ROMÁNICO EN EL CORAZÓN DE BARCELONA



SAN PABLO DEL CAMPO


La iglesia de San Pablo del Campo es uno de los edificios románicos mejor conservados de Barcelona. Esta joya del patrimonio catalán formó parte del monasterio benedictino del siglo X, fundado por el conde Wifredo II (874-911), hijo de Wifredo el Velloso.
San Pablo del Campo es, por lo tanto, una de las construcciones más antiguas que se conservan en la ciudad, y su nombre nos recuerda la época en la que el actual barrio del Raval era tierra de campos de cultivo y conventos fuera de las murallas. El claustro, construido entre los siglos XII y XIII, combina los estilos arquitectónicos árabe y románico, técnica que lo convierte en excepcional y que despertó la admiración de artistas como Picasso, que visitaba asiduamente este espacio de paz, en medio de la vorágine de la ciudad, para inspirarse.
Del antiguo monasterio se conserva la iglesia, la sala capitular, el claustro y la casa abacial. En 1879 este conjunto fue declarado Monumento Nacional.

MÚLTIPLES AVATARES HISTÓRICOS
Las obras de construcción del alcantarillado que se llevaron a cabo en 1596 en la calle de San Pablo, dejaron al descubierto la lápida sepulcral del conde de Barcelona Wifredo II, que actualmente se guarda en la sala capitular y sirvió para confirmar que el edificio ya existía en el siglo X. En aquella época sufrió importantes ataques militares, como las razzias de las tropas musulmanas de Al-Mansur en el año 985.
San Pablo del Campo se reconstruyó en 1117 con la financiación del matrimonio formado por Geribert Guitart y su esposa Rotlendis, miembros de la casa de Bell-lloc, de quienes todavía se conservan en el claustro las urnas funerarias. Así pues, San Pablo del Campo se refundó en el siglo XII y reemprendió la vida monástica a partir de la unión con el monasterio de San Cugat del Vallés.
En 1248 se constituyó la Congregación Claustral Tarraconense y Cesaraugustana, que agrupaba los monasterios benedictinos de la antigua Corona de Aragón. Así, el priorato de San Pablo del Campo se convirtió en el centro de celebración de asambleas de abades y priores. Algunos soberanos de la Corona de Aragón, especialmente la reina María de Castilla, mujer de Alfonso el Magnánimo (1420-1458), se interesaron por que el priorato de San Pablo del Campo se convirtiera en abadía, una categoría se alcanzó años más tarde.
No obstante, a partir de 1492, empezó la separación de los monasterios catalanes, cuando el cenobio de Montserrat se anexionó por Real Decreto a la Congregación de San Benito de Valladolid. Así, las asambleas de la Congregación Claustral Tarraconense fueron cada vez menos habituales.
En 1617, San Pablo del Campo se unió a otro monasterio, el de San Pedro de la Portella, situado en la comarca del Berguedá. Este hecho significó una renovación en la vida del monasterio que, por primera vez, tuvo un abad al frente.
Además del culto a San Pablo, entre los años 1654 y 1663 se veneraron las reliquias de San Galderic, patrón de los campesinos catalanes. Desde 2013, vuelve a estar expuesta para la veneración de los fieles una pequeña reliquia del santo procedente de la catedral de Perpiñán.
El año 1672 fue el inicio de una época afortunada para San Pablo del Campo, al convertirse en colegio y noviciado de la congregación. Por lo tanto, hasta 1833, acogió a estudiantes de diferentes monasterios que recibían clases de filosofía y teología. Incluso entre los años 1680 y 1683, el abad José Sastre y Prats, como representante del brazo eclesiástico en las Cortes reales, ocupó la presidencia de la Generalidad. Su lápida sepulcral puede verse en el claustro. De hecho, en los últimos momentos de la guerra de Sucesión, durante el sitio de Barcelona de 1714, el monasterio sirvió de refugio a los miembros del Gobierno de la Generalidad.
Durante la Guerra de la Independencia con los franceses, de 1808 a 1814, el cenobio desempeñó las funciones de hospital de las tropas francesas. En el transcurso de la ocupación, el monasterio resultó dañado y la biblioteca perdió muchos libros. Cuando terminó el conflicto, el colegio se reabrió gracias a la voluntad del joven profesor Joan de Safont y de Ferrer, a quien más tarde nombraron abad.
Safont fue un hombre polifacético: teólogo, matemático, astrónomo, filósofo y catedrático de la Universidad de Barcelona. La sala noble del palacio abacial se llama precisamente del Abad Safont, en su recuerdo.
La comunidad religiosa se marchó definitivamente de San Pablo del Campo en 1835 cuando la desamortización de Mendizábal que tanto daño causó, sacándose a subasta pública buena parte del patrimonio eclesiástico estatal. A partir de esta fecha, el monasterio pasó a ser una parroquia del Obispado de Barcelona.
En 1894 se llevó a cabo una primera restauración de la iglesia y el claustro que acabaría en el año 1908. San Pablo del Campo se volvió a quemar una vez más al año siguiente durante la llamada Semana Trágica, y también en 1936, al inicio de la Guerra Civil. A partir de 1927 se aprovecharon los terrenos de las casas del hortelano y el abad, así como una parte del antiguo huerto, para levantar el actual colegio Collaso y Gil.

ARQUITECTURA
La vieja iglesia del siglo X se remodeló totalmente en otra románica, con una nave en forma de cruz griega, transepto y ábside con dos absidiolos decorados con motivos vegetales y geométricos. La bóveda es de cañón y los arcos, de medio punto. Sobre el crucero se eleva el cimborrio, que descansa en trompas cónicas de base octogonal.
La entrada al templo está flanqueada por dos columnas con capiteles visigóticos de mármol. La portada exhibe in frontispicio con Cristo en majestad en el centro, acompañado por las figuras de San Pablo y San Pedro. La arquivolta está rodeada por un relieve de la mano de Dios en posición de bendecir y por las cuatro representaciones de los evangelistas: el león de San Marcos, el buey de San Lucas, el águila de San Juan y el ángel de San Mateo. La portada da la bienvenida a los visitantes con un texto medieval en latín sobre una donación para reconstruir el templo:
“Esta puerta es el camino del Señor para todos, el portal de la huerta de la vida. Venid pasando por mí. Renací por él y por el alma de su esposa Ramona, dono siete maravedíes para hacer esta iglesia”.
El claustro de San Pablo del Campo es la parte arquitectónica más importante, ya que los tradicionales arcos de medio punto románicos se han sustituido por estructuras con tres o cinco lóbulos de tradición árabe sobre columnas aparejadas. Los cuarenta y ocho capiteles presentan formas variadas, algunos con motivos vegetales y otros con figuras zoomorfas de leones, aves de rapiña y pájaros. También puede observarse el tormento de una mujer entre dos sapos y, al lado, la representación de la expulsión del Paraíso. El rostro de Eva parece que sirvió de inspiración a Picasso para pintar las caras cubistas en Autorretrato (1907) y Las señoritas de la calle de Avinyó (1907).
El maestro Antonio Gaudí, arquitecto de la Sagrada Familia, también se inspiró en los mosaicos de San Pablo del Campo para realizar algunas de sus obras, como la actual parroquia de San Paciano de Barcelona.
San Pablo del Campo es una auténtica joya del románico en pleno corazón de Barcelona.

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