M A C A O



ÚLTIMO ENCLAVE COLONIAL EN ORIENTE
Macao es una pequeña región administrativa especial en la costa sur de la República Popular China, situada a 70 kilómetros al suroeste de Hong Kong, en el lado meridional del delta del río de las Perlas, y a 145 kilómetros de la ciudad de Cantón. Con una población estimada de alrededor de 690.000 habitantes en una superficie de 28,2 kilómetros cuadrados es la zona más densamente poblada del mundo.
Fue administrada por el imperio portugués y sus estados herederos desde mediados del siglo XVI hasta finales de 1999, cuando fue la última colonia europea en Asia.
Vasco da Gama realizó su histórico viaje a la India a finales del siglo XV, siendo a principios del XVI cuando los descubridores lusos prosiguieron su expansión hacia el Este y el Norte. En Macao se asentaron definitivamente entre 1554 y 1557, en los tiempos gloriosos de las expediciones iniciadas por el Príncipe Enrique el Navegante.
A partir de entonces, fueron establecidos algunos centros comerciales en el delta de Sikiang, los cuales permitieron a Macao ejercer, con el permiso del emperador chino, un virtual monopolio del comercio entre China y el Japón, y con posterioridad entre estos dos países y Europa. Además de ser un importante enclave comercial entre dos mundos, Macao sirvió de base para comerciantes y misioneros que iban a Extremo Oriente, entre ellos el jesuita Matteo Ricci, actividad que dio a la ciudad algunos de los momentos más gloriosos y agitados de su historia.
Debido a su prosperidad y privilegiada situación geográfica, fueron varias las naciones europeas que empezaron a fijarse en Macao e incluso llegaron a conspirar para arrebatársela a Portugal. Con el tiempo, crecieron las misiones occidentales a China y de ahí que se convirtiera en lugar de residencia de verano de los grandes mercaderes, a quienes los chinos exigían dejar sus factorías de Canton en espera de la apertura de la siguiente temporada comercial.
Desde que se abrieron los puertos existentes a lo largo de la costa de China y los británicos se establecieron en Hong Kong durante la primera guerra del opio, la importancia económica de esta colonia portuguesa fue disminuyendo al mismo tiempo que Hong Kong se convertía en uno de los centros comerciales y financieros más importantes del mundo.
Macao, sin embargo, continúa siendo en la actualidad un importante centro de distribución de arroz, pescado y otros productos chinos, desarrollando una gran actividad en la fabricación y exportación de tejidos y prendas de vestir. Ha vivido muchos cambios a lo largo de sus más de 400 años de existencia, pero siempre fue un baluarte de la cultura y presencia portuguesa en el lejano Oriente.
Macao fue una isla, pero gradualmente una lengua de arena se convirtió en istmo. Gracias a las tierras ganadas al mar su territorio se convirtió en una península en la que se ubica la ciudad de Macao, y las islas de Taipa y Coloane. Un puente de 2,5 kilómetros une la península con la isla de Taipa, la cual está unida a su vez con la de Coloane por una carretera elevada.
La frontera de Macao con el resto de la República Popular China, las llamadas Portas do Cerco, separan Macao de la zona económica Especial de Zhuhai (provincia de Cantón), una de las ciudades costeras más prósperas del país, en parte por su proximidad a Macao.

DEMOGRAFÍA Y CULTURA
Macao es la región más densamente poblada del mundo, con una población de 18.428 habitantes por kilómetro cuadrado. La población está formada en un 98% por chinos, principalmente cantoneses y algunos hakka, ambas de la cercana provincia de Cantón. También hay población de origen japonés y filipino. La comunidad de los llamados macaenses, personas de ascendencia mixta asiática y portuguesa, apenas constituyen alrededor del 1% de la población actual y se enfrentan a una verdadera crisis de identidad.
El crecimiento poblacional de Macao se basa principalmente en la inmigración desde la China continental y la afluencia de trabajadores extranjeros, ya que su tasa de natalidad es una de las más bajas del mundo.
El dialecto chino más hablado es el cantonés, aunque la inmigración reciente ha hecho aumentar el número de habitantes de hablante de mandarín. El cantonés y el portugués son los idiomas oficiales. El portugués, no obstante, a pesar de su carácter cooficial, tiene una presencia muy reducida.
La cultura de Macao es una combinación de la china tradicional con la portuguesa. La larga presencia de Portugal se refleja sobre todo en la arquitectura. Por otra parte, en Macao se han conservado aspectos de la cultura china, como las religiones tradicionales, que en la China continental se han estado perdiendo.

UN VIAJE A LA NOSTALGIA
Macao  es una de las regiones más ricas del mundo y, desee 2015, su PIB per cápita por paridad de poder adquisitivo es superior al de cualquier país del mundo, según el Banco Mundial. Se convirtió en el centro de juego más grande del mundo en 2006, con la economía fuertemente dependiente del juego y el turismo, así como la fabricación.
Macao tiene el índice de ser la cuarta esperanza de vida más alta del mundo y es una de las regiones de Asia con un índice de Desarrollo Humano más elevado, ocupando el 18º lugar en el mundo desde 2014
La imagen habitual de rascacielos y grandes edificios, un recargado ambiente con pretensiones cosmopolitas en el que se mezclan las costumbres asiáticas y el rutilante modernismo occidental, el misticismo de los templos y las luces de neón que anuncian hoteles y casinos donde a diario tienen lugar espectáculos musicales en los que actúan bailarinas de striptease de medio mundo, todo ese aire de libertad, controlada pero libertad a fin de cuentas, ha ido desapareciendo.
No obstante, ocurra lo que ocurra en el futuro, siempre quedará el dulce encanto de la nostalgia, de esas estrechas callejuelas y barrios con edificios coloniales, de aspecto algo decrépito y quizá triste, pero que tanto recuerdan a los de la vieja Lisboa.
Las ruinas de la gran fachada y la escalera de acceso a la iglesia de la Madre de Dios, ahora conocidas popularmente como San Pablo, son probablemente el monumento más emblemático de Macao. Fue diseñada por un jesuita italiano a principios del siglo XVII y construida con ayuda de artesanos cristianos japoneses que habían huido de las persecuciones feudales en Nagasaki. Cuando quedó terminada, se la describió como el mayor monumento al cristianismo existente en un país oriental.
En 1853 la iglesia de la Madre de Dios se incendió y quedó destruida por el fuego, quedando sólo la fachada, la escalera y una parte de las ruinas que tuvieron después que ser demolidas.
La ciudadela de Sao Paulo do Monte, que se encuentra casi en el centro de Macao, fue construida también por los jesuitas y vivió su gran momento histórico en 1622, cuando los holandeses intentaron invadir Macao. En la actualidad alberga un encantador edificio portugués utilizado como observatorio meteorológico.
La fortaleza Guía data de 1637, está situada en el punto más alto de Macao y consta de una capilla (muy similar a las ermitas del siglo XVII) y de un faro, el más antiguo de la costa de China, el cual se encendió por primera vez el 24 de Septiembre de 1865. Desde entonces no ha dejado nunca de brillar en lo alto de la verde colina de la Guía.
La combinación de fortaleza y recinto religioso es austera y dramática, representando la esencia del papel histórico de Macao, su actividad cultural y misionera en el lejano Oriente.
Punto de ineludible visita es también el fuerte de Mong Ha, situado en lo alto de la colina del mismo nombre con vistas sobre la China continental. Cuando fue construido se consideró poco menos que inexpugnable.
Por su parte, el complejo actual de templos conocido como Kun Iam Tong, templo de la diosa de la misericordia, data de la dinastía Ming y la gran cantidad de mitos y leyendas existentes en torno al mismo parecen acreditarle una dilatada historia. Apenas franquear la puerta principal del templo, el visitante de inmediato se ve inmerso en un mundo exótico y, sin duda, misterioso.

UN DESTINO EXÓTICO
Sólo en Macao el juego produce unos ingresos que superan los 2.000 millones de dólares anuales. Ahora, los chinos se encargan de controlarlo, actuando contra las poderosas mafias que existen, aunque, por supuesto, nunca desaparecerán de una forma definitiva. No están los tiempos para despreciar semejantes ingresos.
Son muchos los que aseguran que Macao llegó a ser en tiempos la capital de la perversión en Asia, un lugar donde la droga, el juego y la prostitución fueron siempre de la mano, pero no es menos cierto que se trata también de una ciudad repleta de iglesias, conventos y recintos destinados al recogimiento espiritual, donde sus habitantes, chinos en su grandísima mayoría (95%), ya sean taoístas o cristianos, celebran multitud de fiestas religiosas o paganas y multicolores procesiones.
Aunque tratan de compararla con la populosa Hong Kong, tiene la suerte de no parecerse a ella demasiado, es más apacible y apenas se ve invadida por el turismo, salvo por los japoneses que resultan omnipresentes en todo el mundo.
Vale realmente la pena pasear por sus calles aún tranquilas, sus barrios con sabor añejo, contemplar las edificaciones descoloridas y algunas en estado deprimente que recuerdan los años de presencia lusa, o bien aventurarse a conocer la ciudad a través de sus cambiantes y múltiples atractivos, tales como encender una lamparilla en el templo de A-Ma, muy probablemente el más antiguo y que dio nombre a la ciudad, regatear el precio de unas buenas antigüedades en algunas de las muchas tiendas existentes o bien comprar oro al precio del día, de la misma forma que se hace en el mercado de la langosta con el precio de subasta.
Casi nadie va a Macao por sus playas, pero es bueno saber que las tiene y puede disfrutarse de las mismas, amén de practicar toda clase de deportes. El visitante dispone, asimismo, de otras muchas opciones, como acercarse hasta la iglesia de Santo Domingo (excelente su fachada barroca), hacer jogging en Guía Hill, observar las reliquias de San Francisco Javier en su capilla,  o bien si está interesado por conocer su futuro dejar que un adivino le prediga el porvenir en las pequeñas mesas que existen bajo las arcadas de la plaza del Leal Senado. Le ofrecerán leerle las palmas de las manos, la cara o la cabeza, y observando el plano craneal desplegado con su jeroglífico de signos chinos le revelerán los más insólitos vaticinios. Tan increíble como realmente cierto.
La ex-colonia portuguesa de Macao sigue siendo un destino turístico que encierra múltiples misterios, capaces cualquiera de ellos de fascinar al viajero. Un lugar donde aún es posible respirar ese ambiente de sutil decadencia que rezuma el contacto con un mundo novelesco, casi de ficción, el reencuentro con escenarios de viejos relatos de aventuras exóticas en las que extraños personajes de rostros enigmáticos y apasionados por el juego, siempre trataban de no sucumbir ante el encanto de unos ojos femeninos dispuestos a embrujar.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)