RANTHAMBORE (INDIA)

EN LOS DOMINIOS DEL TIGRE

 

En el corazón del Rajasthan indio se ubica el que, sin lugar a dudas, se trata de uno de los lugares más pintorescos del mundo.
Situado cerca de la población de Sawai Madhopur, a medio camino entre Bharatpur y Kota, el Parque Nacional de Ranthambore es uno de los principales ejemplos de los intentos de conservación del -Proyecto Tigre- en la India.
Vale la pena viajar hasta Ranthambore aunque sólo sea por el paisaje; en el subcontinente indio no resulta frecuente tener la ocasión de ver una extensión tan grande de naturaleza virgen.
El sistema de lagos y ríos está jalonado de altas colinas y en la cima de una de ellas está el magnífico y milenario fuerte de Ranthambore construido en el siglo X. Las tierras más bajas alternan entre zonas abiertas de arbustos y densos bosques, y aparecen salpicadas de pabellones en ruinas, chhatris (pequeños pabellones o miradores con cúpula que suelen estar en las esquinas de las terrazas) y escondites para la observación de animales.
A primera hora de la mañana y al atardecer es cuando más posibilidades hay de de ver a los animales.
Por desgracia, debido a las actividades de los cazadores furtivos, el maravilloso Jogi Mahal, un antiguo pabellón de caza situado en un lugar idílico junto al lago Padam, el único en el que alojarse en el interior del parque, está actualmente cerrado.

ESCENARIO DE UNA SANGRIENTA HISTORIA
Una de las más impresionantes y misteriosas fortalezas de Rajasthan es la que se halla en el interior del parque nacional de Ranthambore.
Encaramada sobre un gran risco, sus ruinas surgen entre la densa vegetación que la rodea. Es uno de los mejores ejemplos de fortaleza protegida por la propia selva. Un lugar casi inaccesible en su época.
Construida en el año 944, posee una complicada y sangrienta historia. Al principio se convirtió en un lugar estratégico y enclave de gran importancia, dado que controlaba el comercio existente entre el norte del país y la India Central, de ahí que fuera tan codiciado por los gobernantes de aquellas tierras. En 1192 fue tomada por los guerreros de la dinastía Chauhan, expulsados de sus bastiones en Ajmer y Delhi. A finales del siglo XIII vivió una época gloriosa durante el reinado de Hammir Dev, último gobernante de esta dinastía, pero fue saqueada por el musulmán Ala ud Din Khilji en 1303. El fuerte se convirtió entonces en dramático testigo del acto conocido como jauhar o suicidio en masa, al arrojarse a una hoguera todas las mujeres que pertenecían a la nobleza, para evitar caer en poder del invasor de la fortaleza.
Recuperada más tarde por los príncipes rajputs, en 1569 pasó a manos del gran emperador mogol Akbar, quien después de someterla a un incesante asedio por espacio de casi cuarenta días, se hizo con el control del fuerte mediante un ingenioso ardid. Disfrazado de macero, Akbar entró en el interior de la fortaleza con uno de sus generales rajputs y, tras una rápida sucesión de acontecimientos, acabó sentándose en su trono.
Al pasar a manos de los emperadores mogoles, Ranthambore se convirtió en prisión. Los encarcelados solían permanecer en las celdas hasta el momento de ser ejecutados, siendo arrojados desde lo alto de las almenas. La mayoría morían y después eran devorados por las fieras.
En el siglo XIX, la fortaleza de Ranthambore fue devuelta al maharajá de Jaipur, hasta que llegó la independencia india en 1947.
El acceso a la fortaleza se realiza a través de un angosto desfiladero en el interior de la propia jungla, fortificado por una tortuosa muralla. A lo largo del camino se alzan cuatro puertas, defendidas con estacas contra elefantes, enormes cadenas y un diseño zigzagueante destinado a dificultar el paso.
Situado junto a la tercera puerta de acceso hay que destacar el enigmático y antiguo monolito de Ranthambore. La cuarta puerta se encuentra en la parte superior de una escalera y está reforzada por una torreta.
Un laberinto de túneles abovedados conduce hasta el interior de la fortaleza, hoy en ruinas. Aún pueden verse dos pequeños templos y los restos de un depósito de agua. El lugar ofrece una excepcional panorámica de la selva  circundante.
Existen, además, otras interesantes atracciones para los visitantes. Para los amantes de la historia, la fortaleza es origen de un sin fin de leyendas que son contadas por los nativos de los alrededores, siendo también de interés los diferentes templos hindúes, dedicados a las deidades Ganesh y Shiva principalmente, que se ubican en el perímetro del parque.

UN FANTÁSTICO PARQUE NACIONAL
Las silenciosas ruinas de la fortaleza de Ranthambore dominan majestuosamente la jungla que le rodea. El núcleo central del parque abarca una superficie de 230 kilómetros cuadrados y se enmarca dentro del ambicioso plan de conservación conocido como Proyecto Tigre.
Ranthambore es famoso por sus tigres, que deambulan entre las ruinas del fuerte y a menudo abaten a sus presas ante la atónita mirada de los visitantes. Es uno de los lugares favoritos de los aficionados a la observación de la naturaleza y los fotógrafos especializados en la vida animal.
Su población de tigres, que en 1973 quedó drásticamente reducida a sólo catorce ejemplares, ha aumentado considerablemente.
El parque cuenta también con una importante población de leopardos. Por supuesto, su hábitat no coincide con el de los tigres y, a diferencia de éstos, los leopardos se distribuyen de forma preferente en los límites del parque. Otros depredadores que habitan en este parque son el caracal, la hiena, el chacal y el gato de la jungla. Los cocodrilos descansan plácidamente en las orillas de los lagos a la espera de cualquier descuido de sus víctimas.
Alberga asimismo diversas especies de ciervos, como el sambar, el chital, el chinkara y el nilgai.
Ranthambore destaca por su elevado número de aves y reptiles que acuden aquí atraídas por los lagos y la gran variedad de flora. Entre las numerosas especies de aves destaca la gran lechuza cornuda de la India, diversas especies de águilas, cigüeñas pintadas y de cuello blanco, espátulas, perdices y codornices.
Ranthambore fue antiguamente un lugar de recreo de los maharajás de Jaipur, que alojaban allí a sus invitados, especialmente británicos, así como los príncipes rajputs, durante las cacerías de tigres.
La tradición de los shikars o cacerías reales de tigres se remonta al siglo XII. Prithviraj Chauhan, el último rajá hindú de Delhi, fue un entusiasta cazador cuyas incursiones en los territorios de otros rajás provocaron diversos conflictos bélicos. En la gran mayoría de los shikars de envergadura participaba un gran número de cazadores y monturas, y se usaban ojeadores y carnadas.
Una práctica habitual consistía en rodear el bosque con cientos de ojeadores y una línea de elefantes a fin de acorralar al tigre en un lugar donde fuese blanco seguro.
La naturaleza privada y privilegiada de las cacerías reales dio como resultado, paradójicamente, la protección de los bosques con el fin de asegurar la abundancia de caza, y muchos de los parques nacionales de la actualidad, como el de Ranthambore, eran cotos privados.
El peligro de extinción para el tigre llegó después de la Independencia india en 1947, cuando se vio sometido a un fuego cruzado de intereses: el shikar (cacería), el comercio de ingredientes para la medicina tradicional china y la destrucción del hábitat.
Rajasthan era antiguamente el paraíso de los tigres. Los maharajás “conservaron” la especie y sus hábitats por medio de estos cotos reales de caza.

LOS TIGRES DE RANTHAMBORE
Siempre es un emocionante recuerdo el que se guarda tras contemplar la primera aparición del “rey de la jungla” en el corazón de este parque.
Suelen seguirse sus huellas desde el alba, a lomos de elefante o bien en un vehículo todo-terreno, atravesando bosques y bordeando los lagos. La vegetación es densa, existen algunos bambúes gigantescos y cada vez resulta más difícil vislumbrar a través de la espesa selva.
Cerca de la fortaleza, medio escondido en un alto rocoso, se le suele sorprender, magnífico y majestuoso. El marco del verdor acrecienta su misterio dándole un aspecto casi irreal. Camuflado de forma admirable entre los juegos de luces y sombras, sin preocuparse de la presencia de los inesperados visitantes. Las imponentes patillas blancas de su rostro son inconfundibles. El blanco lechoso de su vientre y pecho hace resaltar su piel de fuego con rayas oscuras. Sus enormes patas provistas de pequeñas almohadillas de color negro con una más grande en el centro, poseen articulaciones delicadas y resistentes que le dan ese característico caminar flexible y elástico. Las patas impresionan siempre por su tamaño y por su poderosa estructura, a pesar de la suavidad de su aspecto, podrían arrancar la cabeza de cualquiera de una sola caricia.
Bosteza, dejando al descubierto su temible dentadura de carnívoro y se despereza en el suelo. Luego vuelve a levantarse lentamente, observa con indiferencia a su alrededor y se aleja, desapareciendo entre la lujuriosa vegetación.
En las últimas horas de la tarde, después de atravesar el desfiladero que da acceso a la fantástica jungla de Ranthambore, delante del Jogi Mahal, es otro punto interesante de observación. El Jogi Mahal es un antiguo palacete de caza del maharajá de Jaipur. Un pequeño edificio de color rosado escondido entre los álamos ribereños del lago Padam, a la sombra de las ruinas de la fortaleza milenaria desde la que se contempla casi toda la región, los lagos de Padam, Rajbagh y Malik, los suaves valles y colinas, los bosques, los profundos barrancos y los lugares más recónditos a los que no llega el sol.
Los tigres pueden permanecer agazapados un día entero a la espera de una presa. Observando con detenimiento como si sopesara las posibilidades de éxito.
De repente suena el berrido de un sambar que pone en alerta al resto de su rebaño. Los demás ciervos permanecen inmóviles y miran todos en la misma dirección. Presienten el peligro.
Traidoras, las lianas del sotobosque tiñen la penumbra de colores amarillo y anaranjado, ofreciendo al gran felino rayado un magnífico camuflaje.
El tigre se presiente cerca, está en alguna parte, invisible a los ojos del visitante.
Durante unos instantes reina una gran tensión. Escudriñando con ojos y oídos la selva que el visitante va atravesando. A lo largo de muchos e infructuosos rastreos suele sorprenderse al resto de animales que pueblan el parque.
De improviso, surge ante la vista el magnífico animal. Excitados por el encuentro, se olvidan todos los miedos y llega el momento de utilizar la cámara fotográfica. Todo con el máximo silencio y lentitud de movimientos.
El tigre suele avanzar indiferente a la presencia del visitante, pero con gran majestuosidad. Puede ser una tigresa que va protegiendo a sus cachorros o bien en solitario, de cacería y hambrienta. Si es así, el peligro es todavía mayor.
Los berridos de alarma de los cérvidos ponen en tensión al resto de pobladores de esta jungla.
A su vez, los cocodrilos también permanecen inmóviles entre los nenúfares de los lagos, con sólo sus prominentes ojos asomando sobre la superficie del agua. Su agilidad en la profundidad del lago es mortal. En la estación seca suelen cazar incluso ungulados con cierta facilidad.
Los sambar y los chitales que ya han olvidado a la tigresa, salen al descubierto corriendo un grave riesgo.
Como una exhalación, truncando la placidez del atardecer, con una velocidad extraordinaria de agilidad y movimientos surge la tigresa que se abalanza sobre el rebaño de cérvidos. Todos huyen en desbandada… pero ella ya tiene una presa entre sus poderosos dientes.
Los lagos, riachuelos y la selva de Ranthambore son el escenario de un perpetuo combate a vida o muerte entre los animales que lo habitan.
Los tigres no siempre tienen éxito en sus ataques. La tensión acumulada durante las largas horas de espera al acecho, seguida de asaltos en terrenos a veces difíciles y rocosos, desgastan sus fuerzas y les obligan a largos periodos de reposo entre cada tentativa.
Además, los enfrentamientos con los grandes herbívoros, suelen ser peligrosos y pueden dejarles malos recuerdos. Patadas, cornadas, arañazos, músculos lastimados y heridas de las que no siempre se recuperan a causa de sus débiles defensas contra las infecciones
Cuando está lo suficientemente cerca de la víctima, el tigre siempre salta sobre ella y le parte la columna vertebral con sus 300 kilos de peso o con una dentellada precisa en la nuca que le secciona la médula espinal
El descenso del nivel del agua en la estación seca y la concentración de la fauna junto a los lagos, atrae a los grandes felinos, mal adaptados al calor y que también necesitan refrescarse. La temperatura en Ranthambore suele oscilar alrededor de los 48 grados en la estación seca.
Solitarios por naturaleza, evitan encontrarse y con frecuencia se acercan a los aguaderos durante la noche para interferir lo menos posible en el territorio de otra fiera. El encuentro con otro macho puede tener fatales consecuencias.
Buscando el frescor, muchos tigres pasan el día ocultos en los barrancos que se extienden junto a la base del fuerte y entonces resulta difícil observarlos.
Hay que tener en cuenta que no siempre resulta fácil encontrarse con los tigres, son solitarios, huidizos y se camuflan perfectamente entre la exuberante vegetación. Pero cuando se produce, resulta realmente extraordinario poder contemplar en toda su plenitud al magnífico rey de la jungla india, el tigre real de Bengala, uno de los más bellos animales de la naturaleza salvaje.
Un viaje a Ranthambore supone, sin duda, una experiencia apasionante.

AMAN-I-KHAS

El  parque está cerrado durante la época de monzón. La mejor época para visitarlo es entre octubre y abril. No hay ningún alojamiento en el interior del parque y no se permite a los visitantes quedarse dentro, pero en el exterior hay muchos lugares donde alojarse. Uno de ellos y posiblemente el mejor es AMAN-I-KHAS.
Su nombre deriva de aman (que significa paz en sánscrito) y khas, que tiene un significado muy especial en lengua urdu o hindi. Se trata de un campamento al aire libre en el desierto, junto a las colinas escarpadas de Rajasthan y con excelentes vistas al Parque Nacional de Ranthambore.
AMAN-I-KHAS está situado muy próximo a una colina de matorrales y el campamento mezcla muy bien la vegetación nativa con el césped y los árboles.
Esta abierto durante siete meses al año (los mejores para la observación de la fauna) y cesa su actividad durante la época del monzón.
A su llegada, los visitantes que se alojan en el campamento son acompañados en un vehículo todo-terreno a través de una senda y un patio amurallado con vistas a las colinas de Aravalli.
AMAN-I-KHAS comprende diez tiendas de lujo, excepcionales, cómodas y elegantes, inspiradas en la decoración mogol. Cada tienda mide 108 metros cuadrados. Construidas en lona y apoyadas en marcos de acero con las paredes interiores y techos cubiertos con ropajes de algodón. La entrada a cada tienda se realiza a través de un recibidor que contiene un sillón y una mesa comedor. Una vez en el área central se accede a tres secciones para dormir, bañarse y vestirse. La habitación dormitorio está integrada por una gran cama junto a dos mesillas.
En el comedor iluminado con lámparas se puede disfrutar del arte culinario indio, además de todo un abanico de platos occidentales.
Existe biblioteca donde consultar libros e informes sobre la historia, cultura y todo lo referente a la fauna existente en Ranthambore.
Hay una tienda-spa que ofrece una fuente central pequeña con dos áreas separadas y sendas camas de masaje, Los tratamientos incluyen el masaje y el arte de la henna tradicional que se utiliza a base de hierbas locales y especias.
Además, el campamento tiene abiertas lujosas tiendas. Al margen de la visita al Parque Nacional, también se pueden realizar safaris en camello por los magníficos alrededores, contemplando extraordinarios paisajes.
Vivir en AMAN-I-KHAS durante un viaje a Ranthambore resulta realmente reconfortante y muy aconsejable.
Para más información: aman-i-khas@amanresorts.com

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)