miranda (ideal apara quienes gustan de vivir en el centro pero alejados de bullicios) donde se encuentra el convento y la iglesia de las Carboneras, y siguiendo por la curiosa y estrechísima calle del Codo (llamada así por su forma) para llegar a la histórica Plaza de la Villa, imprescindible en el Madrid de los Austrias. Esta plaza es, como se puede suponer, de las más antiguas de la ciudad, y ejercía de plaza principal de la urbe antes de la construcción de la Plaza Mayor. Desde siempre esta plaza ha sido sede de la reunión del consejo de la ciudad, incluso antes de levantarse la casa del consistorio.
Plaza de la Villa
En la Plaza de la Villa hay tres edificios históricos, cada uno de un siglo. En el lado este se alzan las Casas y Torre de los Lujanes, del siglo XV, que ostentan el título de edificio civil más antiguo de Madrid y que fueron propiedad de la familia de los Luján, una de las más poderosas de la ciudad. Al fondo, en el lado sur, está la Casa de Cisneros, del siglo XVI, mandada construir por un sobrino del célebre Cardenal. Y en el lado oeste está la Casa de la Villa, del siglo XVII, comunicada con la anterior mediante un pasadizo elevado, mandada construir en tiempos de Felipe IV para albergar las reuniones del consejo, misión que ha realizado durante siglos hasta que en 2007 las oficinas del Ayuntamiento pasaron a ocupar el Palacio de Cibeles. Preside el centro de la plaza la estatua de Don Álvaro de Bazán, sufragada mediante suscripción popular y realizada por Mariano Benlliure.
Saliendo de la Plaza de la Villa por la Calle Mayor hacia la derecha. Esta calle, que discurre entre la Puerta del Sol y la Catedral de la Almudena y fue eje principal del Madrid de los Austrias, contiene infinidad de elementos destacables que se han ido agregando a lo largo de siglos de historia. En el breve tramo que se recorre, en el número 61, se encuentra la casa donde vivió y murió Pedro Calderón de la Barca. Enfrente, en la salida de la calle Milaneses, la azotea de un edificio acoge la escultura Accidente Aéreo, que representa a un individuo alado que se ha estrellado. Donde la Calle Mayor se ensancha ligeramente, en el número 49, está la placa que recuerda que aquí estuvo la Puerta de Guadalajara, perteneciente a la muralla cristiana de Madrid. Y enfrente, en el número 46, la casa en que nació Lope de Vega.
Mercado de San Miguel
Pocos metros antes de llegar a la Plaza Mayor se observa el tumulto que se suele formar en torno al Mercado de San Miguel, foco de atracción de primer orden para los turistas que visitan Madrid. Aquí se pueden comprar productos frescos o tomar unas tapas originales, algunas muy apetecibles. Desde el mercado se puede bajar por la Cava de San Miguel y Cuchilleros para llegar a Puerta Cerrada y desde ahí adentrarse por la Cava Baja en el barrio de La Latina, o bien tomar la calle de Ciudad Rodrigo y regresar a la Plaza Mayor, punto de inicio del recorrido.
El espacio que se suele denominar Madrid de los Austrias puede recorrerse a pie tranquilamente en un par de horas. Vale realmente la pena disfrutar de un paseo por esta parte de Madrid.
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